GRANADA

Hacía quince años que no salía de nuestra isla, de nuestra roqueta, de vacaciones.  Desde entonces los viajes han sido siempre por causas médicas  y el destino siempre el mismo, Palma de Mallorca.  Este año ha sido diferente.  Además de compaginar los viajes a Palma, ha habido dos momentos para el disfrute y el recuerdo.
Ambos han sido momentos en que las manecillas del reloj han acelerado su paso y la sensación de añoranza para con la “roqueta” ha permanecido ausente.  ¿Habremos madurado o simplemente hemos descubierto otros paraísos fuera de nuestra Menorca chica?
El primero fue en Semana Santa con el viaje a Banyeres de Mariola, en Alicante.  El segundo, justo después de nuestras fiestas patronales a Granada. ¡Qué decir de Granada!, si está todo dicho.  Y es cierto, Granada tiene personalidad propia.  Y eso que sólo fueron cuatro escasos e intensos días.  O tres. O dos.  Porque hay que restarle uno de ellos en la que hicimos un viaje relámpago a Sevilla.  Contraste incluido.
Llegamos un viernes a las once de la mañana y partimos un lunes a las siete de la tarde.  Y  entre ellos, el domingo, una pausa para ir a Sevilla.  Pero este poco tiempo fue suficiente para que la ciudad nos prendara.  La ciudad y sus gentes.  Su limpieza y su amabilidad. Y la Alhambra.  ¡Qué decir de la Alhambra!  De sus calles,  sus paseos, sus tapas, su noche. Sus calles llenas,  seguras  y cuidadas.
Nos hospedamos en el  Abades Nevada Palace y en la habitación nos esperaba una revista-guía prologada por su Alcalde y entre sus páginas nos brindaba la oportunidad de ser “embajadores” de Granada.  Me sorprendió esta acción impulsada por el  departamento turístico de la ciudad, y más  sorprendió al conocer sus gentes, su historia, sus calles y sus comercios.
La ciudad de Granada no necesita de embajadores, porque son ellos mismos, con su trabajo diario, con su afán de mostrar lo mejor de cada uno de ellos, lo que hace que sus visitantes no duden de trasmitir en elogios lo que, los ciudadanos, los trabajadores del sector turístico, sin esfuerzo, brindan a estos turistas, tanto nacionales como extranjeros.
Andaluces de Granada,  como bien se autodefinen  sus gentes.  Banderas españolas, andaluzas y granadinas ondeando en armonía en sus calles y en sus monumentos, solas o en compañía.  Acceso libre y gratuito a sus monumentos  un día a la semana para sus gentes.  ¡Cuántas lecciones aprendidas en tan poco tiempo!

Aparece la añoranza, sí, de llegada a Menorca.  Y de Granada, por supuesto.

PUBLICADO EL 24 DE SEPTIEMBRE DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.