Las
aguas siguen revueltas, pero el cauce parece seguro. Y no es que las paredes estén en buenas
condiciones ni que los márgenes se hubieran limpiado. Simplemente es que el agua, por alguna razón,
sigue su curso y no desborda. Es como si
la sabiduría del rio se mantenga ajena de los noticiarios. Algunos confesarán su vergüenza de ser
español, otros arengarán con ello. Uno,
no se plantea la vergüenza de serlo, si acaso más bien, de que mantengamos aún
a ciertos españoles. Al menos, en el estatus en el que viven.
Saltó
la noticia de que Paco Nicolás presuntamente había estafado tal y cual, pero lo
realmente noticia fue que el chaval llegó incluso a estar en el besamanos de
los reyes. Y precisamente, no en estado presunto. Y en fotografías junto a políticos. Y uno ya duda si
estará en nómina en algún consistorio o
en algún gobierno autónomo. De asesor, claro. Que así es como empiezan
algunos. Otros, simplemente terminan. Y es que el niño se las trae. Y no digamos quienes le han abierto las puertas. Y uno se asusta.
¿Habría figurado en alguna lista electoral en los próximos comicios?
Por
lo que se ve, es fácil entrar en política. O al menos, para algunos. Incluso mantenerse en ella. Y otra cosa que me asusta es el poder en
primera persona del plural. No por el derecho a presentarse a unos comicios
–cosa totalmente lícito, normal y democrático-
sino por el talante que se empieza a destapar. Y es que a la primera de cambio, por
necesidades tácticas, claro, aquel órgano colegiado prepara su transformación
en unipersonal.
De cinco, cuatro ya disienten. Dirán que para ganar. Y para ello, deberán jugar con las mismas
armas, con los mismos atributos, dentro del sistema, con organigrama y
estructura y representación de partido.
Y
me asusta. Me asustan ya no las bases,
heterogéneas en su inicio, sino el uso que el líder pueda hacer de este
renuncio, de esta entrega de poder individual a un órgano unipersonal.
Y
del susto a la sorpresa. Un Piqué que se enfada a lo Esperanza Aguirre y pide
disculpas a lo Juan Carlos. Un hijo de Suarez que en su día maniobró para
arrebatar el título a una sobrina. Unos eurodiputados que cobran más que los
ministros y además con unas dietas diarias
de salario mínimo mensual.
Y
a pesar de todo, el río mantiene su curso.
Ordenado, tranquilo, al más puro estilo gallego. No sabe no contesta. Sedimenta, arrastra y erosiona el terreno,
pero el agua, sigue pura y cristalina.
Y
sin sabor. Ni olor.
Y
del color, según sea el envase.
PUBLICADO EL 23 OCTUBRE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.