Si en el puente de la Constitución se nos militarizó con el estado de alarma, ahora esta semana ya hemos pasado al estado de guerra….. humanitaria, claro. Las centrales nucleares, la vuelta atrás de la moratoria y demás, el caso de Gadafi, y ahora, otro millón de euros de la inyección pública del cuatro por ciento del Govern, que sin intereses parten hacia la empresa de Ruiz Mateos. ¿Por qué no se daba este millón de euros a las empresas de capital menorquín a las que aún debe el Govern, y alguna de las cuales, seguramente no habrán tenido otra salida que cerrar puertas y echar la gente a la calle? ¿Acaso creen que este millón de euros impedirá el cierre? ¿Qué garantía hay que se devuelva?
La cosa es que estamos en marzo, dos meses antes de las elecciones autonómicas y municipales, y los votos hay que sacarlos de donde sea –y al precio que sea-. No basta ya un millón –que en realidad sólo es medio para la fábrica y otro medio para los productores de cuajada-, sino que otras fuentes dicen que hacen falta un millón y medio –tres veces más de lo prometido-. Pero la solución no es inyectar dinero en la fábrica sino que este dinero no vaya hacia otras fábricas de iguales o peores pronósticos y en las UCIs de otras comunidades autónomas.
¿Quién garantiza que este millón y medio de euros no irá a otras fábricas del panal de la nueva Rumasa? ¿Por qué no crear una empresa con este dinero y dar salida a todo el producto menorquín?. ¿Recuperarán los inversores del Govern su dinero en febrero del 2012?.
Da la sensación como que si el dinero no se gasta en lo privado, la inversión no existe. El transporte aéreo es otro ejemplo. En Canarias, archipiélago privilegiado donde los haya, es suficiente ejemplo de ello. Pero allí, los políticos son de otra estirpe. Los políticos y sus votantes, claro. Allí –políticos y ciudadanos- no se creen inferiores ni se creen sumisos a otras comunidades. Cataluña está demasiado lejos de Canarias. Cataluña está demasiado cerca de Baleares. Pero esto ya es divagar en el desierto.
Y si la posibilidad de que este millón o más de euros vuelen y nada más sepamos de ellos, no es tan remota; más real es el que ya vuelan nuestros militares en combate, en los llamados F-18, eso sí, en misión humanitaria y sin esperar que el Congreso lo autorizara.
Zapatero, esta vez lo ha dicho muy claro. Más claro, incluso de cuando habló de quitar dinero a sus empleados y aplazar las pensiones. Más claro, incluso de cuando dijo que la crisis era una realidad y que el futuro era incierto. Y lo que dijo es que vamos a Libia para construir una democracia sostenible. Sobre todo, sostenible. Con todas sus letras. Sin olvidarse ninguna. Y es que lo verde, vende. Y si no, que le pregunten por aquellos brotes verdes que aún buscan, por mucho que haya llovido….
Y vamos a Libia porque la ONU –organismo éste por cierto, en que la democracia aún no funciona como la entendemos nosotros- así nos lo ha pedido,, hablado, dicho y rubricado. . La ONU, los alemanes o incluso los Estados Unidos, vaya usted a saber.
Y nos lo repite, Libia no es Irak. Vamos a proteger a los insurrectos, pero no vamos a atacar al dictador. Y es que Gadafi está hecho de otra pasta. Otra cosa será que a Gadafi le de un infarto o que los insurrectos lo destronen, pero los aliados, nada de nada. Tal vez un daño colateral, pero nada más. Una bomba perdida, pero humanitaria, eso sí. Y sostenible.
De momento la famosa quinta columna de Mola ya ha aparecido en escena. Al menos, en término lingüístico.
¿Aliados de quién? ¿Del pueblo oprimido, del petróleo, de occidente, de EEUU y Alemania….? Tanto da, somos el hazmerreír de todos y cada uno de ellos. Aunque esta vez –como en las otras veces-, el consenso está asegurado. ¿Cómo decir no a la acción en Libia, si nos fuimos –también en acción humanitaria- a Irak y Afganistán? ¿Cómo decir no a las centrales nucleares, si hace unos meses, las defendimos a ultranza? ¿Cómo decir no a una intervención militar en tal o cual sitio, si tras el referéndum de la OTAN, que pensábamos habíamos votado no, nos dijeron luego que habíamos votado todo lo contrario?
Y es que somos duros de mollera, pero al menos, humanitarios.
Y sostenibles.
La cosa es que estamos en marzo, dos meses antes de las elecciones autonómicas y municipales, y los votos hay que sacarlos de donde sea –y al precio que sea-. No basta ya un millón –que en realidad sólo es medio para la fábrica y otro medio para los productores de cuajada-, sino que otras fuentes dicen que hacen falta un millón y medio –tres veces más de lo prometido-. Pero la solución no es inyectar dinero en la fábrica sino que este dinero no vaya hacia otras fábricas de iguales o peores pronósticos y en las UCIs de otras comunidades autónomas.
¿Quién garantiza que este millón y medio de euros no irá a otras fábricas del panal de la nueva Rumasa? ¿Por qué no crear una empresa con este dinero y dar salida a todo el producto menorquín?. ¿Recuperarán los inversores del Govern su dinero en febrero del 2012?.
Da la sensación como que si el dinero no se gasta en lo privado, la inversión no existe. El transporte aéreo es otro ejemplo. En Canarias, archipiélago privilegiado donde los haya, es suficiente ejemplo de ello. Pero allí, los políticos son de otra estirpe. Los políticos y sus votantes, claro. Allí –políticos y ciudadanos- no se creen inferiores ni se creen sumisos a otras comunidades. Cataluña está demasiado lejos de Canarias. Cataluña está demasiado cerca de Baleares. Pero esto ya es divagar en el desierto.
Y si la posibilidad de que este millón o más de euros vuelen y nada más sepamos de ellos, no es tan remota; más real es el que ya vuelan nuestros militares en combate, en los llamados F-18, eso sí, en misión humanitaria y sin esperar que el Congreso lo autorizara.
Zapatero, esta vez lo ha dicho muy claro. Más claro, incluso de cuando habló de quitar dinero a sus empleados y aplazar las pensiones. Más claro, incluso de cuando dijo que la crisis era una realidad y que el futuro era incierto. Y lo que dijo es que vamos a Libia para construir una democracia sostenible. Sobre todo, sostenible. Con todas sus letras. Sin olvidarse ninguna. Y es que lo verde, vende. Y si no, que le pregunten por aquellos brotes verdes que aún buscan, por mucho que haya llovido….
Y vamos a Libia porque la ONU –organismo éste por cierto, en que la democracia aún no funciona como la entendemos nosotros- así nos lo ha pedido,, hablado, dicho y rubricado. . La ONU, los alemanes o incluso los Estados Unidos, vaya usted a saber.
Y nos lo repite, Libia no es Irak. Vamos a proteger a los insurrectos, pero no vamos a atacar al dictador. Y es que Gadafi está hecho de otra pasta. Otra cosa será que a Gadafi le de un infarto o que los insurrectos lo destronen, pero los aliados, nada de nada. Tal vez un daño colateral, pero nada más. Una bomba perdida, pero humanitaria, eso sí. Y sostenible.
De momento la famosa quinta columna de Mola ya ha aparecido en escena. Al menos, en término lingüístico.
¿Aliados de quién? ¿Del pueblo oprimido, del petróleo, de occidente, de EEUU y Alemania….? Tanto da, somos el hazmerreír de todos y cada uno de ellos. Aunque esta vez –como en las otras veces-, el consenso está asegurado. ¿Cómo decir no a la acción en Libia, si nos fuimos –también en acción humanitaria- a Irak y Afganistán? ¿Cómo decir no a las centrales nucleares, si hace unos meses, las defendimos a ultranza? ¿Cómo decir no a una intervención militar en tal o cual sitio, si tras el referéndum de la OTAN, que pensábamos habíamos votado no, nos dijeron luego que habíamos votado todo lo contrario?
Y es que somos duros de mollera, pero al menos, humanitarios.
Y sostenibles.
PUBLICADO EL 23 MARZO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.