(nacionalistas y constitucionalistas)
De todos es sabido que tras unas elecciones, todos, absolutamente todos manifiestan que han ganado. Ahora, tras las elecciones vascas, tanto los llamados nacionalistas como los recién llamados constitucionalistas, manifiestan lo mismo. Pero esta vez no coló, no. O al menos, en los hogares desde fuera de territorio vasco. En estos hogares desde fuera de terreno vasco, desde el primer momento aventurábamos que los recién llamados partidos constitucionalistas había ganado si no las elecciones, por lo menos el gobierno de las instituciones vascas.
Pero vencer o perder en el País Vasco, puede tener serias complicaciones. Si perder en cualquier otro rincón de España significará que los archivos se abrirán a las inspecciones de los fiscales anticorrupción, perder en el País Vasco puede tener complicaciones más preocupantes. Y el PNV ya lo empieza a advertir.
Por tanto hay que ir con tacto. La noche electoral ya hace tiempo que ha finalizado y con ella los estragos verbales de vencedores, similares y aspirantes a serlo. Se impone pues, un tiempo de reflexión y de responsabilidad. Una cosa es la legalidad y otra muy distinta, la realidad de un pueblo. Un pacto PSE-PP es posible y legítimo, y además un compromiso electoral. Y deseable. Y extrapolable a otros puntos geográficos. Pero sigue siendo un pacto que divide. La realidad del pueblo vasco es otra.
El PNV, aunque no alcanzó la mayoría de escaños, podría haberlos alcanzado si todo aquel voto nulo hubiera votado un voto útil nacionalista. Y es triste que así sea y así se hable, pero hay que tener en cuenta que todo aquel porcentaje de voto nulo, toda aquella población que se declara beligerante con la Constitución, está allí, está presente en la calle, y por tanto, no hay que darle excusa para que salga a ocupar la misma.
Y el PNV esto lo sabe, como también el PSE y el PP. Y es en el conocimiento de la situación donde las chulerías electorales sobran. La responsabilidad obliga, como mínimo, a un entendimiento con el PNV. Otra cosa será como queda este entendimiento y en qué condiciones, si un pacto a dos o a tres. Y si alguien, tiene que quedar desbancado, tiene que ser un partido de los llamados constitucionalistas, llámesele PP o PSE, tanto da. Pero lo suyo es que el nacionalismo vasco debe de estar presente, por el bien de todos -más bien por el bien de los constitucionalistas-, en el gobierno autónomo.
Y debe ser una decisión tomada por pura responsabilidad. La representación nacionalista en el gobierno autónomo garantizará que el nacionalista -por lo menos el moderado-, no ocupará la calle, no se extremará y que por lo menos, condenará las aberraciones futuribles de sus otros mal llamados nacionalistas, cuando menos, mal llamados demócratas. El recluir al PNV a la oposición, puede servir de mala excusa para que unos aberrantes provocadores, provoquen altercados callejeros, bajo la sonrisa irónica de parte de sus correligionarios.
Y no es tan impensable, no. En otras ocasiones ya compartieron gobierno los nacionalistas del PNV con los socialistas del PSE. Y si aquella vez fue posible, y en España había un gobierno fuerte, y un presidente más fuerte aún, ¿porqué arriesgarnos ahora cuando la realidad de España es muy distinta, con una crisis galopante, con un gobierno flojo y un presidente que lo es más aún?.
¿Acaso cree nuestro invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, que con su elocuencia dejará indiferente a todo un pueblo vasco? Un pueblo vasco que ha conseguido todo lo que ha querido de gobiernos más fuertes y más beligerantes. Un pueblo vasco que es muy servicial y trabajador sí, pero muy suyo y empecinado. Un pueblo vasco que marca su terreno, que se siente diferente y en cierta manera, se le consiente y se le ha consentido que así fuera. ¿Acaso ZP pretende modificar la mentalidad de todo un pueblo, por unos resultados ajustados? ¿No es mejor un acuerdo a tres, que a dos contra-natura?
Pero claro, en tiempos de crisis, lo que importa es alcanzar la mitad más uno, sin importar el rendimiento de aquella mitad durante todo el ejercicio, o en un periodo determinado de legislaturas. Y Solbes ya no está en condiciones de docencia. La envidia a Bermejo, le ha puesto la excusa por bandeja. Luego, no quiere quedarse en el paro….. ¡Y muchos otros tampoco!. ¡No fastidia!.
¿Qué encontraría Garzón -entre viaje y viaje- en las instituciones vascas si la fiscalía anticorrupción entrara en ellas?. Habrá que esperar las decisiones oportunas. La responsabilidad, al fin y al cabo, suele estar reñida con las instituciones. Por lo menos allí hay corporativismo. Ocurre –o se omite- tanto en las instituciones nacionalistas como en las constitucionalistas.
Pero vencer o perder en el País Vasco, puede tener serias complicaciones. Si perder en cualquier otro rincón de España significará que los archivos se abrirán a las inspecciones de los fiscales anticorrupción, perder en el País Vasco puede tener complicaciones más preocupantes. Y el PNV ya lo empieza a advertir.
Por tanto hay que ir con tacto. La noche electoral ya hace tiempo que ha finalizado y con ella los estragos verbales de vencedores, similares y aspirantes a serlo. Se impone pues, un tiempo de reflexión y de responsabilidad. Una cosa es la legalidad y otra muy distinta, la realidad de un pueblo. Un pacto PSE-PP es posible y legítimo, y además un compromiso electoral. Y deseable. Y extrapolable a otros puntos geográficos. Pero sigue siendo un pacto que divide. La realidad del pueblo vasco es otra.
El PNV, aunque no alcanzó la mayoría de escaños, podría haberlos alcanzado si todo aquel voto nulo hubiera votado un voto útil nacionalista. Y es triste que así sea y así se hable, pero hay que tener en cuenta que todo aquel porcentaje de voto nulo, toda aquella población que se declara beligerante con la Constitución, está allí, está presente en la calle, y por tanto, no hay que darle excusa para que salga a ocupar la misma.
Y el PNV esto lo sabe, como también el PSE y el PP. Y es en el conocimiento de la situación donde las chulerías electorales sobran. La responsabilidad obliga, como mínimo, a un entendimiento con el PNV. Otra cosa será como queda este entendimiento y en qué condiciones, si un pacto a dos o a tres. Y si alguien, tiene que quedar desbancado, tiene que ser un partido de los llamados constitucionalistas, llámesele PP o PSE, tanto da. Pero lo suyo es que el nacionalismo vasco debe de estar presente, por el bien de todos -más bien por el bien de los constitucionalistas-, en el gobierno autónomo.
Y debe ser una decisión tomada por pura responsabilidad. La representación nacionalista en el gobierno autónomo garantizará que el nacionalista -por lo menos el moderado-, no ocupará la calle, no se extremará y que por lo menos, condenará las aberraciones futuribles de sus otros mal llamados nacionalistas, cuando menos, mal llamados demócratas. El recluir al PNV a la oposición, puede servir de mala excusa para que unos aberrantes provocadores, provoquen altercados callejeros, bajo la sonrisa irónica de parte de sus correligionarios.
Y no es tan impensable, no. En otras ocasiones ya compartieron gobierno los nacionalistas del PNV con los socialistas del PSE. Y si aquella vez fue posible, y en España había un gobierno fuerte, y un presidente más fuerte aún, ¿porqué arriesgarnos ahora cuando la realidad de España es muy distinta, con una crisis galopante, con un gobierno flojo y un presidente que lo es más aún?.
¿Acaso cree nuestro invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, que con su elocuencia dejará indiferente a todo un pueblo vasco? Un pueblo vasco que ha conseguido todo lo que ha querido de gobiernos más fuertes y más beligerantes. Un pueblo vasco que es muy servicial y trabajador sí, pero muy suyo y empecinado. Un pueblo vasco que marca su terreno, que se siente diferente y en cierta manera, se le consiente y se le ha consentido que así fuera. ¿Acaso ZP pretende modificar la mentalidad de todo un pueblo, por unos resultados ajustados? ¿No es mejor un acuerdo a tres, que a dos contra-natura?
Pero claro, en tiempos de crisis, lo que importa es alcanzar la mitad más uno, sin importar el rendimiento de aquella mitad durante todo el ejercicio, o en un periodo determinado de legislaturas. Y Solbes ya no está en condiciones de docencia. La envidia a Bermejo, le ha puesto la excusa por bandeja. Luego, no quiere quedarse en el paro….. ¡Y muchos otros tampoco!. ¡No fastidia!.
¿Qué encontraría Garzón -entre viaje y viaje- en las instituciones vascas si la fiscalía anticorrupción entrara en ellas?. Habrá que esperar las decisiones oportunas. La responsabilidad, al fin y al cabo, suele estar reñida con las instituciones. Por lo menos allí hay corporativismo. Ocurre –o se omite- tanto en las instituciones nacionalistas como en las constitucionalistas.
PUBLICADO EL 16 MARZO 2009, EN EL DIARIO MENORCA.