Este
año Es Pla de Sant Joan también ha sido noticia. Y buena. Las novedades en
cuanto a la seguridad que se han impuesto en el mismo han dado sus resultados,
o al menos así se interpreta. Ahora habrá que esperar que para futuros años el
sentimiento sant joaner - con la más que
probable relajación motivada por el éxito y por el deseo - mantenga el
equilibrio con las medidas de seguridad impuestas.
También
hay que reconocer que la visión ha sido distinta. Descafeinada dirán
algunos. Diferente, al menos. Este año habrá marcado sin duda un punto de
inflexión. Un antes y un después, en el que nunca podrá volverse ya a
condiciones pasadas. El margen intentará jugarse, pero sin llegar a la ruleta rusa.
Tal
vez lo vivido en Es Pla sea precursor de
nuevos cambios protocolarios anclados en una tradición sí, pero no adaptados a
la realidad social. Si la
exteriorización del fenómeno sant joaner ha obrado en cuanto a la toma de
medidas que regulan aspectos de la misma –y su descafeinado, dirán algunos-,
nadie puede asegurar que en años venideros, no se abra el debate para que las
mujeres puedan ocupar iguales cargos que los hombres.
Porque
en Es Pla no tan sólo se ha vivido la seguridad. Se han vivido también las formas. Y al menos
una -y en la tribuna de autoridades- también ha sido noticia. No hubo favoritismo ni trato de favor. Y menos ante la presencia de las cámaras y
los miles de espectadores. ¡Aquello sí hubiera sido noticia de portada! Aunque
presuntamente este favor no se solicitara. O al revés. Que a uno se le hace difícil entender la
situación sin la participación. Sin acción no hay reacción, diría la ley
física.
Y
más conociendo los presuntos modus operandi ajenos. O de algun@s.
La incógnita quedará sin despejar de si el pasaporte televisivo abre o
no otras puertas, o si éstas solo se
abren por voluntad de las urnas. Aunque
siempre habrá la posibilidad de que la designación del designado las abra. O lo que es lo mismo, la libre interpretación
de la voluntad popular delegada. Que
dicho así suena fuerte. Jurídicamente fuerte. Como el poder de los asesores y
cargos de confianza, vamos.
Otra
cuestión aparte será la interpretación de la voluntad de las urnas. Y ya no de las urnas si no de las bases, que
son menos. Es la delegación de la
delegación. Y a veces sin quórum,
incluso. Pero eso ya es harina de otro
costal. Otro plan. Un plan, como diría el anuncio televisivo, de
aquí, de confianza. Bien diseñado. Y
bien asesorado, por cierto.
PUBLICADO EL 2 JULIO 2015, EN EL DIARIO MENORCA.