Los disturbios de Cádiz han destapado de nuevo la parte más autoritaria del Gobierno de Sánchez. Y digo autoritaria como podría haberla calificado de antidemocrática, dictatorial, absolutista…, porque en nada se aleja de la realidad.
Si
a esto le añadimos el proyecto del Gobierno de Pedro Sánchez de desarmar -tanto
con medios como con leyes- a las FCSE para impedir que éstas puedan ejercer con
seguridad -y dignidad- su trabajo de dar protección a los ciudadanos, sólo
faltará despenalizar todo lo que atente contra la seguridad y el orden
constitucionalmente establecido. Vamos,
que empezaron con los sediciosos y no acabará aquí, no.
Ya
hay quien, desde el Gobierno de Sánchez, ha hablado -y justificado- la “dictadura
del proletariado”. Vamos, que alguno de éstos a quienes pagamos sus millonarios
sueldos hablan de proletariado y, peor aún, defienden su dictadura. Dictadura, sí. ¿Cómo se atreven a llamarse
demócratas si lo único que quieren es una dictadura? Eso sí, a imagen y
semejanza de su exdiputado pateador de policías. Al menos, aquel sí es un proletariado.
¿Llegaremos
al centenario de la Segunda República con un Frente Popular y sus hordas
marxistas cerrando iglesias y quemando santos? Pues, camino vamos.
Según
la definición de Marx -y no el de los camarotes-: “el proletariado instaurará
su propio -y diferente- modelo de Estado.
Se llamará “dictadura del proletariado” a este periodo transitorio en
que la clase obrera toma el poder y socializa los principales medios de
producción, expropiando a la antigua clase burguesa”. Y continúa: “Pero la dictadura del
proletariado -o socialismo- sólo es una fase hasta la definitiva desaparición
de la opresión del hombre por el hombre: el comunismo.”
Nada
decía Marx de los millones de muertos que provocaría el comunismo. Pero ¿qué podíamos esperar de quien fue capaz
de engañar a su mujer con la sirvienta? Sí, Marx, el del “Capital”, tenía
sirvienta y todo. Y la dejó embarazada.
Y no tan sólo eso, sino que no reconoció a su hijo. Y ahora va la nueva
clase política, y nos lo ponen de ejemplo de socialismo. ¿A eso se le llama dignificar a la mujer?
Y
eso sin ahondar en los problemas “domésticos” -por no llamarlos de otra forma-
de este ejemplar de caballero. Vamos, que la novela “El señor Marx no está en
casa” de Ibsen Martínez, también pasará a ser proscrita en España, en cuanto
algún miembro de los partidos gobernantes la lean -y entiendan, claro-.
Que,
del incesto y la pedofilia, tampoco se librarían algunos.
PUBLICADO EL 2 DE DICIEMBRE DE 2021, EN EL DIARIO MENORCA.