Dicen que la confianza da asco, y en ésta, estamos. Hoy me he soltado un poco las melenas de mi más bien llamada calvicie y aprovechando esta confianza que me habéis brindado y la que uno mismo se ha dado, entraré -intentaré entrar, mejor- en vuestra intimidad más íntima. Eso sí, siempre con el permiso de Rafa y por supuesto, esperando y deseando obtener el vuestro.
Y ya que estamos en junio, mitad primavera, mitad verano, qué mejor que empezar a deleitarnos con estos calores, esta ropa más ligera, estas incipientes visitas a la playa, a las casetas, a … Y así de sopetón, sin daros casi tiempo a reaccionar , os la suelto: ¿Qué contestaríais si alguien os preguntara por vuestra primera vez?. Sobre todo si se os pregunta delante de familiares, y de una forma más o menos seria, lo que diríamos con “luz y taquígrafos”.
Porque una cosa es hablar delante de amigos, simpatizantes y afines, y otra muy distinta, el de hablar delante gente de “compromiso” ¿eh, pillines?. También es verdad que si la pregunta se le hace a un hombre se espera una respuesta muy distinta a si se le pregunta a una mujer. ¿Por qué?. ¿Acaso las impresiones tienen que ser distintas?.
Y no digamos si estas contestaciones, este diálogo mantenido con el entrevistador, se pueden contrastar con opiniones o medias verdades vertidas por miembros de otras generaciones. Y es que cada generación es distinta. Uno puede empezar a los veinte y tantos, otros a los treinta y porqué no, otros a una edad más precoz.
¿Cuál es la edad ideal? Pues varias serán las variantes que intervendrán en tal o cual decisión. Digo tal o cual, porque el abanico de la entrevista es amplio. Tan amplio como ambiguo.
En diciembre del año noventa y cinco, escribí en la revista Auba de Sant Lluis, un artículo bajo el título “La primera vez”. Con vuestro permiso, el de Rafa y el de la autoridad competente, intentaré reproducir algunos párrafos que escribí en dicho artículo. ….”aquel individuo tenía amigos con experiencia…..era su primera vez. Sabía que ella le estaría esperando. Para la ocasión, antes había entrado en un establecimiento dedicado a estos menesteres…… se decidió por uno de color. Era llamativo, diferente, rompía con la monotonía. El vendedor le explicó como colocárselo, como debía de introducirla en aquel gorrito de colores…..”
Y sigue el escrito, “Al llegar allí, se dispuso a desprenderse de la ropa y tomar un baño bajo aquella refrescante ducha. Una puerta los separaba a ambos. Él sabía que tras aquella puerta estaba ella, solícita a recibirle…… Al abrir la puerta y cruzar el umbral, el ambiente se le hizo cálido, agradable. Allí, tumbada a lo largo y a lo ancho de su lecho, estaba ella, tranquila, serena, esperando a que entraran en ella. Ante aquella visión, el individuo en sí, al comprobar la cálida temperatura en la que era recibido, no pudo por menos, tras un breve contacto, y eso sí, tras colocarse el gorrito de rigor, que deslizarse sobre ella, más bien, penetró en ella. Tras tomar confianza y sentirse cómodo, empezó un contacto continuo, fundido en un abrazo mutuo y húmedo, confundiéndose en el elemento, empezando a salpicar aquel líquido elemento. Jadeando llegó al final de sus fuerzas. Su primer contacto duró poco tiempo. Era suficiente para su primera vez.”
Y el artículo publicado continuaba. No sé si llegado a este punto me permitiréis que continúe o ya me habréis despojado de vuestra confianza. Al fin y al cabo, estáis en vuestro derecho de criticarme, de vetarme o simplemente de ignorarme. No voy a decir que me de igual. No. Por eso mismo, os pediría que me dierais la oportunidad de acabar con lo empezado.
Os daré una pista. Las cosas no son como parecen. A veces, no son como uno se las imagina. Incluso a veces, son bien distintas. Como bien distintas suelen ser las respuestas dadas a unas preguntas inocentes. O insidiosas. O trucadas. O manipuladas.
Esta primera vez que os he relatado, nada tiene que ver con lo que vuestro pensamiento ha querido imaginarse. Como prueba, la continuación del escrito: “…Desde aquella primera vez……, todas las tardes que le es posible, aquel individuo se encamina hacia la piscina, para poder penetrar en aquella cálida agua que le recibe. ……”
Si, sí, la piscina y no otra cosa, era la experiencia relatada en aquel escrito. Cuando alguien os pregunte por “vuestra primera vez”, preguntadle, ¿en qué?.
Y ya que estamos en junio, mitad primavera, mitad verano, qué mejor que empezar a deleitarnos con estos calores, esta ropa más ligera, estas incipientes visitas a la playa, a las casetas, a … Y así de sopetón, sin daros casi tiempo a reaccionar , os la suelto: ¿Qué contestaríais si alguien os preguntara por vuestra primera vez?. Sobre todo si se os pregunta delante de familiares, y de una forma más o menos seria, lo que diríamos con “luz y taquígrafos”.
Porque una cosa es hablar delante de amigos, simpatizantes y afines, y otra muy distinta, el de hablar delante gente de “compromiso” ¿eh, pillines?. También es verdad que si la pregunta se le hace a un hombre se espera una respuesta muy distinta a si se le pregunta a una mujer. ¿Por qué?. ¿Acaso las impresiones tienen que ser distintas?.
Y no digamos si estas contestaciones, este diálogo mantenido con el entrevistador, se pueden contrastar con opiniones o medias verdades vertidas por miembros de otras generaciones. Y es que cada generación es distinta. Uno puede empezar a los veinte y tantos, otros a los treinta y porqué no, otros a una edad más precoz.
¿Cuál es la edad ideal? Pues varias serán las variantes que intervendrán en tal o cual decisión. Digo tal o cual, porque el abanico de la entrevista es amplio. Tan amplio como ambiguo.
En diciembre del año noventa y cinco, escribí en la revista Auba de Sant Lluis, un artículo bajo el título “La primera vez”. Con vuestro permiso, el de Rafa y el de la autoridad competente, intentaré reproducir algunos párrafos que escribí en dicho artículo. ….”aquel individuo tenía amigos con experiencia…..era su primera vez. Sabía que ella le estaría esperando. Para la ocasión, antes había entrado en un establecimiento dedicado a estos menesteres…… se decidió por uno de color. Era llamativo, diferente, rompía con la monotonía. El vendedor le explicó como colocárselo, como debía de introducirla en aquel gorrito de colores…..”
Y sigue el escrito, “Al llegar allí, se dispuso a desprenderse de la ropa y tomar un baño bajo aquella refrescante ducha. Una puerta los separaba a ambos. Él sabía que tras aquella puerta estaba ella, solícita a recibirle…… Al abrir la puerta y cruzar el umbral, el ambiente se le hizo cálido, agradable. Allí, tumbada a lo largo y a lo ancho de su lecho, estaba ella, tranquila, serena, esperando a que entraran en ella. Ante aquella visión, el individuo en sí, al comprobar la cálida temperatura en la que era recibido, no pudo por menos, tras un breve contacto, y eso sí, tras colocarse el gorrito de rigor, que deslizarse sobre ella, más bien, penetró en ella. Tras tomar confianza y sentirse cómodo, empezó un contacto continuo, fundido en un abrazo mutuo y húmedo, confundiéndose en el elemento, empezando a salpicar aquel líquido elemento. Jadeando llegó al final de sus fuerzas. Su primer contacto duró poco tiempo. Era suficiente para su primera vez.”
Y el artículo publicado continuaba. No sé si llegado a este punto me permitiréis que continúe o ya me habréis despojado de vuestra confianza. Al fin y al cabo, estáis en vuestro derecho de criticarme, de vetarme o simplemente de ignorarme. No voy a decir que me de igual. No. Por eso mismo, os pediría que me dierais la oportunidad de acabar con lo empezado.
Os daré una pista. Las cosas no son como parecen. A veces, no son como uno se las imagina. Incluso a veces, son bien distintas. Como bien distintas suelen ser las respuestas dadas a unas preguntas inocentes. O insidiosas. O trucadas. O manipuladas.
Esta primera vez que os he relatado, nada tiene que ver con lo que vuestro pensamiento ha querido imaginarse. Como prueba, la continuación del escrito: “…Desde aquella primera vez……, todas las tardes que le es posible, aquel individuo se encamina hacia la piscina, para poder penetrar en aquella cálida agua que le recibe. ……”
Si, sí, la piscina y no otra cosa, era la experiencia relatada en aquel escrito. Cuando alguien os pregunte por “vuestra primera vez”, preguntadle, ¿en qué?.
PUBLICADO en el número del mes de JUNIO de 2010, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca