Macron avisa a los franceses del “fin de la
abundancia”. Sánchez viaja por
Latinoamérica en busca de una espada a la que rendir pleitesía. Díaz, desde el Gobierno, incita a los sindicatos
a que se movilicen. Solo faltará que salga Rajoy y que nos repita aquello de “cuanto
peor para todos, mejor. Mejor para mí el suyo beneficio político".
Mientras unos se abrochan el cinturón, el otro sigue
con su ruta viajera y su jefa comunista prepara “su” revolución hacia la
“dictadura del proletariado”. Rajoy a
estas alturas ya habrá aprendido que en “boca cerrada no entran moscas”.
Lo cierto es que España sigue emborrachada con tanto
movimiento turístico, con tanto calor y con tanto posicionamiento
interesadamente partidista, que los españoles no queremos darnos cuenta que
ahora sí, la Tierra es plana. O al
menos, que pronto nos encontraremos con el precipicio al final de la carretera
del mes de septiembre. Y sin señal previa que nos avise.
Cada año, al inicio del nuevo curso político se
suele hablar de un “otoño caliente” y no precisamente por el cambio climático,
sino por las movilizaciones de los trabajadores una vez finalizados los
contratos veraniegos y la vuelta a la realidad del día a día -al gasto, más
bien-, y a la vuelta al escenario de sus señorías. La campaña navideña suele dar un respiro, que
se reanuda en la cuesta de enero y como jugando a la Oca, vamos de cresta a
valle y de valle a cresta. Semana Santa,
el 1º de mayo, el éxodo vacacional y vuelta a empezar.
Pero este año será diferente. Sánchez es diferente. Las encuestas suben y
bajan según quien las paga y el PSOE de Sánchez tira ya de corbata y calle. Le faltará el pantalón de pana, pero seguro
que encuentra gasolina para echar al fuego y cambiar de titular cada seis -
cada dos por tres, o cada tres por dos- a su antojo y necesidad.
De momento celebrará que otro PSOE con un socialista
no marxista -y mucho más estadista- como fue Felipe González ganara las
elecciones hace cuarenta años, y cuando él aún iba con pantalón corto y algunos
de sus ministros aún no habían nacido. Y celebrará que hace cuarenta años
España empezó a crecer, tanto económica como socialmente.
Ahora, España está en pronóstico reservado, la
economía en la UCI, el ambiente caldeado y los frentes revolucionarios
preparados. No cuarenta años, no. Ochenta y tantos retrocederemos si Sánchez
quiere. El antipapa de España ya está
aquí.
Putin y los suyos están cerca. Vendrán desde Rusia o desde Latinoamérica,
pero vendrán.
Amén.
PUBLICADO EL 1 DE SEPTIEMBRE DE 2022, EN EL DIARIO MENORCA.