EN ES PLA SOBRA GENT

Se veu, se sent, Sant Joan està present” representa el sentir ciudadelano, sí, pero a partir de ahora, habrá que diferenciar de entre éstos, a los que viven Sant Joan de los que viven de Sant Joan. Lo contrario sería cargar el mochuelo a toda una población que nada tiene que ver con la cada vez más masificada fiesta.

Alguien erró cuando exteriorizó el factor Sant Joan. La política del todo es posible, pasa factura. Hace años que ocurre, hace años que se degrada la fiesta, que las avellanas para algunos sólo son excusa, que el gin amb llimonada otro que tanto, y ya no digamos de otros factores que viajan sin receta.

Desgraciadamente ha tenido que perderse una vida para que las fiestas, tal como se celebran actualmente, empiecen a cuestionarse. Y no ha sido la primera, no. Aunque esta vez ha venido acompañada de un cúmulo de despropósitos. Presunta falta de medios sanitarios, presunta falta de medios de prevención y seguridad, presunta masificación de gente, presuntamente todo.

También, presuntamente, claro, de no haberse producido el fatal desenlace, a día de hoy, todos estarían pendientes del cuenta atrás, ilusionados en la nueva edición santjoanera. Volvería a hablarse de masificación, pero otra vez el presunto orgullo, el saberse noticia, el saberse titular de telediarios y portada de revistas, atenuaría la reacción propia.

Pero el ciudadelano de a pié, lo sabe y lo dice. No se esconde. No quiere ni borrachos, ni drogados ni degenerados en su fiesta. Quiere participar, quiere poder llegar a es Pla y meterse en la fiesta, o alejarse de ella, verla, sentirla, tocarla si quiere, pero también sabe que ahora no es posible. Que en el todo incluido que han vendido, entra todo. Incluso que ellos con sus pequeños, no puedan ahora disfrutarla de cómo la disfrutaban de pequeños. Es el pago, la contribución, que algunos han impuesto.

Se habla de pasillos humanos, de decenas y decenas de barreras que jalonen el paso a los caixers, de limitar aforo, de profesionalizar los medios, sí, pero el peligro, haya profesionales o voluntarios, existe. Un caballo en cualquier momento puede caer y arrastrar a la gente. Un ciudadano en cualquier momento puede ser empujado por la multitud, sean mil o diez mil. En el momento de las “carotes” ¿Quién impedirá que la multitud se abalance sobre ellas?

Son peligros inherentes a la fiesta misma. Y la gente tiene, eso sí, que saberlo. Y el próximo año, en la convidada cambiar el chip a “en es Pla, no hi falta gent”.

Sort i Ventura.


PUBLICADO EL DÍA 10 JULIO 2014, EN EL DIARIO MENORCA.