PROPÓSITO DE ENMIENDA

Le tengo cierto aprecio al mes de enero.  Ayer por ejemplo, cumplí el séptimo trienio en las páginas de Es Diari.  Dentro de pocos días, hará el décimo y tantos aniversario en que conocí a Paula y dentro de pocos más, restaré otro a la carrera por llegar a la jubilación.  Es lógico pensar pues, que en estas fechas uno siga haciendo  propósito de enmienda más por destino, que por tradición.

Este año, sin duda, toca aprender a hacer comida.  Hacer comida, que no cocinar.  Cocinar es un arte. Hacer comida es otra cosa.  De momento, me apunto a lo segundo.  A lo fácil, a lo cómodo.  El próximo paso, una impresora 3D que nos fabrique  la comida.

Y no sólo, sino con  ayuda de la Thermomix.  Por un momento me siento como un   alumno finlandés de primaria cuando en el próximo curso aparquen  la caligrafía para ponerse las pilas con el teclado.  Aunque sabiendo que si las pilas fallan, uno se queda sin comer. O sin saber sumar ni escribir.

Hoy las ciencias adelantan, que es una barbaridad”  decía don Sebastián  a don Hilarión.  Pues bien, la ciencia adelanta, pero no tanto como para suprimir la lectura –también es cierto que hace ya tiempo que hay programas que vocean lo escrito- y sobre todo la comprensión lectora y escrita.  Y la rima.

Lo que rima y bien, es la república.  Al menos, la independiente de IKEA.  Con ella nos ocurre como con lo de la comida.  De maestros carpinteros, nada de nada, pero lo que es  montar armarios, no nos gana nadie.  Eso sí, hemos tenido que dejar en la cuneta el dicho de que las instrucciones ni caso.  Todo lo contrario, los republicanos de IKEA nos han enseñado que primero el plano y el calibre, y luego, viruta.

Y viruta es la que necesitarán algunos para encarrilar los procesos postelectorales. Cataluña ya ha hablado y se tira al vacío. Sin paracaídas y con el agua helada. En el resto de España, hay el mismo interés. El empecinamiento del rey Arturo en elevarse a los altares contagia por el momento a los  llamados Pedro y Pablo.  Y por si acaso, Mariano ya podría ir soltando lastre y pasar testigo en clave interna.

Es el siempre presente dilema que se da entre el listo  y el inteligente.  Es el sumar y restar con calculadora y con corte de fluido eléctrico incluido.  Los listos ganan, sí. Después faltará utilizar  la inteligencia para gobernar. 


Esperemos que de los regalos que se depositaron en  los hogares,  haya sobrado cordura o al menos una Thermomíx que nos haga la política de Estado.  O eso, o un paracaídas que funcione.


PUBLICADO EL 7 DE ENERO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.