CON EL ACEITE, EL ARROZ Y EL AGUA AL CUELLO

Zapatero nos engañó, es cierto. Y con él, todo el PSOE, cuando en la campaña electoral de los últimos comicios, nos mentía por activa y por pasiva, de que de crisis, nada de nada. Pues sí, de crisis señores del gobierno, de crisis, mucho de mucho. Y de catastrofistas, nada de nada, solamente ser realistas, por mucho que se predique ahora con el invento del republicanismo.

Y si cierto es que Zapatero nos engañó por acción y omisión, también es cierto que Zapatero, esta vez, y en lo que de la crisis económica concierne, no tiene culpa ninguna. Ni Zapatero –hoy me he dado el gusto de suprimirle del linaje paterno, tal como parece indicar su marketing – ni su gobierno. Porque la crisis viene, o bien propiciada o bien aumentada, desde los EEUU. Y es que los americanos, saben.

Y saben que quien se adelanta a la crisis, es capaz de conducirla. Y esto es lo que han hecho nuestros amigos o enemigos –uno ya no sabe de qué lado estamos- americanos. Y aquí es donde ya empieza la responsabilidad de las mujeres –y hombres- de José Luís.

La política económica que se invente o se aplique y las medidas que se aprueben van a ser única responsabilidad de estas mujeres y estos hombres de José Luis. Y más que de las mujeres y de los hombres, de un solo hombre, de Pedro Solbes. De sus aciertos y de sus desaciertos dependen nuestro futuro, no inmediato, sino a medio-largo plazo. Las pensiones, la gratuidad de la sanidad así como de la enseñanza y sobre todo el tan llamado bienestar social de nuestros mayores, dependerán de sus aciertos, y como no, de sus desaciertos.

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Pero a Zapatero no hay que dejarlo sólo. La crisis es un problema de todos y entre todos habrá que arrimar el hombro para solventar este bache. Hay que apoyarlo y darle consejos. Asesorarle cuando las ideas se bloquean, cuando las capacidades se ven dificultadas y sobre todo, cuando otros intereses personales y monetarios interfieren la libertad de pensamiento.

Hay que crear un pacto de Estado ajeno a partidismos interesados ¿y qué mejor que el populacho para dejar dicho su “disentir” ambiguo y asesorar a nuestros gobernantes? (1).

Y allá va una idea que se le ha ocurrido a uno de pueblo. Propone éste que el Ministerio de Economía y Hacienda se divida en dos: Ministerio de Economía y el Ministerio de Hacienda. En el de Hacienda, en el que se recauda el montante de todo lo que se gasta y se regala podrá continuar su actual titular. Pero el de Economía, no. ¡Que es muy fácil para algunos gastar y regalar el dinero de los demás!.

Y al de Economía le tocará presidirlo una mujer. Pero no una mujer cualquiera, no. Tampoco una mujer especial. Una mujer cuyo perfil tiene que ser ama de casa, simple y llanamente. No vale que sea una mujer del partido, una mujer que se debe a sus “jefes” para poder hacer carrera política, no.

La hipotética nueva ministra de Economía tiene que ser ama de casa, que conozca la realidad de hacer números para llegar a fin de mes, que no tenga un sueldo de diputada ni de consejera, ni del erario público. Y no se preocupen que la cosa funcionaría. ¡Vaya si funcionaría!.

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Y a la gente hay que educarla. Educarla en el ahorro, y no a que el papá Estado le va a llevar de la mano. Y esta educación conllevaría sin duda a que los márgenes de beneficios se reducirían, y en cierta manera le allanaríamos el terreno al ministerio de la Igualdad –¡que hay muchas formas de igualar a la sociedad, no tan sólo entre sexos!. Así, cuando el/la am@ de casa vaya a la compra y se encuentre que un kilogramo de patatas puede adquirirlo a cincuenta céntimos en vez de a un euro sesenta céntimos, y decida cambiar de supermercado por ello, repercutirá en el dinero que ahorra al mes.

Y no digamos si en vez de gastarse el dineral que se gasta en las fiestas de Navidades y Reyes, se gastase la mitad o menos, también se ahorraría. Y no digamos si empezamos a valorar la ropa y no la moda. Si valoramos una prenda de vestir por su uso y no por su marca. Pero claro, si se produce esta educación, o cerrarán algunas empresas o reducirán el margen del negocio. ¿Y de ello qué opina el Gobierno?.¿Creen que es más factible apoyar con inyecciones de dinero a las economías domésticas para que sigan comprando prendas de marca, con el consabido mantenimiento del beneficio monetario para las grandes fortunas, o prefieren por el contrario que los negocios pierdan margen de beneficios, eso si, sin que sus directivos ni sus trabajadores pierdan su salario estipulado y declarado?. Si de verdad Zapatero es socialista, la respuesta está clara ¿no?.

Pero hay más. Si empezamos a comprar pantalones a quince euros y camisas a ocho, las prenda de marca empezarán a abaratarse y a su vez, debido al efecto oferta-demanda, los de a quince y de a ocho, se encarecerán. Así, y como viene siendo habitual, la crisis favorecerá a quienes imitan a la pijería, y castigará a los que por un u otro motivo, se ven obligados a cuidar su economía. Pero a la vez, ganaríamos todos, porque ¿alguien se imagina de dónde saca el ministro Solbes tantas inyecciones?

Sin duda no las saca de su bolsillo, no. Ni del bolsillo ni del futuro de sus señorías diputados y senadores. Ellos tienen el futuro inmediato y lejano bien asegurado. Quienes no lo tenemos asegurado, y de cada día menos, somos los trabajadores de nuestros días, por mucho que se dejen embaucar nuestros jefes de los sindicatos que dicen representarnos. Y no lo tenemos asegurado porque este estado social del que tanto predican y que tantos años costó construirlo, está en peligro. Ni las inyecciones ni los sueros pueden salvarlo ya. Y uno tampoco es catastrofista, ni tan siquiera realista si se le presenta como antagónico a esta llamada a la República. Uno es simplemente un ciudadano preocupado por su futuro y el de los suyos. Uno es simplemente un ciudadano que se preocupa por lo que pueden ir haciendo unos cuantos aprendices de mago con sus ahorros invertidos en el plan obligatorio que le impone la seguridad social.

Pero tampoco hay que preocuparse, nos dirán más adelante, cuando la crisis, dentro de un par de años se normalice. Nos dirán que se ha superado la misma, aunque eso sí, nos recordarán que gracias a la política económica de nuestro, ahora ya sí, invicto Gobierno. Y se acercarán nuevas elecciones. Y tampoco nos hablarán del futuro de las pensiones, ni dejarán que otros hablen de ellas, por aquello de ser calificados como catastrofistas. Pero la cosa estará allí.

Luego de ganar o perder las elecciones, papá Estado nos recomendará que dado que las pensiones peligran, sería conveniente invertir en planes de pensiones y derivar eso sí, gran parte de nuestro sueldo a las arcas, ya no públicas, sino privadas de los bancos. ¡vaya jugada!. Luego nos iremos enterando de quienes son los consejeros de aquellos bancos, sus directivos y sus asesores comerciales, y tal vez incluso nos sorprendamos con nombres conocidos en anteriores gobiernos…..

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Mientras, nos encontramos que en los supermercados el aceite de girasol desaparece. Nos dicen que por culpa de una partida extranjera. También nos dicen que no es perjudicial para la salud, pero nos recomiendan que nos distanciemos de ellos ¿?. A uno le suena al aceite de la Colza, pero también duda. ¿Acaso no tenemos girasoles en España? ¿Qué ocurre con las plantaciones de girasol en EEUU? ¿Acaso va a sustituir al petróleo al final de la crisis? ¿Qué ocurre con el arroz? Escasea en EEUU y Reino Unido. En España nos tranquilizan, ¡aquí sí hay playa!. Pero añaden que se encarecerá. ¿? Parece como si todo fuera un conjuro para el acopio de cereales a fin de fabricar un nuevo carburante….. ¡Y nosotros culpando a la crisis económica!.

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Y como todo tiene la perspectiva de seguir subiendo precios -excepción claro está, de los salarios a los funcionarios que por muy seguro volverán a congelarse, bien por parte del gobierno o por la acción u omisión de algún interventor o secretario- la solución que le queda al populacho bien educado es de dejar de gastar superfluamente, o sea dejar de asistir a los restaurantes, dejar de viajar por ocio, dejar de comprar ropa de marca, elegir los productos más asequibles….. en fin, educadamente, acabar de hundir el negocio de todos, ¡y que seamos todos quienes tengamos que estrecharnos el cinturón, políticos en nómina incluidos!. Sólo así, echando a tierra todo el castillo de naipes construido durante los últimos años de pelotazo va, pelotazo viene, quitaremos trabajo a este nuevo y reciente ministerio de la Igualdad, rasando a todos por igual, y por supuesto, no en la riqueza sino en la ruina.

Tal vez así, todos, unos por convencimiento, otros por no tener más remedio, nos volveremos socialistas –de los de verdad, no de los de pacotilla- , y porqué no, más republicanos, si cabe.



(1) Ahora sólo faltará saber si nuestros gobernantes quieren oír consejos, o por el contrario, van sobrados –que es lo más probable-.
P.D. De producirse una bajada de los precios inmobiliarios, ¿se dignarán nuestros ayuntamientos a bajar el IBI, o seguirán ajenos a la crisis y seguirán vaciando el bolsillo del contribuyente?
PUBLICADO EL 30 ABRIL 2008 EN EL DIARIO MENORCA