SUBCONTRATAS

Hará ya una década que el poder instituido estigmatizó la figura del funcionariado.  Antes habían existido maniobras para minar la administración de otras figuras similares. Se buscaba sobre todo confianza antes que lealtad. Implicación antes que imparcialidad. Pero hace una década, lustro más, lustro menos, que el funcionario es el culpable de todos los males habidos y por haber.
            Ante la no aparición de los famosos brotes verdes, las miradas con ira fueron convenientemente dirigidas hacia el café y el periódico del funcionario de los tiempos de Martínez Soria.  La España del blanco y negro, del seiscientos y como no, de la ida a Alemania, volvían a invadir el NODO de nuestros hogares.  A su vez, las administraciones cerraban gastos del capítulo primero, liquidaban personal, y  los contratos con las empresas privadas aumentaban en número y no digamos cuando el Plan E, EE, y enésimos E.
            El número de  empresas crecieron.  Y con ellas, los empresarios. Se inventaron las UTEs y las EETs.  E incluso algunas empresas sirvieron de tapadillo presunto. Y algunas otras sin personal asignado. Y la falta de personal se cubre con  otro personal, y de coste barato. 
            Y tan barato. De tres a cinco euros la hora.  Y gracias. Y hay empresas que se dedican a eso.  Y los números salen.  La empresa licitadora se queda un tanto por ciento limpio.  Pone sus encargados, sus jefes de obras y sus camiones.  No más. El resto, se subcontrata.  Y otro tanto por ciento para la empresa subcontratada. El resto, de tres a cinco euros la hora.  Y gracias.
            Uno se acuerda de su infancia, cuando desde la ventana observaba los preparativos de aquellos hombres, funcionarios eso sí, de Obras Públicas de antaño.  Camiones, furgonetas y apisonadora, los útiles de mano, como si se tratara de una revista de comisario, y el personal enfilando hacia aquellas carreteras mitad caminos, llenos de baches, de grava y alquitrán. Eran peones y camineros. No existían ni rotondas ni subcontratas. Debían cobrar, eso sí, poco más de cinco euros … al mes. No había subcontratas, empresas fantasmas ni intermediarios que se quedaran porcentajes.  El coste era el real y el presupuesto, el económico.
            Y uno se pregunta.  ¿Cuánto costaría hacer una obra, si los trabajadores fueran contratados directamente por la administración, si las empresas privadas no intervinieran, ni las subcontratas existiesen?  Seguro, que ganarían tanto la administración como el trabajador.

            Y sin sobrecostes.  Aunque otros, seguro perderían.

PUBLICADO EL 19 DE FEBRERO DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.