Uno
no se explica cómo, cuando en tiempos en que los adelantos tecnológicos pueden
casi transportarnos al futuro, otras cuestiones banales no tienen
solución. Estos días saltó de nuevo la
noticia de que algunos canales televisivos de Cataluña dejaban de verse en
nuestra comunidad balear. Y la noticia
no venía sola. Declaración de argumentos técnicos, comentarios de ciudadanos
seguidores de las mismas y la típica protesta de grupos pro-catalanistas y demás.
Inmerso
en la ignorancia, ya típica en mí, me cuestiono el que estos problemas técnicos
no puedan ser subsanados y ya no sólo recibir los dichosos canales catalanes de
marras, sino las de otras comunidades como pueden ser la valenciana, la
gallega, la vasca, la andaluza y la canaria, pongamos por caso.
También
desconozco si estas otras televisiones –incluso las catalanas- pueden ser
recibidas mediante satélite, mediante cable, o mediante pago. De ser así, decirles que, o todo o nada. Y si
no es todo, que los caprichos se los paguen del propio bolsillo, y que maduren. Sobre todo que maduren, empezando a independizarse de las barbas del papá Estado.
Mi
ignorancia no me ha coartado a expresar mi opinión. ¿Acaso no todos opinan, votan, deciden,
muchas veces carentes de información, y otras, peor aún, opinan y votan por intereses contrarios a
ésta?
Y
puestos ya a aparecer en la lista de los rebeldes a la causa, ¿dónde estaban
quiénes ahora protestan, cuando nos borraron la recepción de los canales valencianos?
¿Acaso en aquella ocasión los problemas técnicos sí que lo eran? ¿Dónde estaban
quienes ahora protestan, cuando en la última remodelación de la TDT perdimos,
entre otras, la recepción del canal Explora?
¿Acaso
sólo nos movemos cuando la tecnología azota desde un punto cardinal y nos
mantenemos callados el resto de ocasiones?
Otro
tanto ocurre con las polémicas antenas repetidoras de las señales de telefonía
móvil. O del cableado eléctrico. Todo el mundo quiere teléfono móvil, chupar
del Wi-Fi, usar el skype y hacer
trámites telemáticos, pero nadie quiere
la dichosa antena cerca de su domicilio, ni el cable en su fachada, ni la zanja
abierta para enterrarlo. Ni el contenedor de basura. Ni el vaciado del pozo mouras. La farola en la fachada. La terraza frente a
su domicilio, o el bar en su portal.
Aunque
la información que nos bombardea estos días, nos diga que estas fechas son buenas
para reflexionar, en esta ocasión, tras ella
hay otra cita, que invitan a todo lo contrario.
Será
eso, pues.
PUBLICADO EL 2 DE ABRIL DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.