CEMENTERIO DE ELEFANTES

Hubo un tiempo que el Senado era el retiro dorado de aquellos políticos que en su momento eran apartados de la primera fila del partido, para así dar paso a una nueva generación.  Era una especie de Consejo de Ancianos o de Sabios, pero sin voz y sin casi voto. 
Con el tiempo, se descubrieron otros lugares donde facilitar el pase a la reserva y el pago de los servicios prestados.  La Euro-cámara fue otro de estos lugares que la práctica convirtió en un destierro también dorado.  Pero en ambos casos, las urnas tenían la última palabra.  O se era de los primeros, o nada estaba asegurado.
Luego vinieron las eléctricas y demás puestos de libre designación en los Consejos de Administración de empresas y entidades bancarias, pero éstos, como su número escasea, mantienen un pedigrí de más altos vuelos. 
Y de altos vuelos y aterrizajes forzosos, la del ya exministro Ruiz Gallardón. Ha sido como si al aparato se le pararan los motores en pleno vuelo.  Pero no por ello se ha estrellado, sino todo lo contrario. La rápida reacción del piloto ha salvado la aeronave que, tras saberse ya inoperativa, tenía reservado un lugar destacado en aquel museo aeronáutico.
Y han vencido los dos, el presi que queda indemne y el delfín, que aumenta sueldo de por vida.  Y además, sin pulso y sin aparente pública disputa, aunque algo debe haber quedado en el secretismo que envuelve los Consejos de Ministros. 
Rajoy además ha sido el gran vencedor de entre sus filas.  La maniobra le ha sido fructífera por cuanto ha zanjado el aborto y las presiones de sus retrógrados, lo ha conducido a criterios lógicos y se ha desembarazado de una resta  de votos por la pérdida del libre acceso a la justicia.   
La antigua disputa entre Ruiz y Aguirre, ha terminado con ambos en la cuneta. Una, marcada por una presunta prepotencia y con una movilidad maltrecha, y el otro, salvado por una veloz retirada, y sobre todo, por haber sabido abandonar el barco en el momento oportuno.  Y con lealtad.
Y si los elefantes van en busca de agua, los políticos se refugian en busca de un sueldo o de un puesto. O de ambos. Y uno no se explica cómo es posible que el número de asesores sea tan reducido y tan circular.  Reducido por el número cerrado que no deja vacante si no es plaza de nueva creación, y circular porque rodean al personaje y a las plazas vacantes, como cual perro dando vueltas para acostarse en la última de ellas.

Los votos colocan a los políticos y éstos  a sus asesores. La transitiva no tiene porqué darse.

PUBLICADO EL 2 OCTUBRE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.