A fe de ser sinceros, tengo que reconocer que esta vez, nuestro ex invicto presidente se ha pasado dos pueblos y medio. O tres. O cinco millones si los hubiere, tantos como parados que ha provocado su nefasta política de negación de la realidad. Y ahora, va y me llama bellaco, o lo que es peor, me acusa de mentir como tal.
Dado que mi inteligencia no llega ni a las suelas de la suya –por algo será presidente ¿no?- debo recurrir al diccionario para conocer realmente de qué me ha calificado este susodicho ex invicto presidente. Y la real academia de la lengua –la pongo en minúscula, por analogía al monarca- corrobora lo que en un principio pensaba: me ha llamado malo, pícaro, ruin, astuto, sagaz….
Mis ansias de conocimiento –o lo que es lo mismo, de suplir mi ignorancia- me obligan a ir descubriendo sinónimos, no sea que una precipitada interpretación provoque en mi, una falsa percepción de tan ilustre mandatario. Así las cosas, al llamarme malo, me acusa de carecer de bondad y a su vez, me acusa de oponerme a la ley. ¿Cómo no me voy a oponerme a la ley si ésta va en contra de los trabajadores, de los pensionistas, de las viudas, de ….?
Y continúo… Me llama pícaro. En pocas palabras, me dice bajo, doloso, falta de honra y vergüenza. Y continúa diciéndome astuto, dañoso y maliciosos en su línea.
La curiosidad ya me corroe. ¿Hasta donde llegarán las palabras del presidente de todos los españoles, para quienes piensan como yo, que los trabajadores, los pensionistas, los parados, viven cada día peor?. Ruin. También me ha llamado ruin, o lo que es lo mismo –siempre según el diccionario de la real- vil, bajo y despreciable, mezquino. Y otra vez se mete con mi estatura, y eso que con mis metro ochenta de hace años, de bajo, nada de nada….
Y los sinónimos siguen…. Astuto. Y es aquí donde al subconsciente del ex invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, se le ha metido un gol. O se lo ha metido él mismo en propia meta. El diccionario de marras define al término astuto como aquel que es agudo, hábil para engañar, o evitar el engaño. Y si continuamos con el término sagaz, éste lo deja ya sentenciado, astuto y prudente, que prevé y previene las cosas.
Pues si señor ex invicto presidente, soy un bellaco y miento como un bellaco. Y le añadiré, ¡y a mucha honra!. Al menos de acuerdo con el término definido de agudo o hábil para evitar el engaño. Y ya somos muchos los españoles -cinco millones al menos- que somos bellacos.
Cinco millones de bellacos que no entendemos como un nieto de un militar fusilado por los fascistas, es capaz de destruir empleo, de poner en serio peligro el cobro de las pensiones, de seguir las directrices dictadas desde los bancos y de muchas otras decisiones que de socialistas sólo tienen el nombre.
Al menos, esta vez no habrá necesitado de Alfonso Guerra para que le mueva un poco el populacho ante los próximos comicios. Y es que no tendría ninguna razón que Alfonso Guerra apareciera en el tendido anunciando que si gana la derecha, los jubilados pueden despedirse de las pensiones. En esto, hay que reconocer que ni los populares lo habrían sabido hacer mejor.
Y mi pregunta, señor ex invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, yo soy un bellaco, ¿y tú?.
Dado que mi inteligencia no llega ni a las suelas de la suya –por algo será presidente ¿no?- debo recurrir al diccionario para conocer realmente de qué me ha calificado este susodicho ex invicto presidente. Y la real academia de la lengua –la pongo en minúscula, por analogía al monarca- corrobora lo que en un principio pensaba: me ha llamado malo, pícaro, ruin, astuto, sagaz….
Mis ansias de conocimiento –o lo que es lo mismo, de suplir mi ignorancia- me obligan a ir descubriendo sinónimos, no sea que una precipitada interpretación provoque en mi, una falsa percepción de tan ilustre mandatario. Así las cosas, al llamarme malo, me acusa de carecer de bondad y a su vez, me acusa de oponerme a la ley. ¿Cómo no me voy a oponerme a la ley si ésta va en contra de los trabajadores, de los pensionistas, de las viudas, de ….?
Y continúo… Me llama pícaro. En pocas palabras, me dice bajo, doloso, falta de honra y vergüenza. Y continúa diciéndome astuto, dañoso y maliciosos en su línea.
La curiosidad ya me corroe. ¿Hasta donde llegarán las palabras del presidente de todos los españoles, para quienes piensan como yo, que los trabajadores, los pensionistas, los parados, viven cada día peor?. Ruin. También me ha llamado ruin, o lo que es lo mismo –siempre según el diccionario de la real- vil, bajo y despreciable, mezquino. Y otra vez se mete con mi estatura, y eso que con mis metro ochenta de hace años, de bajo, nada de nada….
Y los sinónimos siguen…. Astuto. Y es aquí donde al subconsciente del ex invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, se le ha metido un gol. O se lo ha metido él mismo en propia meta. El diccionario de marras define al término astuto como aquel que es agudo, hábil para engañar, o evitar el engaño. Y si continuamos con el término sagaz, éste lo deja ya sentenciado, astuto y prudente, que prevé y previene las cosas.
Pues si señor ex invicto presidente, soy un bellaco y miento como un bellaco. Y le añadiré, ¡y a mucha honra!. Al menos de acuerdo con el término definido de agudo o hábil para evitar el engaño. Y ya somos muchos los españoles -cinco millones al menos- que somos bellacos.
Cinco millones de bellacos que no entendemos como un nieto de un militar fusilado por los fascistas, es capaz de destruir empleo, de poner en serio peligro el cobro de las pensiones, de seguir las directrices dictadas desde los bancos y de muchas otras decisiones que de socialistas sólo tienen el nombre.
Al menos, esta vez no habrá necesitado de Alfonso Guerra para que le mueva un poco el populacho ante los próximos comicios. Y es que no tendría ninguna razón que Alfonso Guerra apareciera en el tendido anunciando que si gana la derecha, los jubilados pueden despedirse de las pensiones. En esto, hay que reconocer que ni los populares lo habrían sabido hacer mejor.
Y mi pregunta, señor ex invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, yo soy un bellaco, ¿y tú?.
mayo 2011