Las cajas de ahorros y la ministra del ramo ya avisaron de estos cuatro millones de economías sumergidas que existen en España. Y esto era un secreto a voces, no en vano, en las entidades bancarias es donde se acumula mayor información privada de cada uno de los españolitos. En las entidades bancarias saben dónde y cuando gastamos el dinero, quienes nos lo ingresan y a quienes ingresamos. Lo que compramos, con quienes nos asociamos e incluso a qué sindicato estamos afiliados; a qué partido político pagamos cuotas y si hemos comprado un mueble a plazos o si por el contrario lo hemos satisfecho al contado.
Nuestra vida, nuestros movimientos, nuestros secretos están en manos de las entidades bancarias y de sus trabajadores. Y también nuestro fraude, nuestro escaqueo con el fisco, nuestro gasto energético e incluso nuestro seguro del coche, del hogar y el médico.
La cuantía de tanta economía sumergida también debe estar contabilizada, o al menos en posibilidad de serlo. Pero hoy he obviado todo dato estadístico y me he acercado a la realidad de la calle. El salario mínimo -por dar un margen de error- de esta economía sumergida la situaremos en diez euros la hora. Parece poco, pero la realidad es muy distinta.
Diez euros la hora vienen a ser el coste de la hora de alguien dedicado al trabajo de limpieza domiciliaria. Diez o doce euros la hora, vienen a ser el mínimo coste de la hora de alguien dedicado a hacer arreglos de albañilería por su cuenta, sin seguro, sin beneficio de empresa ni impuesto añadido alguno. Pues bien, seguro que si a nosotros, asalariados mileuristas y deudores de gratitud por eso mismo, nos ofrecen trabajar por diez euros la hora, rechazaríamos la oferta. Y la rechazaríamos simplemente porque la encontraríamos ridícula.
¿Es ridículo un sueldo de a diez euros la hora?. Pues depende. Depende de si a este sueldo hay que sustraer la retención del impuesto sobre la renta, depende de si a este sueldo hay que restarle la cotización a la seguridad social, a la cobertura de desempleo, a la de formación, a la de sindicatos, a la de políticos y allegados, a... Y así no salen las cuentas.
En cambio las cuentas que sí salen, son las que no cotizan. Imaginemos a un/a trabajador/a sin cotización alguna, que trabaje por su cuenta y riesgo y que cobre a diez euros la hora. Haciendo cuentas a cuarenta horas semanales y con cuatro semanas trabajadas al mes, sale un montante líquido a su favor de mil seiscientos euros. Mil seiscientos euros que ni usted ni yo cobramos al mes. Mil seiscientos euros de los que ni hacienda, ni la seguridad social, ni los sindicatos ni los partidos políticos ven tajada alguna.
Mil seiscientos euros sumergidos de la vista de los demás. Mil seiscientos euros, eso sin añadir las supuestas o presuntas ayudas que se pueda ir recibiendo con las cotizaciones de los demás asalariados mileuristas, becas de comedor, estudios y demás. Que si pagamos impuestos, que si nos controla el fisco, que las horas extras, nos salen por mucho menos que diez euros la hora.
Y pregunto, ¿qué piensa hacer la ministra del ramo para combatir esta economía sumergida? ¿O sólo era un estudio estadístico más?. Diez euros a la hora no son muchos. Mil seiscientos al mes, ya es considerable. Y multiplicándolo por cuatro millones, ya no digamos….. Tal vez, en el ministerio del ramo, aún están en fase de recuento…..
Nuestra vida, nuestros movimientos, nuestros secretos están en manos de las entidades bancarias y de sus trabajadores. Y también nuestro fraude, nuestro escaqueo con el fisco, nuestro gasto energético e incluso nuestro seguro del coche, del hogar y el médico.
La cuantía de tanta economía sumergida también debe estar contabilizada, o al menos en posibilidad de serlo. Pero hoy he obviado todo dato estadístico y me he acercado a la realidad de la calle. El salario mínimo -por dar un margen de error- de esta economía sumergida la situaremos en diez euros la hora. Parece poco, pero la realidad es muy distinta.
Diez euros la hora vienen a ser el coste de la hora de alguien dedicado al trabajo de limpieza domiciliaria. Diez o doce euros la hora, vienen a ser el mínimo coste de la hora de alguien dedicado a hacer arreglos de albañilería por su cuenta, sin seguro, sin beneficio de empresa ni impuesto añadido alguno. Pues bien, seguro que si a nosotros, asalariados mileuristas y deudores de gratitud por eso mismo, nos ofrecen trabajar por diez euros la hora, rechazaríamos la oferta. Y la rechazaríamos simplemente porque la encontraríamos ridícula.
¿Es ridículo un sueldo de a diez euros la hora?. Pues depende. Depende de si a este sueldo hay que sustraer la retención del impuesto sobre la renta, depende de si a este sueldo hay que restarle la cotización a la seguridad social, a la cobertura de desempleo, a la de formación, a la de sindicatos, a la de políticos y allegados, a... Y así no salen las cuentas.
En cambio las cuentas que sí salen, son las que no cotizan. Imaginemos a un/a trabajador/a sin cotización alguna, que trabaje por su cuenta y riesgo y que cobre a diez euros la hora. Haciendo cuentas a cuarenta horas semanales y con cuatro semanas trabajadas al mes, sale un montante líquido a su favor de mil seiscientos euros. Mil seiscientos euros que ni usted ni yo cobramos al mes. Mil seiscientos euros de los que ni hacienda, ni la seguridad social, ni los sindicatos ni los partidos políticos ven tajada alguna.
Mil seiscientos euros sumergidos de la vista de los demás. Mil seiscientos euros, eso sin añadir las supuestas o presuntas ayudas que se pueda ir recibiendo con las cotizaciones de los demás asalariados mileuristas, becas de comedor, estudios y demás. Que si pagamos impuestos, que si nos controla el fisco, que las horas extras, nos salen por mucho menos que diez euros la hora.
Y pregunto, ¿qué piensa hacer la ministra del ramo para combatir esta economía sumergida? ¿O sólo era un estudio estadístico más?. Diez euros a la hora no son muchos. Mil seiscientos al mes, ya es considerable. Y multiplicándolo por cuatro millones, ya no digamos….. Tal vez, en el ministerio del ramo, aún están en fase de recuento…..
PUBLICADO EL 11 MARZO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.