La
noticia no deja lugar a dudas. El
Ministerio de Defensa publicaba la semana pasada una resolución indicando que las fuerzas armadas podrán aplicar el
“método del uso de la fuerza potencialmente mortal, bien con armas de fuego u
otras…” durante las manifestaciones, “para evitar los desórdenes, apoyar a la
autoridad y rechazar toda agresión”.
El
sábado pasado la imagen me devolvía a los tiempos en que la Plaza de Oriente se
llenaba del millón de llegados en autobús con un bocadillo bajo el brazo. El caudillo salía al balcón y arengaba a los
presentes. Un millón era la cifra
exacta. Tanto los organizadores como el Ministerio de la Gobernación manejaban
las mismas cifras. Pero esta vez no. No era la Plaza de Oriente, sino la plaza
Mayor. Tampoco eran un millón, sino muchos menos. Eso sí, muchos de ellos venidos en
autobús. Las diferencias pues, no eran
tantas.
Auschwitz celebraba el setenta aniversario de
su liberación. Un endemoniado lugar que
también fue auspiciado por un caudillo, elegido democráticamente por un pueblo
necesitado de patria y de valores. Un
caudillo nefasto, manipulador, racista, y demás adjetivos despectivos que se le
puedan atribuir a tan nefasta hiena humana.
Ocho
veces, dicen quienes contaban la alocución, se nombró a la patria. Una patria
muy distinta a la de nuestros tiempos, pero patria al fin y al cabo. Una patria a la que el líder dice no reconocer
su himno. Pero no por ser himno, sino
por ser el que es. Y no otro. El márquetin funciona al menos para
ellos. Y eso ya es mucho, para ellos
también.
El
talante empieza a diferenciarse del talante de un principio. Se oyen voces guerrilleras, tonos de lucha. Imposiciones
patrias. Ya no convencen, vencen.
Zapatero - por lo del talante, supongo- se deja ver en privado. Bono lo secunda y se aposenta a babor. Felipe tira hacia estribor. El Frente Popular, es frente sí, pero no tan
popular.
Se
han movido en demasiadas direcciones y la foto tambalea. El marco se descuadra
y el color es sepia, como los años victoriosos.
Ya no son de arriba ni de abajo tampoco. Son, lo que mande el márquetin
del momento. Y de momento. Del líder, después.
Aclaro
que el primer párrafo, aquel Ministerio de Defensa, aquella orden de matar si
es preciso, no es de España. Es de
Venezuela. Un país sudamericano ejemplo de democracia. Para algunos, claro.
La
duda, conocer si la decisión se tomó con
o sin asesoramiento. Y cuánto se pagó,
si fue el caso.
Y
si cotizó a Hacienda, por supuesto.
PUBLICADO EL 5 DE FEBRERO DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.