LA ALEGRIA DEL CAMBIO

Sin duda el cambio empezó mucho antes de la jornada electoral. Mucho antes de la jornada de reflexión. El cambio empezó hace años, tantos como los que nos acompañan los errores en política económica. El cambio empezó cuando la cuestión del transporte aéreo volvió a las portadas. El cambio empezó cuando el gobierno autonómico se doblegó ante las directrices de Madrid.

Y empezó hace años, tantos como la crisis real, la palpable en los bolsillos de uno, entraba en nuestros hogares, sin distinción de raza, color y creencias. El cambio continuó con las decisiones del Tribunal Constitucional. Continuó con la aparición aún no aclarada, del movimiento 15-M. Y continuó…

Continuó en la misma jornada electoral, cuando reconocidos antiguos votantes al partido en el poder hacían uso de las papeletas con el anagrama del partido popular. Siguió en la misma noche electoral cuando, contraviniendo la tradición, no todos ganaron. Y siguió cambiando al día siguiente, cuando en la resaca electoral apareció el nuevo talante. Ahora sí, un nuevo talante y un nuevo talento. El talante y el talento, abrían la esperanza al pueblo llano, al pueblo oprimido durante años por mor de unos pactos en los que sólo una parte de la población era partícipe.

La mañana del lunes las hasta ahora divergentes voces, enmudecieron. Enmudecieron de críticas, de malos presagios, de falta de esperanzas…. La esperanza, la ilusión de un cambio, de una mejora, de los ahora sí brotes verdes, se apoderaron de la mayoría de los ciudadanos. Ya no era vergonzoso el voto a la derecha. O del centro. El pudor había desaparecido tras el paso por las urnas. Ahora, lo importante era poner el gobierno local y autonómico en manos capacitadas para cambiar el rumbo, de ilusionar a una sociedad y de trabajar para y con el pueblo.

Y pese a quien pese, la respuesta de la mayoría de los votantes ha sido clara. Tan clara que abarcará varias áreas. El pueblo apuesta por el bipartidismo. El pueblo desautoriza la venta política por un puñado de votos y de prebendas. Apuesta por el interés general ante el personal. Apuesta por el ahorro y no por el despilfarro. Apuesta por salir de la crisis trabajando, en vez de subvencionar la crisis. Apuesta por tecnócratas y no por políticos.

El pueblo ha pedido cambiar prepotencia por talante y talento. El pueblo ha pedido cambiar la mentira, el engaño y la indecisión, por la ilusión, la sinceridad y la decisión. Tiempo tendremos de valorar y recriminar si cabe, las futuras actuaciones. Tiempo tendremos de valorar nuestro acierto o desacierto en nuestra apuesta de futuro. Tiempo tendremos de valorar si a menos de un año vista, nuestro voto puede continuar siendo de ilusión, de cambio o simplemente apostar por intereses particular de cada uno.

Y el presente no es pasado, pero de él aprendemos. Tampoco el presente es futuro, pero debemos trabajar para él. Y el presente es ahora, lo fue ayer y lo será mañana. Y no esperemos ni un presente ni un mañana fácil, porque fácil no nos lo pondrá el gobierno de Madrid ni su ya ex invicto presidente. Ni sus apoyos. Para algunos, España y la sociedad que la compone, siguen siendo un fin para sus propósitos y no al revés.
Y Zapatero se resiste a abandonar el cargo y sus prebendas. Y su corte personal, aquellos quienes se lidiarán su sucesión política, aquellos quienes siempre han asentido las indecisiones de su líder, apostarán por un futuro inamovible. Por un futuro incapaz de captar el mensaje liso y llano de un pueblo que, varias veces en la reciente historia democrática ya ha dado su veredicto de cambio.

El pueblo simple y llano, ya lo hizo en su día con la transición política, lo hizo tras la operación De Gaulle, tras el 11-M, y ahora empieza otro cambio provocado por las inoperantes políticas de la crisis económica. Pero el cambio no ha terminado. El cambio se llama marzo de 2012. Y no habrá adelanto de ellas, porque el poder –nacionalistas, socialistas y el gran capital- no les interesa.

Y en la agenda de marzo-2012, ya podemos ir apuntando algunas soluciones, algunas incongruencias democráticas, algunas antiguallas: la reforma electoral, tribunales de justicia, competencias de las comunidades autonómicas, reforma constitucional y como no, un sinfín de debates como la necesidad del Senado, la verdadera seguridad jurídica en el tema laboral y de las pensiones….

Ahora es tiempo de emborracharse de ilusión, de empatía y que esta alegría contenida que enmudeció las hasta ahora críticas de sinsabores, se contagie a unos y otros, y que esta unión nos haga más fuertes, más seguros, más solidarios.

¡Ánimo y a la plaza!.


PUBLICADO EL 26 MAYO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.