Siempre se ha dicho que la unión
hace la fuerza. Que el todo es más que
la suma de las partes. Los catalanes nos
lo han demostrado un cincuenta por ciento al considerar que “Junts pel si” era
electoralmente más rentable que hacerlo con sus formaciones políticas por
separado. Al menos, si se hacía bajo el
paraguas de la actual ley electoral y su división territorial.
Las formaciones llamadas
constitucionalistas, las que se postulaban por continuar bajo la bandera
bicolor, no debieron creer lo del todo y sus partes. O al menos, se dieron otras prioridades. Las miras puestas en las generales de
diciembre, en la de castigar al PP y como no, la de subir enteros para hacerse
un puesto en las encuestas, ha primado sobre España y sobre Cataluña.
De todos modos, tras las
elecciones, Cataluña sigue como siempre. O peor aún. Con un parlamento que
deberá apoyar a una fuerza sin programa y una oposición dividida. Y es más.
Un pueblo, el catalán, dividido
al cincuenta por ciento.
Y Mas es el culpable de ello. O de parte. En cada cita pierde enteros,
quebrados y decimales. Gana unas
elecciones, sí, pero pierde el plebiscito. Aunque eso, nunca lo
reconocerá. Porque de ganar, ganan
todos. Aunque esta vez sólo haya ganado
Ciudadanos. Y la tercera vía.
La tercera vía será la que
saldrá, sin duda, del “seny català”, pero para ello deberemos esperar a
diciembre para que los españoles -catalanes también- nos pronunciemos sobre todos
los temas que nos atañen.
Abrieron las urnas y la Luna
acompañaba con su magnitud y luminosidad lo que tenía que ser una noche mágica
llena de emociones. Al poco, las
columnas de votos y escaños iban cada uno por su lado. La democracia había ganado, pero el voto ciudadano
había perdido. No todos los votos
cotizaban igual. Los catalanes seguían
siendo desiguales entre ellos.
Entrada la madrugada, la Luna se
apaga. Desaparece avergonzada por todo el engaño
nacionalista. Y de las maniobras de los
constitucionalistas. De las miras
personales.
La Luna se tiñe de luto al ver a
un pueblo dividido a partes iguales. Familias, amistades, compañeros, divididos
por unas decisiones personales que empezaron con Maragall y siguen con Mas. Y se enrojece también. De enfado, de vergüenza.
Y mañana Cataluña seguirá con
los recortes, con ajustes
presupuestarios y con el consabido “España nos roba”. Eso es lo que hay. Al menos, casi el cincuenta por ciento de los
catalanes así lo han decidido.
Un éxito, vamos.
¿O será simplemente un éxitus?
PUBLICADO EL 1 DE OCTUBRE DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.