EL DIQUE Y LOS DUQUES DE CIUTADELLA (una historia de caballos)

Cuando hace unas semanas recibí un e-mail con un power-point que hacía referencia al porqué el transbordador espacial tenía unas características y no otras, se me encendió la bombilla con el caso de Ciutadella. De Ciutadella y también el de Maó, ¡faltaría más!.

Y para que los de Ponent no puedan sentirse ofendidos, empezaré por mi propio Mô. Hace de ello, treinta y tantos años, en unas fiestas de Gracia –Nuestra Señora de Gracia- y por aquello de buscar excusa para seguir las directrices mandadas de quién sabe donde, unos cuantos, más cuantos que unos, se dedicaron a estropearnos las fiestas por aquello de preservar el parque del Freginal. Un lugar que ahora es, pero antes, ni era parque ni era nada, sólo un campo de futbol y una noria.

Aquel proyecto pretendía construir un aparcamiento a nivel del suelo y salvando el desnivel de la calle, todo un parque –un pulmón, que se diría más adelante-. Pero no, aquella revuelta dejó aquel proyecto arrinconado donde fuera, añorado por algunos, defenestrado por otros.

Han pasado treinta y tantos años, y por aquello de la memoria histórica, por aquello del respeto por aquellos quienes corrieron ante los grises del momento, por las siglas de aquellos provocadores, o simplemente por el anagrama de ecologistas que se han ido colgando, difícilmente se podrá gozar de aquel aparcamiento subterráneo y de toda aquella extensión verde, que aquella visión de futuro proyectaba en su momento.

Otro tanto ocurrió, por ejemplo en Es Grau, donde por aquellas décadas se proyectaba la continuación de otro muelle con sus puntos de amarre y demás. Pero no, prefirieron que décadas más tarde, en nuestros días, las embarcaciones invadan el terreno de los bañistas y no se dispongan –ni se proyecten, por aquello del impacto visual- pantalanes a fin de recolocar embarcaciones propias y ajenas.

La mal llamada protección del medio ambiente, tan cacareada en todo momento, da al traste con la pura realidad. Parece como si el dirigente desconociera que en la ordenación, se protege más y mejor, que cuando hay un descontrol y un libre albedrío.

Y en Mô mismo tenemos otro ejemplo, y este a tener en cuenta. Los pantalanes del puerto que tanto revuelo armaron en su día, manifestaciones en la calle incluida, no fueron escuchadas por la administración –cosa que sí ocurrió con lo del Freginal- y allí están, incorporados a la fisonomía del puerto y sin ningún impacto visual que nadie reclame. Ni tampoco parece serlo los edificios colindantes ni la ladera escarbada.

Bueno, ahora cuando ya me he metido con Mô, voy a intentar meterme con el famoso dique de Ciutadella. Que si, que no, que si Dic, que si dic no…. Bueno, toda la historia, y todas las decisiones. Ahora resulta que los que mandan dicen que de cruceros nada de nada. También se habla de los famosos duques de alba y demás, de Romanones y de San Petesburgo, pero unos con excusas monetarias, otros simplemente porque son verdes, inmaduros o quien sabe que, dicen que no.

Y otros simplemente por el contrato firmado de un acuerdo que les llevara a la poltrona. Y de esta forma queda sentenciado todo el futuro de Ciutadella por una decisión tomada quien sabe en qué sala, barra o lugar de ocio.

El caso del transbordador espacial nada tiene que ver con salas de ocio o despachos acolchados. Tiene más que ver con al historia de dos culos de caballos. Sí, como lo leen, dos culos de caballos, sus dimensiones más bien, tienen la culpa que unos depósitos de combustibles, sean de unas dimensiones y no de otras.

Y ahora viene el plagio. Lo firmó un tal R.O.M, y quien sabe de dónde proviene el mismo. En el PP –power-point- aparece el trasbordador espacial con sus dos grandes depósitos auxiliares de combustible, adosados al principal. Siguen más explicaciones técnicas y añade que los ingenieros que los diseñaron hubieran preferido que fuesen mayores, pero no pudo ser porque estos depósitos tenían que transportarse por tren hasta la base de lanzamiento.

Y aquí empieza el meollo. La línea férrea entre la fábrica y el Cabo Cañaveral cruza las Montañas Rocosas a través de un túnel, que no permite el paso de depósitos de mayor tamaño. Y aquí viene la primera pregunta del millón: ¿por qué de estas dimensiones?

Y la respuesta parece sencilla: la anchura de los túneles viene determinada por la anchura del tren. Ésta a su vez tiene relación directa en la separación de los raíles. Y en EEUU esta distancia estándar es de un metro y cuarenta centímetros.

¿Y por qué?. Pues sencillamente porque los ferrocarriles norteamericanos se construyeron igual que los británicos, por ingenieros ingleses, quienes pensaron que era buena idea ya que permitiría usar locomotoras inglesas –vaya con los ingleses-.

Y otra pregunta del millón: ¿por qué los ingleses los construyeron de esta forma y no de otra? Y sigue el PP, porque las primeras líneas de ferrocarril fueron diseñadas por los mismos ingenieros que construyeron los tranvías, que ya utilizan esta misma medida. Y esta misma distancia fue impuesta porque los constructores de tranvías eran los mismos que anteriormente construían carros y utilizaban los mismos métodos y mismas herramientas.

Y siguen preguntas y respuestas. Y los carros utilizaban estas medidas porque en toda Europa las roderas de los caminos están ya marcadas y cualquier otra medida hubiese provocado la rotura de los ejes de los carros. Y sigue más y más. Resulta que los caminos tenían la misma separación entre las roderas porque los caminos se remontaban a los tiempos de los romanos y éstos se hicieron para el desplazamiento de sus legiones. Y sigue …. Y estas medidas viene determinadas porque los carros de guerra romanos estaban tirados por dos caballos. Los caballos, galopando uno al lado de otro, debían tener la suficiente separación para no molestarse. Con el fin de mejorar la estabilidad del carro, las ruedas no debían coincidir con las pisadas de los caballos y a la vez, no estar demasiadas separadas para no causar accidentes.

Y aquí la primer conclusión de este PP: La separación entre los carriles del ferrocarril norteamericano, y por ende, de los depósitos del transbordador espacial, viene determinado por las dimensiones del culo del caballo de hace más de dos mil años…..

La segunda es más directa y tendría igual cabida para el caso del futuro dique de Ciutadella, para el desdoblamiento de la carretera general, para el caso del Freginal y para cuántas otras actuaciones se deban a intereses partidistas, antes que a una visión de futuro. Y por eso mismo la obviaré.

Además, todos sabemos, más tarde, más temprano, del por qué de las cosas, decisiones y demás.

¿Qué cambiaría de conocer si una decisión se ha tomado con la cabeza o pensando con el c… de un caballo? ¿Quién tendrá la culpa de que los cruceros que puedan llegar a Ciutadella sean de unas dimensiones más pequeñas que los que puedan llegar a Maó? ¿Acaso cambiarán el sentido del voto? ¿Cuándo se ha cambiado el sentido de un voto, si no es en el caso de algún tránsfuga o de alguien que viaja por libre y por su único propio interés?

Ahora sólo falta esperar tres o cuatro décadas y observar qué dicen los protagonistas del momento futuro. ¿Será falta de visión, de interés o simplemente por aquella crisis económica que alguno recordará como algo ya pretérito digno de estudiar en las escuelas? ¿Mantendrán viva aún la excusa de la desavenencia histórica Mô-Ciutadella?.
mayo 09