HABLAR, NEGOCIAR, PACTAR….

Antes que nada he de confesar que sería un mal político. O al menos, un mal político democrático. En cambio, como dictador supongo que tendría cualidades como las tiene todo el mundo. ¿O acaso no se atisban ramalazos dictatoriales en algunas manifestaciones, actitudes y gestos de nuestros políticos?

La siguiente premisa sería la de decantarnos por la necesidad de tener un político o un gestor.¿Queremos un buen político o un buen gestor? Decantarnos por uno u otro, no tiene por qué ser fácil. Es la pregunta de siempre. ¿Un alcalde bueno o un buen alcalde? ¿Queremos como médico a una buena persona o queremos a un buen médico, aunque como persona sea más complicado? Sin duda, queremos y necesitamos a los dos en uno. Aunque por lo visto, es más fácil encontrar a un buen médico bueno, que a un buen político bueno.

Y eso que somos unos cracks en eso de jugar con el orden de los sumandos. Y sino que se lo pregunten a los catalanes con el rollo que se han montado con lo de “políticos presos” y “presos políticos”. Pero bueno, a estos hay que darles de comer a parte, que si uno se descuida, nos quitarán nuestro plato y el de nuestros hijos.

Hablar, dialogar y llegar a un buen entendimiento, parece ser la clave. Pero nadie puede obligarnos a hacernos cambiar de idea, por mucho que entendamos, comprendamos y respetemos las opiniones ajenas. Puedo cambiar de opinión si me convencen, no si me vencen. Añadiría además, si me convencen y me interesa cambiarla. Porque tras dialogar, viene el negociar, no al revés.

Negociar, pactar, llegar a un acuerdo. Y negociar viene de negocio –o al revés-. Y entonces los intereses se superponen a otros considerandos. Pedro y Pablo han dialogado y se han entendido; aunque no hayan alcanzado un acuerdo. Puede que tengan las mismas ideas, los mismos programas. Pedro y Pablo tienen muchas semejanzas. Incluso comparten onomástica. Puede que incluso tengan –seguro que tienen- los mismos intereses. Y aquí está el problema entre ambos. Son intereses propios, personales e intransferibles. Son los intereses de Pedro y de Pablo. De Sánchez y de Iglesias.

De no ser así, cabría preguntarse por qué en la constitución de los gobiernos de ayuntamientos y de comunidades, los partidos que se llaman de izquierda sí han alcanzado acuerdos y comparsas entre ellos –e incluso sin necesidad a veces-. ¿Será que allí negociaban en nombre de los partidos y no de las personas?

Ya se dice que dos galls dins un galliner, mai poden cantar bé.

PUBLICADO EL 1 DE AGOSTO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.

DELINCUENCIA

Que España es diferente, lo sabemos de sobra. Incluso alguno pensará que se protege a los malos cuando son más que los buenos. También sabemos de sobra que la Justicia es un poder independiente y que su imagen aparece con los ojos tapados. Y sobre todo, que no todos van a la cárcel, evidentemente.

Lo triste del caso es que lo que la gente percibe de la legislación española o la interpretación que hacen de ella los encargados de aplicarla, es que se sentencia más pensando en el delincuente que en la víctima. El ejemplo de “la Manada” es suficiente para entenderlo. La sensación que ha percibido el público es que se debía ser lo más justos posible con los culpables. Y en segundo término, con la víctima.

Para el malo de la película no le es lo mismo hurtar por valor de cuatrocientos euros que por cuatrocientos un euros. Como tampoco le es lo mismo hurtar que robar. Vamos, que como siempre, el perdedor en esta comedia sigue siendo la víctima. Y es que el perjuicio que le causarán a la víctima será el mismo, ya sea que le hurten un teléfono móvil valorado en cuatrocientos o en cuatrocientos un euros. Pero claro, la víctima cuenta poco.

Recientemente, Borja ha salido en las noticias por el tema de su condena a prisión por una legítima defensa – y a terceros- mal entendida por el populacho y por la indemnización que tendrá que abonar a la familia del presunto ladrón. También se ha emitido por la televisión un documental sobre los carteristas que habitan los centros turísticos de grandes ciudades. Y en ambas, todos los entrevistados se quejaban de lo mismo: la casi impunidad con la que actúan los delincuentes.

Y no es que el sistema esté más concienciado por la crisis económica, que esa sería otra excusa a tener en cuenta, no. Lo que pasa es que parecemos Hermanitas de la Caridad, en eso de proteger a la sociedad de elementos tóxicos. Ocurre lo mismo con los que conducen drogados y borrachos. Mucha condena sí, pero pocos van a la cárcel.

Y ya no digamos cuando el tema es la otra lacra social, la violencia de género. Las estadísticas elevan el número a muchos detenidos, sí, pero realmente ¿cuántos de estos machistas empedernidos pasan un razonable tiempo en la cárcel?

Igual ocurre con los traficantes de drogas. Que si tantos gramos, que si pureza, que si llegan a un acuerdo con el fiscal….

Vamos ¿que si los políticos son incapaces de llegar a acuerdos en temas que directamente les interesan, cómo van a arreglar temas secundarios para ellos?

PUBLICADO EL 25 DE JULIO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.

UN SENYOR DAMUNT UN RUC

Ocurrió en Gibraltar, pero no era la primera vez que ocurría.  Fue en eso que llaman redes sociales que observé cómo tras ganar el oro individual en bádminton y al subirse al pódium nuestro representante, sonó Un senyor damunt un ruc.  En aquel momento mi memoria me devolvió a aquellas imágenes del barcelonés  Fernando Rubió i Tudurí  con la mano en el pecho, al escuchar los sones de dicha canción. Y de eso ya ha llovido y tramontanado bastante.

Podríamos decir que aquel fue el inicio de la institucionalización o la toma en consideración por parte de la conciencia colectiva de que, o bien los menorquines necesitábamos un himno, o bien aquella canción podría ser nuestro himno.  O ambos.  Y todo ello provocado supuestamente por el propio Rubió.

Lo cierto es que no me desagrada la elección –aunque también debo confesar que me parece una decisión más cómica que meditada-.  Puestos a elegir, también podríamos valorar el Himne a Menorca del maestro Deseado Mercadal. Y voto por este último.

En el Himne a Menorca hay sentimiento, mucho sentimiento. Y eso, queramos o no, es lo que necesita un himno.  Una canción que nos llene y que nos represente.  Que nos diferencie de otros lares y sobre todo, que nos una en lo propio.

¿Y qué es lo propio?  No vale devolvernos al siempre tendencioso juego de enfrentarnos al dilema catalán si, catalán no.  Menorca, por suerte, tiene mucho más bagaje histórico y cultural que Mallorca e Ibiza.  Menorca, por suerte no se parece en nada a Mallorca, ni a Ibiza, y ni de lejos se parece a Barcelona. 

Otra cosa muy distinta es que algunos menorquines tengan un arraigo con Barcelona, una deuda con ella, o quién sabe qué intereses con la Ciudad Condal.  Pero eso ya son asuntos personales, individuales, de círculo cerrado.

Y Menorca es todo lo contrario.  A pesar de ser un territorio cercado y limitado, y tal vez por eso mismo, es un territorio abierto y extensible.  Abierto al exterior, tanto de entrada como de salida. Y por eso mismo, el Himne a Menorca del maestro Mercadal, representa este sentimiento de salida.  De salida física sí, pero también de aquella permanencia perenne en nuestro interior.

Nuestra roqueta siempre perdurará en nuestros corazones, al menos en quienes no tenemos otra patria que no sea la nuestra, la propia.  Es sin duda nuestro ADN menorquín. No hay  prueba más fiable que aquella carne de gallina que se nos pone al oír hablar de Menorca, ya sea en menorquín o en castellano.


Lo otro, simplemente son intereses partidistas.

PUBLICADO EL 18 DE JULIO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.

PERROS, TITULARES Y NOTICIAS

Que el 15-M marcó un antes y un después, está claro. La autoridad ya no es autoridad y además, da la sensación de que se nos alienta a rebelarnos contra el poder establecido. El “no es no” podría ser eslogan para alcanzar el poder. El problema les vendrá cuando ellos sean la autoridad –si es que aún no lo son-. Después, sí que acusarán del delito de rebelión de las masas, que ahora niegan.

Pero hoy no toca hablar ni del 15-M ni de perroflautas, aunque sí de perros, titulares y noticias. Y es que la predisposición a una misma noticia no es la misma si el titular cambia: “policía mata perro” parece diferente a “perro muerde policía”, aunque el cuerpo de la noticia sea el mismo. Vamos, que las encuestas del CIS tras pasar por la cocina, tienen mucho que envidiar de ciertos sectores de la sociedad que viven de subvenciones públicas.

Hace pocos días, un agente de la Guardia Urbana repelió el ataque de un perro que ya había mordido a varios ciudadanos, abatiéndolo en legítima defensa. Ésta y no otra será la noticia. El titular puede variar según sean las intenciones del medio. Y las repercusiones están aún por llegar.

En diciembre pasado, otro agente de la Guardia Urbana abatió a otro perro que se abalanzó hacia él, cuando ya había sido mordido previamente por éste. En este caso las repercusiones ya han llegado. El policía está investigado, el poder local no le respalda y el perro subido a los altares. Y del dueño del perro nadie habla. Quienes hablan son algunos mal llamados “animalistas” para quienes matar un perro en defensa propia, no es hacer un uso proporcional de la fuerza.

Me imagino al nuevo Gobierno con Pablo Iglesias de Ministro para la Cosa Animal, protocolizando las intervenciones de los cuerpos de seguridad ante cualquier ataque animal. Me imagino directrices como las de avisar hasta en tres ocasiones y en forma entendible para el animal de que cese en su actitud. En caso de no responder positivamente a las advertencias dadas, avisar a los servicios psicológicos de atención animal para su presentación en el lugar. Y ya como último recurso, la sedación del mismo mediante dardo somnífero.

Vamos, más partidas presupuestarias del ministerio del Interior, policías autonómicos y ayuntamientos, para la compra de pistolas dispara-dardos. Y el de Sanidad, para psicólogos animalistas. Y el de Justicia, para abogados del turno de oficio especializados en dar defensa al pobre animal.

Con dinero, todo se arregla.

PUBLICADO EL 11 DE JULIO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.

MÁS POR MENORCA


¿O debería decir Més per Menorca?  Lo cierto es que conozco a políticos de esta agrupación y tengo que hacer un público reconocimiento a sus personas.  Son personas –las que conozco- que nadie les podrá negar su amor incondicional por Menorca. Pausadas, tranquilas, educadas, al menos en los contactos tanto personal como profesional que he mantenido con ellas.  Otra cosa será su día a día en el entramado político, pero eso ya no me afecta.  O sí, pero como a cualquier otro ciudadano.

Por analogía querrás comparar a sus socios mallorquines en eso de nombre, y te asombra que cada uno vaya por su propio camino y por sus propios intereses.  Eso sí, el catalán parece uno de los pocos nexos comunes entre ambos.  Catalán sí o sí, diría un apuesto Pedro Sánchez si tuviera que defenderlo en la intimidad.  Pero de la intimidad no podemos hablar, so pena de vulnerar algún derecho constitucional.  Lo público y lo publicado será  a lo único que uno pueda referirse.

Y me ha sorprendido que las exigencias que los de Més per Menorca  han puesto sobre la mesa para votar la investidura de Francina Armengol hayan sido precisamente cuestiones tan banales y de sentido común excepto el siempre presente tema del catalán-, como si el PSOE de Armengol no pensara desarrollarlas.   Temas tan consabidos  como son  las conexiones aéreas, la educación en todas sus edades, la atención sanitaria para la isla, el reparto de la ecotasa y pocas cosas más han completado estos casi veinte puntos acordados.

Y me ha sorprendido porque son unos temas en la que todos los menorquines independientemente de nuestras debilidades políticas a la hora de introducir la papeleta en la urna, podríamos suscribir.  Son temas de cajón, vamos.  O bien esta negociación es de puro trámite para la foto de rigor o es que de verdad, Mallorca nos tiene relegados a segunda división.

Quienes también me han sorprendido –lo digo por quedar bien- han sido sus –ya no estoy tan convencido- análogos en nombre y  lista, mallorquines.  Los de Més per Mallorca amagan –por quitar fuego al asunto-  con un golpe interno por el reparto del botín de la investidura.  Los de Menorca, siguen sin duda anclados en la negociación a nivel insular. 

Y ya para terminar con guasa el escrito de hoy, me gustaría conocer  la respuesta que daría algún independentista de nuestra tierra, si necesitáramos la intervención de miembros de la UME para sofocar algún incendio. ¿Dirían también que España nos ayuda para que el fuego no les llegue a sus costas?

PUBLICADO EL 4 DE JULIO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA

REVÁLIDAS OPOSITORAS

El nombre ya da pistas, aunque actualmente nada sea al pie de la letra. Ser dos veces válida sería como demostrar doblemente su valía para obtener un objetivo. La oposición, la de luchar por alcanzar éste, será, más que nada a un nivel profesional. Hasta aquí, las definiciones dan en el clavo. Vamos, como si la república fuera dos veces pública.

Si en lo referente al estudio, al trabajo, a la capacidad intelectual tiene su lógica y ésta pueda medirse con unos ítems reglamentariamente conocidos. Es en cuanto la reválida traspasa hacia la cosa política –o pública-, que pierde esencia y resultado.

Estas últimas semanas son días de reválidas tanto en lo intelectual como en el plano ya puramente político. Nervios en los opositores y nervios, como no, en la oposición. Trampas en los unos, y en los otros.

La UIB invierte una mínima parte de su presupuesto en la compra de relojes de pared con el único objetivo de que las aulas estén libres de smartwatches a la hora de los exámenes. Al final, la sede de la ciencia y del estudio, se ha dado cuenta de que algunos alumnos son tramposos. Uno desconoce si todo ha sido después del affaire de la Juan Carlos I, o simplemente debe haber sido tal el descaro de algunos, que no han podido obviar la realidad.

A las oposiciones –que no a la oposición política- se les suelen colgar el sambenito de que algunas convocatorias parecen llevar implícitas el nombre y apellidos de quien debería ser el agraciado con la plaza. Esto ocurre en mayor medida en administraciones pequeñas, donde las plazas son pocas y los aspirantes reconocidos. En las multitudinarias, la noticia suelen ser las impugnaciones, la falta de rigor, y como no, los fallos en la organización.

Y en algunos casos, incluso la comicidad está presente. Éste sería el caso que se dio hace unas semanas en el CIFP Politécnico de Santiago donde 64 opositores se encontraron con las respuestas escritas en el cuestionario que se les entregó para el examen.

O de presunta prevaricación en otros casos. Sería el caso del que sólo unos pocos recordarán, en la que el día anterior a la oposición desapareció una fotocopia de las preguntas bajando por la escalera, u otra, cuando fue un opositor quien realizó la fotocopia previa de su examen.

En la acera opuesta están los políticos que habiendo suspendido el examen electoral, se encaminan hacia un puesto de trabajo que se nos hace eterno. Y no precisamente divino.

Y luego dicen prometer por ser doblemente públicas.

Amén.

PUBLICADO EL 27 DE JUNIO DE 2019 EN EL DIARIO MENORCA

JURAR Y PROMETER (VM)

Hubo un tiempo en que los focos mediáticos aparecían en los actos de toma de posesión más interesados en indagar las tendencias político-religiosas de los actores que el simple hecho del acto en sí. Así, prometer por la conciencia y honor y sobre la Constitución decantaba a uno a posiciones democráticas y anticlericales. El jurar por Dios y sobre la Biblia, relegaba al actor a la derecha del espectro político y con claras alusiones religiosas.

En mi última toma de posesión de un empleo público jugué al despiste y saliendo de la norma –entendiendo como norma, la rutina de los demás- juré y prometí el cargo. Además, tanto da que uno jure o prometa, porque al final, de incumplirse el mismo, el castigo será el idéntico hayas prometido o jurado. O sea, cero Zapatero.

Cambiaron los tiempos y algunos listillos introdujeron la fórmula “por imperativo legal”, como si juraran todo lo contrario. ¡Pues claro que es por imperativo legal!, si acaso no lo fuera, no se tomarían los juramentos o promesas. Pero claro, la ignorancia de unos se multiplica en los otros, y así tenemos lo que tenemos.

Ya en la mili, cuando jurabas bandera lo hacías “jurando a Dios o por nuestro honor y prometiendo a España”, pero lo importante no era el juramento, sino las consecuencias de no cumplir lo juramentado: “Si así lo hacías, la Patria nos lo agradecería y premiaría, y si no, mereceríamos su desprecio y castigo, como indignos hijos de ella"

Y con los años y las nuevas generaciones, hemos pasado de “no ser premiados”, a ni siquiera ser despreciados ni castigados por ello. Y así nos van las cosas.

La dejadez, la inoperancia, la siempre presunta prevaricación de quienes tendrían que velar para que las leyes se ejecutaran como están dispuestas y no su contrario, propicia que los actos de toma de posesión se desvirtúen de tal forma que parecen más circos mediáticos que actos protocolarios.

Puestos a avanzar en esta sociedad más folklórica que respetuosa, puestos a no perpetuarnos en actitudes arcaicas, y dado que no hay condena alguna para los incumplimientos de los juramentos y promesas, ya sean éstas por Dios, por España, por la Constitución o por la 3ª república, por imperativo o sin imperativos legales –otra cosa es que se castiguen tipos penales infringidos-, ¿por qué no eliminar las juras y promesas, las advertencias y las bendiciones?

Si ya lo dice el dicho aquel en forma de refranero del pueblo, que “prometer hasta bien meter, y una vez metido, nada de lo prometido”.

PUBLICADO EL 20 DE JUNIO DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.