AUSTERIDAD

Quienes dicen que la economía es el motor del país, obvian decir además que el verdadero motor que mueve la economía, son las órdenes emanadas por los gobiernos. Si extrapoláramos para ello una propiedad matemática o simplemente acudiéramos al campo de los silogismos, concluiríamos en que los gobiernos son los que rigen la economía y el país.

Eso sería así si la economía y la política fueran ciencias exactas, pero por desgracia –por suerte para algunos-, no es así. No obstante, los gobiernos se creen -y mucho- esta premisa y decretan en base a ella. Pero la economía no lee ni el BOE ni le afectan los decretos emanados desde el poder. Se mueve en otra dimensión. Su abecedario, su pan nuestro de cada día, lo componen cifras y no letras.

Somos la clase trabajadora, la que apenas entendemos de dispongo, exponemos y hacemos saber, quienes sí nos afecta lo escrito en el BOE, en las nóminas, en los contratos bancarios, en los recibos de la luz, y hasta en el papel higiénico si llegara el caso de portar alguna información gubernamental.
Hace tres años de ello, un real decreto tras otro, liquidaron muchos derechos, muchos haberes y se dejó patente de que la crisis la asumíamos la clase trabajadora en beneficio de las grandes fortunas y de los bancos. Quedaron fuera de estos decretos -tan reales como discriminatorios- las minucias y los privilegios que afectaban a los salvadores de patrias y a sus más próximos elegidos.

Ahora, tres años después, en la antesala de la reválida de noviembre, cuando por activa y pasiva nos recuerdan que la gráfica se eleva y que ya no para, que la luz sube y no baja, cuando nuevas caras públicas dan ejemplo de austeridad –al menos en la propaganda servida-, este mismo BOE anuncia unas recomendaciones en verso austero, para este personal de alto standing.

Recurrir a la publicación en la Gaceta de la orden ministerial que invita a ser austeros puede ser lo correcto, aunque a uno le saltan preguntas por doquier. ¿Era necesario esperar tres años a publicar tal recomendación? ¿Por qué no lo hicieron al unísono con el resto de recortes? ¿Significa ello que durante tres años, las altas esferas y su sequito no fueron capaces de viajar en una austeridad aparente?

Todo ello contrasta con lo que he percibido en mis desplazamientos de los últimos años a Palma, en los que en casi todos he coincidido en el autobús con parlamentarios menorquines quienes también usaban la línea 1.

Será cuestión de educación, sin duda. O de genes políticos.

PUBLICADO EL 27 AGOSTO 2015, EN E DIARIO MENORCA.