Este mes se cumplirá un año del que me colé en vuestro boletín. Me ausenté durante varios meses, para reanudar la relación con el número de noviembre pasado. Y febrero vuelve a estar presente. Se ha terminado la cuesta-pendiente-rampa de enero, las rebajas y demás, y llega el tan cacareado San Valentín.
Intentaré que este escrito sea consecuente con mis propios pensamientos. Así, si en el escrito del año pasado proponía el amoramiento en vez del enamoramiento, este no va a ser distinto.
Esta vez no voy a recurrir a frases filosóficas ni a las de libro de texto. Voy, simplemente a recurrir a las páginas que nos enseña la vida misma. San Valentín sin duda no tiene culpa alguna, pero sí algunos visionarios comerciantes que amparados en este santo hacen su agosto en febrero.
Fiel al escrito de febrero anterior, mantendré la hipótesis de que lo principal, el rotor de la sociedad, tiene que ser el amor. Pero ¿qué tipo de amor? Hay tantos… Y no me refiero a los de pícara sonrisa. Me refiero a la relación de ellos, a saber: de pareja, filiales, solidarios…. ¿Por qué cuando nos referimos al amor siempre la primera neurona que se pone en marcha se dirige al amor de pareja? ¿Acaso no hay el amor madre-hijo? ¿Acaso todo el entramado del voluntariado social no es ejemplo de amor?
El siempre presente dúo dar-recibir que acompaña toda relación de amor, está presente en todas y cada una de estas manifestaciones hacia los demás. ¿Por qué no dedicar una fecha a este amor? ¿Acaso la visión comercial no vería aumentada sus ganancias si además de la festividad de los enamorados, del día de la madre y del padre, se institucionalizara un día para toda relación de “amor”?.
La dualidad del dar y recibir está intrínseca en toda relación. Lo aprendí en un viaje-peregrinación que realicé -hace de ello más de una decena de años-, por tierras de Tierra Santa. Allí, además de pecadores como uno, había personas inmersas en el lago del amor, y a ellas le debo la experiencia. Cada gratitud manifestada por uno era respondida por la gratitud del otro. Así, cada vez que agradecías una acción del prójimo, éste te agradecía haberle brindado la ocasión para haberte podido ayudar.
Como el de las madres a los hij@s. ¡Que mejor demostración de amor!. Qué mejor ejemplo que el amor que profesan las madres y padres a sus hij@s. Y eso lo sabéis muy bien vosotr@s. Y no digamos cuando los hijos se hacen mayores y en algunos casos se “olvidan” de sus padres, se “desembarazan” –para utilizar términos modernos- de sus progenitores. Los padres –principalmente las madres- seguirán defendiendo, excusando, perdonando a aquellos retoños que la vida ha ido torciendo.
Y el voluntariado de Cáritas y demás voluntariado social, el de Protección Civil, incluso aquella donación, aquella asociación a una entidad benéfica, ONG o la visita o acompañamiento a enfermos y necesitados, también son ejemplos actuales de mensajes de amor.
Y lo anterior no vende. O al menos, no comercialmente hablando. Existe el día del voluntariado, pero no aparece en calendario alguno. Y también está ausente en las vistas del comerciante. Y ya se sabe, lo que no está escrito, no existe. La historia así nos lo ha enseñado.
Y con lo que está escrito….. cuidado. Que la historia también fue presente. Y el presente, cualquier presente, lo mueven, lo producen, lo escriben…. los intereses.
Es como si intentáramos celebrar las Navidades después de las rebajas por aquello de el Papa Noel y los Reyes Magos. Otra transgiversación del marketing comercial de otros –o los mismos- avispados comerciantes.
Pues lo dicho. …. mucho amor a todos.
Feliz día de San Valentín. Feliz día a todos quienes dais amor. Feliz día a todos quienes recibís amor.
Intentaré que este escrito sea consecuente con mis propios pensamientos. Así, si en el escrito del año pasado proponía el amoramiento en vez del enamoramiento, este no va a ser distinto.
Esta vez no voy a recurrir a frases filosóficas ni a las de libro de texto. Voy, simplemente a recurrir a las páginas que nos enseña la vida misma. San Valentín sin duda no tiene culpa alguna, pero sí algunos visionarios comerciantes que amparados en este santo hacen su agosto en febrero.
Fiel al escrito de febrero anterior, mantendré la hipótesis de que lo principal, el rotor de la sociedad, tiene que ser el amor. Pero ¿qué tipo de amor? Hay tantos… Y no me refiero a los de pícara sonrisa. Me refiero a la relación de ellos, a saber: de pareja, filiales, solidarios…. ¿Por qué cuando nos referimos al amor siempre la primera neurona que se pone en marcha se dirige al amor de pareja? ¿Acaso no hay el amor madre-hijo? ¿Acaso todo el entramado del voluntariado social no es ejemplo de amor?
El siempre presente dúo dar-recibir que acompaña toda relación de amor, está presente en todas y cada una de estas manifestaciones hacia los demás. ¿Por qué no dedicar una fecha a este amor? ¿Acaso la visión comercial no vería aumentada sus ganancias si además de la festividad de los enamorados, del día de la madre y del padre, se institucionalizara un día para toda relación de “amor”?.
La dualidad del dar y recibir está intrínseca en toda relación. Lo aprendí en un viaje-peregrinación que realicé -hace de ello más de una decena de años-, por tierras de Tierra Santa. Allí, además de pecadores como uno, había personas inmersas en el lago del amor, y a ellas le debo la experiencia. Cada gratitud manifestada por uno era respondida por la gratitud del otro. Así, cada vez que agradecías una acción del prójimo, éste te agradecía haberle brindado la ocasión para haberte podido ayudar.
Como el de las madres a los hij@s. ¡Que mejor demostración de amor!. Qué mejor ejemplo que el amor que profesan las madres y padres a sus hij@s. Y eso lo sabéis muy bien vosotr@s. Y no digamos cuando los hijos se hacen mayores y en algunos casos se “olvidan” de sus padres, se “desembarazan” –para utilizar términos modernos- de sus progenitores. Los padres –principalmente las madres- seguirán defendiendo, excusando, perdonando a aquellos retoños que la vida ha ido torciendo.
Y el voluntariado de Cáritas y demás voluntariado social, el de Protección Civil, incluso aquella donación, aquella asociación a una entidad benéfica, ONG o la visita o acompañamiento a enfermos y necesitados, también son ejemplos actuales de mensajes de amor.
Y lo anterior no vende. O al menos, no comercialmente hablando. Existe el día del voluntariado, pero no aparece en calendario alguno. Y también está ausente en las vistas del comerciante. Y ya se sabe, lo que no está escrito, no existe. La historia así nos lo ha enseñado.
Y con lo que está escrito….. cuidado. Que la historia también fue presente. Y el presente, cualquier presente, lo mueven, lo producen, lo escriben…. los intereses.
Es como si intentáramos celebrar las Navidades después de las rebajas por aquello de el Papa Noel y los Reyes Magos. Otra transgiversación del marketing comercial de otros –o los mismos- avispados comerciantes.
Pues lo dicho. …. mucho amor a todos.
Feliz día de San Valentín. Feliz día a todos quienes dais amor. Feliz día a todos quienes recibís amor.
PUBLICADO en el número del mes de FEBRERO de 2010, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca.