En política, esto de conectar con el público –el votante, en periodo pre-electoral, y el ciudadano, en el resto del periodo- debería ser uno de los principios en que reposaran los principales argumentos en que basar el curriculum de uno. Pero el quehacer diario nos viene demostrando que no, o al menos en cuanto se trata de conectar con la segunda de las partes, el ciudadano, y además teniendo en cuenta el periodo que abarca este segundo tramo.
Al principio te vas sorprendiendo de algunas noticias, pero a medida que el tiempo transcurre con los mismos personajillos públicos, tu sentido del ridículo ya te hace pasar desapercibido ante cualquier noticia que aparece en los medios de comunicación. Al principio deseas, y más ahora que empieza la época estival, que no te identifiquen como súbdito del gracioso gobierno que te ha tocado padecer, pero cuando este deseo se topa contra la impotencia y los mecanismos de defensa están agotados física e intelectualmente, decides obviar todo sentimiento patrio y si no fuera porque el fisco te lo recuerda cada anualidad, la municipalidad cada trimestre, y las eléctricas y telefónicas cada mes, intentarías pasar desapercibido y vivir alejado de la sociedad.
Pero no, la sociedad es terca, como sus mandatarios y no te deja vivir al margen. Te margina, eso sí, pero no deja que seas tu quien te olvides y niegues de ella. Así las cosas, cuando la gripe porcina –perdón, la del tipo A y demás- amenaza salir de México, allí toman todas las medidas que creen necesarios a fin controlar a quien sale. Pero en España no. Y no todo lo contrario, como se podría escribir para jugar con las palabras, sino simplemente España no hace nada, lo que se diría, cero zapatero. O al menos esto declaraba uno de los españoles que llegaron en un vuelo regular desde México, ataviados con la mascarilla preventiva y nadie, ni la novel ministra de la Sanidad pública, ni ninguno de sus súbditos a sus ordenes, estaba en el aeropuerto con el fin de controlar quien y cómo entraba a nuestro país.
Y para que no se le tache de racista, este ausente funcionario no enviado por la ministra, ni controlaba a los españoles ni a los extranjeros –mexicanos incluidos- que entraba en nuestras llamadas fronteras. Así, tampoco es de extrañar que cuarenta y tantos casos se hayan producido en nuestro país. Y muy por seguro que esta gripe denominada con la letra A y tantas otras más –no sea que nos inmovilicen a los cerdos y de éstos tenemos muchos en España- , que no síndrome gripal, no se ha extendido a más población por la responsabilidad y sentido común que han hecho gala estos viajeros. Que si no, ya nos dirá la ministra cómo consigue parar una invasión de estos bichos minúsculos que se trasladan por la saliva y otros, si hasta dentro de cuatro meses no estarán en circulación los virales estos, de los que tanto se habla. ¡Y ya me dirá a qué coste, cuando dentro de cuatro meses ya no se hablará de ello!.
Y de costes, sí que parecían hablar el otro día dos políticos mallorquines. Y claro, uno se sorprende. Resulta que un conseller balear estaba preocupado por la suerte que corrían los negocios de un empresario turístico mallorquín que ha tenido que cerrar varios hoteles en México debido a que la gente no viaja a aquel país. A su vez, otro mallorquín, político de segundo nivel en la escala del ministerio correspondiente, manifestaba lo propio por las pérdidas gananciales de este empresario. ¿Qué nos preocupa más, los hoteles cerrados en España con la repercusión de españoles en sin contratos, o el negocio que pueda dejar de hacer un señor mallorquín en tierras extranjeras? ¡Alucinas, vamos!.
Pero claro, el nombre es el nombre. Pero ya no el nombre, sino el número es lo que realmente importa según se dice, en los concursos para adjudicar las obras del llamado plan E. Plan E, porque no es ni A, ni B, ni C, y ni por supuesto D. ¿Acaso los planes A,B,… no surtieron efecto? ¿Acaso atajaron el camino y fueron encaminados directamente al que presentaba su quinta posición? ¿E de electoralismo o de empleo?.
Está claro que el plan A, o del Ahorro, no interesaba a nadie. Si como se puede observar en las preocupaciones de los políticos mallorquines, lo importante es el empresario, el ahorro no juega con la baraja de la administración. Quince obreros sobre un andamio cuestan más que tres. Aunque uno siempre pensando en aquello de la regla de tres, o las proporcionalidades directas, como se les dirán ahora, diría que quince obreros lo finiquitarán en menos tiempo y por tanto el presupuesto será idéntico, pero no. La cuestión induce a pensar que lo importante es el tanto por ciento de beneficio industrial.
Pero para esto estaba el plan B, de Beneficios, benefactores. Y como no, el plan C, de cobro y el Plan D, de deuda. Y nada de esto interesaba. Necesitábamos un plan E, de ejemplo, de empleo, de empresarios y sobre todo, ojo al dato, de electoralismo. Sí, electoralismo, sino ya me dirán que hacen estos letreros que de ahorro nada de nada, invaden parte de las obras con su logotipo de Plan E. ¿Cuánto se deben haber gastado los presupuestos públicos en costear tales letreros? Me asusta pensar en los miles y miles de carteles distribuidos en toda la geografía española a un coste de varios miles de euros….. , pero bueno, no hay más ciego que quien no quiere ver.
Otros, que de todo hay, empezarán a contar los obreros contratados. No sabrán si son del oficio ni de donde han venido. Tampoco lo preguntaremos no sea que nos den un “¿por qué no te callas?” de respuesta. Pero de haberlos, haylos. Y aún así no conseguimos parar el paro. Ni recolocarlos a todos. ¿No sería más provechoso que la administración fuera quien contratara a estos obreros y que aumentaran el número de obras públicas? ¿O es que acaso hay que dejar cosas sin hacer, para cuando la crisis haya terminado? ¿O es que hay necesidad imperiosa de terminar el dinero cuanto antes?.
Quienes no quedarán sin dinero serán los bancos. O al menos, uno con el que opero. O me operan, más bien. Cada seis meses tengo que recordarles que de comisiones nada de nada, que en la cuenta en cuestión, está prohibido por la normativa. Y ellos, muy educados, me la devuelven. Y vuelta a empezar, hasta que un día, me olvide, mi cerebro se atrofie, y negocio al banco. Ya lo dice el dicho, ¡la Banca nunca pierde!. ¡Ni aún cuando crea ella solita –y con ayuda de los pelotazos- la crisis actual!.
¿No habrá sido una maniobra para ganar más dinero? Uno ya no se sorprende. Al menos, intentarán quitarse algunas competencias de en medio. Y uno quería proponer una medida contra la crisis, pero prefiere quedarse en silencio, visto lo visto. Pretendía que, dado que la crisis se acrecienta y se va consolidando en muchas familias y demás, porqué no congelar las partidas presupuestarias que tanto entidades financieras, como la hacienda pública vía presupuestos generales, municipales, autonómicos y demás, se destinan al tercer mundo, y este montante económico no se dedica a ayudar a nuestros propios pobres. Pero no, algo en mi interior me aconseja permanezca acallado, sin tocar tecla alguna, no sea que se me acuse de insolidario. Y es que para dar lo que no es de uno, todo el mundo vale. O al menos, dar opción a poner alguna cruz en algún lugar diseñado a tal fin.
Claro que también habrá que contratar a alguien para que determine dónde poner la casilla. Y esto también tiene su coste económico. Otro plan E, a las puertas. Ya tenemos otra cosa en qué preocuparnos. Y en estas fechas, tenemos muchas preocupaciones: elecciones, crisis, TDT…. ¿Cuánta cuesta la propaganda institucional de la TDT? ¿Qué interés hay en que la gente lo sepa quince o treinta veces? ¿No es suficiente avisar y apagar? ¿Acaso nos avisan de otros cambios que son más necesarios para la ciudadanía?
Al principio te vas sorprendiendo de algunas noticias, pero a medida que el tiempo transcurre con los mismos personajillos públicos, tu sentido del ridículo ya te hace pasar desapercibido ante cualquier noticia que aparece en los medios de comunicación. Al principio deseas, y más ahora que empieza la época estival, que no te identifiquen como súbdito del gracioso gobierno que te ha tocado padecer, pero cuando este deseo se topa contra la impotencia y los mecanismos de defensa están agotados física e intelectualmente, decides obviar todo sentimiento patrio y si no fuera porque el fisco te lo recuerda cada anualidad, la municipalidad cada trimestre, y las eléctricas y telefónicas cada mes, intentarías pasar desapercibido y vivir alejado de la sociedad.
Pero no, la sociedad es terca, como sus mandatarios y no te deja vivir al margen. Te margina, eso sí, pero no deja que seas tu quien te olvides y niegues de ella. Así las cosas, cuando la gripe porcina –perdón, la del tipo A y demás- amenaza salir de México, allí toman todas las medidas que creen necesarios a fin controlar a quien sale. Pero en España no. Y no todo lo contrario, como se podría escribir para jugar con las palabras, sino simplemente España no hace nada, lo que se diría, cero zapatero. O al menos esto declaraba uno de los españoles que llegaron en un vuelo regular desde México, ataviados con la mascarilla preventiva y nadie, ni la novel ministra de la Sanidad pública, ni ninguno de sus súbditos a sus ordenes, estaba en el aeropuerto con el fin de controlar quien y cómo entraba a nuestro país.
Y para que no se le tache de racista, este ausente funcionario no enviado por la ministra, ni controlaba a los españoles ni a los extranjeros –mexicanos incluidos- que entraba en nuestras llamadas fronteras. Así, tampoco es de extrañar que cuarenta y tantos casos se hayan producido en nuestro país. Y muy por seguro que esta gripe denominada con la letra A y tantas otras más –no sea que nos inmovilicen a los cerdos y de éstos tenemos muchos en España- , que no síndrome gripal, no se ha extendido a más población por la responsabilidad y sentido común que han hecho gala estos viajeros. Que si no, ya nos dirá la ministra cómo consigue parar una invasión de estos bichos minúsculos que se trasladan por la saliva y otros, si hasta dentro de cuatro meses no estarán en circulación los virales estos, de los que tanto se habla. ¡Y ya me dirá a qué coste, cuando dentro de cuatro meses ya no se hablará de ello!.
Y de costes, sí que parecían hablar el otro día dos políticos mallorquines. Y claro, uno se sorprende. Resulta que un conseller balear estaba preocupado por la suerte que corrían los negocios de un empresario turístico mallorquín que ha tenido que cerrar varios hoteles en México debido a que la gente no viaja a aquel país. A su vez, otro mallorquín, político de segundo nivel en la escala del ministerio correspondiente, manifestaba lo propio por las pérdidas gananciales de este empresario. ¿Qué nos preocupa más, los hoteles cerrados en España con la repercusión de españoles en sin contratos, o el negocio que pueda dejar de hacer un señor mallorquín en tierras extranjeras? ¡Alucinas, vamos!.
Pero claro, el nombre es el nombre. Pero ya no el nombre, sino el número es lo que realmente importa según se dice, en los concursos para adjudicar las obras del llamado plan E. Plan E, porque no es ni A, ni B, ni C, y ni por supuesto D. ¿Acaso los planes A,B,… no surtieron efecto? ¿Acaso atajaron el camino y fueron encaminados directamente al que presentaba su quinta posición? ¿E de electoralismo o de empleo?.
Está claro que el plan A, o del Ahorro, no interesaba a nadie. Si como se puede observar en las preocupaciones de los políticos mallorquines, lo importante es el empresario, el ahorro no juega con la baraja de la administración. Quince obreros sobre un andamio cuestan más que tres. Aunque uno siempre pensando en aquello de la regla de tres, o las proporcionalidades directas, como se les dirán ahora, diría que quince obreros lo finiquitarán en menos tiempo y por tanto el presupuesto será idéntico, pero no. La cuestión induce a pensar que lo importante es el tanto por ciento de beneficio industrial.
Pero para esto estaba el plan B, de Beneficios, benefactores. Y como no, el plan C, de cobro y el Plan D, de deuda. Y nada de esto interesaba. Necesitábamos un plan E, de ejemplo, de empleo, de empresarios y sobre todo, ojo al dato, de electoralismo. Sí, electoralismo, sino ya me dirán que hacen estos letreros que de ahorro nada de nada, invaden parte de las obras con su logotipo de Plan E. ¿Cuánto se deben haber gastado los presupuestos públicos en costear tales letreros? Me asusta pensar en los miles y miles de carteles distribuidos en toda la geografía española a un coste de varios miles de euros….. , pero bueno, no hay más ciego que quien no quiere ver.
Otros, que de todo hay, empezarán a contar los obreros contratados. No sabrán si son del oficio ni de donde han venido. Tampoco lo preguntaremos no sea que nos den un “¿por qué no te callas?” de respuesta. Pero de haberlos, haylos. Y aún así no conseguimos parar el paro. Ni recolocarlos a todos. ¿No sería más provechoso que la administración fuera quien contratara a estos obreros y que aumentaran el número de obras públicas? ¿O es que acaso hay que dejar cosas sin hacer, para cuando la crisis haya terminado? ¿O es que hay necesidad imperiosa de terminar el dinero cuanto antes?.
Quienes no quedarán sin dinero serán los bancos. O al menos, uno con el que opero. O me operan, más bien. Cada seis meses tengo que recordarles que de comisiones nada de nada, que en la cuenta en cuestión, está prohibido por la normativa. Y ellos, muy educados, me la devuelven. Y vuelta a empezar, hasta que un día, me olvide, mi cerebro se atrofie, y negocio al banco. Ya lo dice el dicho, ¡la Banca nunca pierde!. ¡Ni aún cuando crea ella solita –y con ayuda de los pelotazos- la crisis actual!.
¿No habrá sido una maniobra para ganar más dinero? Uno ya no se sorprende. Al menos, intentarán quitarse algunas competencias de en medio. Y uno quería proponer una medida contra la crisis, pero prefiere quedarse en silencio, visto lo visto. Pretendía que, dado que la crisis se acrecienta y se va consolidando en muchas familias y demás, porqué no congelar las partidas presupuestarias que tanto entidades financieras, como la hacienda pública vía presupuestos generales, municipales, autonómicos y demás, se destinan al tercer mundo, y este montante económico no se dedica a ayudar a nuestros propios pobres. Pero no, algo en mi interior me aconseja permanezca acallado, sin tocar tecla alguna, no sea que se me acuse de insolidario. Y es que para dar lo que no es de uno, todo el mundo vale. O al menos, dar opción a poner alguna cruz en algún lugar diseñado a tal fin.
Claro que también habrá que contratar a alguien para que determine dónde poner la casilla. Y esto también tiene su coste económico. Otro plan E, a las puertas. Ya tenemos otra cosa en qué preocuparnos. Y en estas fechas, tenemos muchas preocupaciones: elecciones, crisis, TDT…. ¿Cuánta cuesta la propaganda institucional de la TDT? ¿Qué interés hay en que la gente lo sepa quince o treinta veces? ¿No es suficiente avisar y apagar? ¿Acaso nos avisan de otros cambios que son más necesarios para la ciudadanía?
mayo 09