En
las películas siempre aparecen en los interrogatorios dos personajes
antagónicos, que son el “poli” bueno y el “poli” malo. Ni
que decir que ambos buscan la inculpación del delincuente, aunque
con métodos distintos, o simplemente complementarios.
La
última reunión del Consejo de Ministros apuesta por la aparición
en escena del “médico bueno” y del “médico malo”,
representado respectivamente por la sanidad pública y la privada.
Desde
el inicio de la crisis, los cañones siempre han dispuesto su mira
hacia la cosa pública, indistintamente del color del partido que
sustentara al gobierno. En este caso, el médico bueno es quien
permite tanto abuso en las bajas laborales. El privado, el de la
mutua, será quien tendrá que discernir quien comete fraude y quién
no.
Al
menos, será la inspección de la SS quien arbitrará que no haya
númerus clausus ni presiones sobre el trabajador. O al menos
aparentemente, porque lo que si se conseguirá es que la dolencia sea
tratada en forma genérica. De libro, vamos. Una gripe cinco días,
una depresión un mes, una fractura cuarenta y cinco días. Lo que
no hablará el libro de Petete es si aquella depresión es compatible
o no con el puesto de trabajo, si aquella fractura imposibilita o no
la labor que se viene desarrollando o simplemente si aquella gripe,
necesita de reposo o puede continuar dando clase a los alumnos,
pongamos por caso.
O
tal vez, sí. Tal vez lo que se pretende es valorar los efectos de
la dolencia sobre el puesto de trabajo. No es lo mismo una fractura
de una extremidad inferior que en una superior en un auxiliar
administrativo, ni es lo mismo un síndrome gripal en un cocinero que
en un reponedor de souvenirs, pongamos por caso.
Y
la culpa es de los abusos, que de haberlos haylos. Y todos conocemos
casos y personajes. Rostros que cuando no, amparados en el derecho a
la intimidad y a la teatralidad de uno, alargan o magnifican la
dolencia en según qué ambientes y la normalizan en otros.
Y
de un caso particular pasamos a la generalidad del proceso. De no
ser capaces de actuar contra el siempre presunto defraudador, pasamos
a ser culpables ante el ojo de la inspección.
Es
un primer paso sobre la privatización de la inspección médica y
por ende, la separación de lo que es una baja laboral de una baja
médica.
Lástima
que este ímpetu de privatizar parcelas hasta ahora del Estado no se
dirijan, como por ejemplo, hacia la justicia. ¿Se imaginan un
acusador privado sin tener limitaciones?
¡Y
sin aforados, claro!
PUBLICADO EL 24 JULIO 2014 EN EL DIARIO MENORCA.