LA SALUD DEL CATALÁN


Hace un par de días  leí el Informe CAT-2020, sobre la salud del catalán.  Ni que decir que mi ignorancia me hizo pensar en la Covid-19 y su presencia en las aguas fecales.  Pero no, en esta ocasión la Covid-19 no aparecía a simple vista -ni con el PCR-. Además, los autores del estudio tampoco llevaban mascarilla ni EPIs que les protegieran de tanto virus disperso.

La sorpresa vino cuando el catalán examinado no era ni joven ni mayor, ni alto ni bajo, ni regordete ni atlético, vamos que ni los hábitos alimenticios ni los cotidianos eran factor determinante.  En cambio sí lo era el andorrano, el barcelonés de la Rambla y como no podía ser de otra forma el valenciano  del Turia o el mallorquín del paseo marítimo palmesano.

Y hay más.  Quienes redactaron el informe de salud del catalán puede que fueran doctores, pero no médicos. Puede incluso que el laboratorio en cuestión se asemejara más a la cocina del CIS que a la trastienda de una farmacia.

Pasan los años y el método científico va barriendo las aberraciones lingüísticas  impuestas por los invasores. Mosén Alcover resucita y con él aparece un Mosén Alcover muy distinto  al que se nos ha manipulado durante años y totalmente opuesto a la versión de Pompeu Fabra.   Pero el informe en cuestión no parte del método científico sino de un axioma equivocado. Vamos, que Grouxho Marx lo simplificaría con:”Estos son mis principios y, si no le gustan, tengo otros”.

Y aún así, el informe es demoledor –para el catalán, claro-.  Más de la mitad de catalanes creen que el catalán, el valenciano y el balear no son la misma lengua.  Menos del quince por ciento de los valencianos lo hablan. Más del setenta por ciento de los jóvenes de Baleares no lo hablan mayoritariamente con sus compañeros de estudio.

Más demoledor es tu conclusión al interpretar el estudio de laboratorio. Que a algunos no les importa lo que la mayoría piense al respecto, es evidente.  Para algunos la realidad no importa. Solo les  importa su imposición.  Si la imposición sobre el menorquín en tiempos de la dictadura franquista no logró su erradicación, ¿lo lograrán ahora los seguidores del químico aficionado a la filología  Pompeu Fabra?

Si nos extirparan el catalán, nuestra lengua saldría beneficiada. Al menos, recuperaríamos a un Mosén Alcover y a  su método científico.

De momento nos quedamos con  s’operació ha anat bé, però madona és morta”.

Y ya nos lo avisan desde el  IBSALUT, el virus sigue circulando por  la isla.  Tomemos medidas y no nos relajemos.


PUBLICADO EL 9 DE JULIO DE 2020, EN EL DIARIO MENORCA.