Pues sí, así los definen, de expertos. Pero ¿qué es un experto?. La lógica nos conduce a pensar que es una persona experimentada, formada culturalmente para opinar sobre un tema que conoce adecuadamente,.. y aquí viene la controversia. Según el diccionario de la Real Academia, experto puede ser un experimentado, sí, un perito a quien se recurre a fin de que informe desde su conocimiento, pero ¿qué se puede informar sobre el aborto? Los científicos y ginecólogos ¿explicarán como se efectúa?. Los sicólogos ¿explicarán las secuelas que puede conllevar?. Los juristas ¿interpretarán las leyes actuales, expondrán la terminología jurídica que debe redactarse para crear más o menos ambigüedad o simplemente darán su opinión sobre lo que ellos creen que debería decir la ley sobre ello?.
Como es de suponer que estos llamados expertos habrán dado sólo su opinión y las excusas legales a que atenerse, ¿porqué no preguntar a los demás “expertos” que formamos el cuerpo electoral de esta nación? ¿acaso no tenemos bastante pedigrí para poder opinar sobre un tema tan importante?. ¿O simplemente por ser ciudadanos de a pié no podemos dar nuestra opinión?
Pues, según la señora ministra, no. Sus expertos y sus opiniones creen que quien puede decidir con tener una relación, tiene que poder decidir qué hacer con el resultado de aquella relación. Es más, nuestra invicta ministra incluso crea cátedra. Nos dice que quien tiene capacidad para elegir quedar embarazada, también tiene capacidad para “desembarazarse”. Y le preguntaría a la señora ministra si la capacidad ésta a la que se refiere, de haber sido responsable, ¿no cree que a las pocas semanas, horas tal vez, de producirse, seguiría sin cambiar de opinión?. Y la cátedra sigue sentándose. Así, dice que la ley del aborto protegerá al no nacido desde el momento en el que ya no necesite de su madre para sobrevivir, y este momento lo sitúa en la semana veintidós del embarazo. O sea, hasta las veintidós semanas, el dueño del feto es la madre, aunque ésta sea una jovencita menor de edad, pero ojo, que a partir de las veintidós semanas, allá el con el problema. Una inyección de oxitocina y a nacer, o a morir, vaya uno a saber, pero eso sí, los expertos lo dejan bien claro, que para esto se han empapado y bien, los artículos que favorecen sus opiniones: si muere antes de nacer, o se muere en las veinticuatro horas siguientes, no es problema ya que no es reconocido como tal. Si muere después, pues será que era inmaduro…., Y si sobrevive, pues allí viene el problema. O eso deben pensar ellos –si es que lo han pensado-. ¿Qué hacer con un recién nacido al que su madre, no lo ha querido y al querer deshacerse de él, le ha dado vida? ¿Se le da en adopción, se le interna en orfanatos….? ¿Por qué no dejarlos nacer a los demás y que se decida luego?
¿O es que acaso lo expertos saben que serán muy pocos quienes a las veintidós semanas sobrevivan y no les crea problema alguno esta nueva definición de plazos abiertos? Entonces, de ser así, los expertos contradicen a la ministra. Y eso no cuela. No cuela porque los expertos, han sido elegidos para que opinen la versión oficial y no otra. Y la oficial era la que se dijo en su momento preelectoral. Aquella promesa incumplida, vamos.
Y es que cuando nuestro invicto presidente mencionó que el aborto no sería libre, pero eso sí, se crearía una corriente de opinión y desde esta corriente se decidiría, todos quienes ya conocemos el percal, sabíamos que la plena legalización del aborto –perdón, interrupción voluntaria del embarazo- no tenía marcha atrás. Y no es que nos engañara no, simplemente que se debió volver a equivocarse, como ya nos tiene acostumbrados a sus súbditos lacayos.
Aunque eso sí, cambiando términos. El término aborto suena más a asesinato que a derecho, hay que reconocerlo. En cambio el término IVE –interrupción voluntaria del embarazo- , parecido al IVA pero sin costar dinero alguno al usuario, aunque sí al resto de contribuyentes, suena más a derecho de la embarazada sobre el feto, que al revés. Y no digamos cuando al asesinato a partir de las veintidós semanas ya ni suena a derecho ni a nada, suena a expulsión del terreno de juego, como si fuera algo que molestara, como un parásito que invade cuerpo ajeno. ¿Y para esto necesitamos a tanto experto y a tanto comité?
¿Se encargará el mismo comité de expertos en solucionar la crisis? ¿Se encargará el mismo comité de expertos en renovar la enésima quinta reforma del código penal? ¿Se encargará el mismo comité de expertos en solucionar los problemas energéticos, de terrorismo, de seguridad ciudadana, de los impuestos, de la inmigración….? ¿Tienen los ministerios un perfil determinado para la creación de los expertos de sus respectivos comités de asesoramiento?
Uno ya no encuentra respuesta a tanta pregunta, o simplemente sólo encuentra una, la misma para todas. Por un momento dirige su mirada a un punto de mira más cercano. En la prensa local no hay día que no aparezca una insinuación de amiguismo en la administración pública. ¡Y sin necesidad de convocar ningún comité de expertos ni nada que se les parezca!. ¡Y sin necesidad de ningún juez ni fiscal anticorrupción que los vigile!. ¿Por qué entonces disfrazar la realidad si las cosas pueden hacerse de lo más legal que uno le apetezca!. ¡Y luego, desde Madrid nos tratan de provincianos!. Si el Lazarillo de Tormes se escribió en tierra menorquina… ¡Qué sabrán ellos!.
Como es de suponer que estos llamados expertos habrán dado sólo su opinión y las excusas legales a que atenerse, ¿porqué no preguntar a los demás “expertos” que formamos el cuerpo electoral de esta nación? ¿acaso no tenemos bastante pedigrí para poder opinar sobre un tema tan importante?. ¿O simplemente por ser ciudadanos de a pié no podemos dar nuestra opinión?
Pues, según la señora ministra, no. Sus expertos y sus opiniones creen que quien puede decidir con tener una relación, tiene que poder decidir qué hacer con el resultado de aquella relación. Es más, nuestra invicta ministra incluso crea cátedra. Nos dice que quien tiene capacidad para elegir quedar embarazada, también tiene capacidad para “desembarazarse”. Y le preguntaría a la señora ministra si la capacidad ésta a la que se refiere, de haber sido responsable, ¿no cree que a las pocas semanas, horas tal vez, de producirse, seguiría sin cambiar de opinión?. Y la cátedra sigue sentándose. Así, dice que la ley del aborto protegerá al no nacido desde el momento en el que ya no necesite de su madre para sobrevivir, y este momento lo sitúa en la semana veintidós del embarazo. O sea, hasta las veintidós semanas, el dueño del feto es la madre, aunque ésta sea una jovencita menor de edad, pero ojo, que a partir de las veintidós semanas, allá el con el problema. Una inyección de oxitocina y a nacer, o a morir, vaya uno a saber, pero eso sí, los expertos lo dejan bien claro, que para esto se han empapado y bien, los artículos que favorecen sus opiniones: si muere antes de nacer, o se muere en las veinticuatro horas siguientes, no es problema ya que no es reconocido como tal. Si muere después, pues será que era inmaduro…., Y si sobrevive, pues allí viene el problema. O eso deben pensar ellos –si es que lo han pensado-. ¿Qué hacer con un recién nacido al que su madre, no lo ha querido y al querer deshacerse de él, le ha dado vida? ¿Se le da en adopción, se le interna en orfanatos….? ¿Por qué no dejarlos nacer a los demás y que se decida luego?
¿O es que acaso lo expertos saben que serán muy pocos quienes a las veintidós semanas sobrevivan y no les crea problema alguno esta nueva definición de plazos abiertos? Entonces, de ser así, los expertos contradicen a la ministra. Y eso no cuela. No cuela porque los expertos, han sido elegidos para que opinen la versión oficial y no otra. Y la oficial era la que se dijo en su momento preelectoral. Aquella promesa incumplida, vamos.
Y es que cuando nuestro invicto presidente mencionó que el aborto no sería libre, pero eso sí, se crearía una corriente de opinión y desde esta corriente se decidiría, todos quienes ya conocemos el percal, sabíamos que la plena legalización del aborto –perdón, interrupción voluntaria del embarazo- no tenía marcha atrás. Y no es que nos engañara no, simplemente que se debió volver a equivocarse, como ya nos tiene acostumbrados a sus súbditos lacayos.
Aunque eso sí, cambiando términos. El término aborto suena más a asesinato que a derecho, hay que reconocerlo. En cambio el término IVE –interrupción voluntaria del embarazo- , parecido al IVA pero sin costar dinero alguno al usuario, aunque sí al resto de contribuyentes, suena más a derecho de la embarazada sobre el feto, que al revés. Y no digamos cuando al asesinato a partir de las veintidós semanas ya ni suena a derecho ni a nada, suena a expulsión del terreno de juego, como si fuera algo que molestara, como un parásito que invade cuerpo ajeno. ¿Y para esto necesitamos a tanto experto y a tanto comité?
¿Se encargará el mismo comité de expertos en solucionar la crisis? ¿Se encargará el mismo comité de expertos en renovar la enésima quinta reforma del código penal? ¿Se encargará el mismo comité de expertos en solucionar los problemas energéticos, de terrorismo, de seguridad ciudadana, de los impuestos, de la inmigración….? ¿Tienen los ministerios un perfil determinado para la creación de los expertos de sus respectivos comités de asesoramiento?
Uno ya no encuentra respuesta a tanta pregunta, o simplemente sólo encuentra una, la misma para todas. Por un momento dirige su mirada a un punto de mira más cercano. En la prensa local no hay día que no aparezca una insinuación de amiguismo en la administración pública. ¡Y sin necesidad de convocar ningún comité de expertos ni nada que se les parezca!. ¡Y sin necesidad de ningún juez ni fiscal anticorrupción que los vigile!. ¿Por qué entonces disfrazar la realidad si las cosas pueden hacerse de lo más legal que uno le apetezca!. ¡Y luego, desde Madrid nos tratan de provincianos!. Si el Lazarillo de Tormes se escribió en tierra menorquina… ¡Qué sabrán ellos!.
PUBLICADO EL 11 MARZO 2009, EN EL DIARIO MENORCA.