ENGAÑABOBOS


Debo confesar que tengo animadversión al programa de Gran Hermano.  Y no es por los concursantes en sí, dado que al fin y al cabo ellos son espejo de una parte de la sociedad española, sino por las formas que usaba su anterior presentadora.  Ahora bien, por televisión me he enterado que el Senado me ha preseleccionado para entrar en una nueva edición del programa.  ¡Y sin haberlo yo solicitado!

Y no voy a estar solo, no.  Dicen desde el Senado que el universo será todo españolito y asimilado en edad para poder votar y que el premio del ganador será repartido a las ONGs que se dedican al bienestar nuestro, a los PP, vamos, a los partidos políticos, para más señas.

También dicen que nuestra participación será en base a lo que digamos en las redes sociales.  No lo dicen, pero también será en lo que dejemos de decir.   Vamos que si todos llevan un lazo amarillo y otro no lo lleva por aquello de la mala suerte, pues eso, enemigo al canto.

Y en esto sí que han estado de acuerdo todos los grupos de esta ONG política: controlar al ciudadano en beneficio propio.  Ciudadano o votante no era lo mismo hasta que el Senado se ha metido en nuestros hogares.  Ciudadano lo era uno toda la legislatura y votante sólo en el periodo electoral.  Ahora, cuando Ciudadanos (en mayúscula y plural) va ganando terreno electoral, su minúscula y en singular colectivo va perdiendo derechos para dárselos a este elefante llamado ONG política. 

Las leyes de memoria y desmemoria han hecho posible que muchos crímenes  quedaran borrados e incluso cuestionados para el futuro sus hechos.  La siempre cuestionable venta de datos y traspaso de información personal por parte de empresas y servicios con las renovables leyes de protección de datos, provocaron aparentemente la restricción de trasvases de estos ficheros. Otros muchos  trasvases quedaron legalizados tras las argucias legislativas de los grandes tenedores.

Ahora ha tocado el turno a las ONGs políticas.  Si los sobres diferenciados ya pasaron a la historia a causa de la crisis, y los apoderados e interventores cesaron en su confección de su censo propio de afines y desafines, será ahora cuando las empresas dedicadas al rastreo de información en la red, harán sus propios censos por ellos, eso sí, bajo precio.

Es triste, que uno no pueda publicar un anuncio de que vende su voto, pero que otros puedan cobrar por adelantar cuál interpretan ellos que será el suyo.  Vamos, otro negocio de los políticos y sus amigos afines.

¡Vaya banda de engañabobos!


PUBLICADO EL 29 DE NOVIEMBRE DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.