PAYASADAS

Una payasada según la RAE es la “acción o dicho propio de payaso”. También dice que es una “acción ridícula o falta de oportunidad”. Y seguimos con la RAE y con los payasos. A ésos se les define como “a los artistas de circo, generalmente caracterizados de modo extravagante, que hacen reír con su aspecto, actos, dichos y gestos”. Le da también un sentido peyorativo al decir de “una persona que hace reír con sus dichos o gestos”.

La verdad es que desconozco qué definición debió elegir la señora delegada del gobierno en Baleares –he escrito el cargo en minúsculas porque no creo que se merezca un cargo mayúsculo- si es que llegó a instruirse al respecto, cuando tomó la decisión de que decir “payaso” a un agente de la autoridad bajo sus órdenes no era ni un insulto ni una falta de respeto. Aún así, no me atreveré a devolverle el vocablo hacia ella, no sea que esta vez sí considere que es un insulto o una falta de respeto –ella o alguno de sus subordinados- y contra mi persona sí que use la mal llamada ley mordaza, para eso mismo, para amordazar las críticas hacia una decisión más que cuestionable.

Otra decisión más que cuestionable es dejar que vengan de fuera a salvarnos el culo. O peor aún, que nos quieran vender la imagen de que nos quieren salvar el culo. ¡Qué payasada! Y me refiero esta vez al senador catalano de ERC –y digo catalano a conciencia- Bernat Picornell, ya que tanto sabe de nosotros, de nuestros problemas y de nuestros pueblos, que sale a la tribuna de oradores y a los isleños va, y nos llama “menorquinos”. Vamos, que si uno que se creía lingüista nos quitó la “h” a los mahoneses, éste va y nos cambia el plural a todos los isleños. Para que luego nos tilden de ignorantes a quienes solemos escribir en castellano.

Aún queda espacio en esta columna para mencionar las hipotecas, y algunas decisiones sobre ellas. Vamos que de payasos y payasadas, vamos servidos. No voy a referirme a los jueces por miedo. Por precaución, vamos. Y es que dada la disparidad de criterio entre ellos, uno no quiere arriesgarse a que alguno se enfade y me condene por ello. Por cierto en eso de las hipotecas, el Gobierno del señor Sánchez lo ha dejado bien claro: los sindicatos, los partidos políticos y los religiosos, son desde ahora y por decreto, clientes preferentes. Vamos, que si prestan dinero a los políticos se ahorran pagar impuestos.

Y la Banca sí que se merece que se le escriba en mayúscula. Y es que la Banca, es demasiada Banca.

Amén.

PUBLICADO EL 15 DE NOVIEMBRE DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.