FUKUSHIMA

Y la tierra empezó a tambalearse. No cayeron los edificios aunque sí falló la contención de la central nuclear. No cundió el pánico entre el pueblo japonés, sino todo lo contrario. Se impuso el orden, el protocolo y la resignación. Y la tierra volvió a tambalearse tantas veces como quiso. Y todos enmudecimos.

La OMS ha sido de las primeras que ha hablado. Y lo ha hecho para anunciar que debemos estar vigilantes durante una o dos décadas por lo que nos pueda pasar tras el desastre de la central nuclear en Japón. Al menos, alguien se digna en recordarnos que lo sucedido es serio, muy serio.


Nadie se atreve pero a dar la voz de alarma. Nadie aconseja sobre los peligros de la comida proveniente de aquellas latitudes, de los animales, de los peces, del aire mismo que circula por su libre albedrío por todo el planeta. Y el agua de los océanos, y …todo, todo….

En cierta manera hemos – y han - decidido apechugar con el entuerto y que sea lo que Dios quiera. Tal vez este sea el mejor de los remedios. El mejor mensaje cifrado.

No me imagino una alarma como la tan novelesca de la gripe A, con una psicosis enfermiza que sólo provocó grandes negocios a los laboratorios y demás intermediarios. Y no me la imagino porque tal vez sería peor el remedio que la enfermedad.

El ejemplo del pueblo nipón, también nos ha condicionado. ¿Cómo movilizarnos los de aquí, si quienes más han padecido viven en una catarsis llena de normalidad?

Tampoco me imagino intoxicarme de yodo para saturar la entrada del radiactivo. Ni vivir enclaustrado en una nave de hormigón armado, ni de evadirme a la Luna, por aquello de volverme romántico a la vez que intentaba salvar el pellejo. Lo cierto es que la suerte -la mala suerte- está ya echada. Y mira por donde, ésta vez si que nos va a tocar….. Y sin aportación alguna, con boleto gratuito y ¡ premiado !

Y tampoco me preocupa. Leo la noticia de que los españoles tenemos diez veces más mercurio en sangre que los alemanes y que los estadounidenses. Y no es que me alegre, pero la ironía por un momento te hace sonreír. ¡ En algo los ganamos !.

En cuanto al cadmio vamos a la par, y en el plomo vamos disminuyendo. O al menos así nos lo venden. Algo positivo tenía que tener la noticia, diría algún optimista.

Y el mercurio que tenemos en sangre no es que lo hayamos robado ni que nos lo hayamos tragado en forma de termómetro ni disfrazado de batería. Ahora resulta que nos estamos contaminando por la ingestión de pescado. Y los ribereños más que más. ¡ Vaya con el Omega 3 y la comida sana ! ¡ Vaya por Dios!

Y ello tampoco lo vamos a remediar. A no ser que hagamos piscifactorías y empecemos a limpiar los genes de los peces de todo resto de mercurio, y alguien haga el agosto en pleno mayo. Lo que si es seguro es que el que ya tenemos ya no nos lo quita nadie. Acumulado queda. Y uno se acuerda de Santa Rita, la que dice que lo que se da, no se quita.

Los tordos volaban desde Chernobyl y la nube sobrevolaba el mediterráneo. Nadie quiso relacionar lo uno y lo otro con los elevados porcentajes de las estadísticas, pero allí siguen estando los datos. Ahora ya nos avisan.

Las estadísticas volverán a hacer su trabajo y dentro de veinte o treinta años, tal vez alguien pueda volver a interpretarlas. De momento nadie critica -o alaba- a las centrales nucleares. Y es que tenemos otros frentes en marcha. Libia, elecciones…, mucho más próximas en tiempo y en espacio. Veinte años, son muchos aún, para algunos.

Y a pesar de todo, la esperanza de vida, sigue aumentado. Será verdad aquel dicho de que “ lo que no mata, engorda”.

Veinte años son pocos, todavía, para otros.


PUBLICADO en el número del mes de MAYO de 2011, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca