Volvía el periodo pre-electoral, y como no, volvía a recibir la visita de Federico. La vitalidad con la que aparece de tanto en tanto, es digno de admirar. Le reprocho que sus ausencias y sus repentinas apariciones son demasiado sospechosas. Se defiende, se excusa más bien, con la consabida cancioncilla de que si los demás compromisos, que si viajes por aquí, viajes por allá, que si el médico, que si las enfermeras, bueno, una excusa de las llamadas “de mal pagador”. Y el motivo de esta visita, no puede ser otra. Las próximas elecciones generales y su interés por la política, junto, eso sí, con su siempre Mô.
Pero esta vez, habían aprendido. Y sobre todo, después del término de “política doméstica” que leyó y le entusiasmó en la entrevista publicada es este diario, que Joan Quetglas hizo a María Borrás. Federico & Mô , como agrupación de electores no se volverían a presentar a elección alguna, y mucho menos a las generales. Pero sí, querían participar en ellas. ¿Y cómo participar?. Pues, la mar de sencillo, buscando a un nombre, y lanzarlo a la esfera política. Y qué nombre?. Pues el que ellos mismos encontraron. Se llama, ni más ni menos, que Celestino Cebollero.
Y tenían plena confianza en este nombre. Era un nombre que prometía, o por lo menos, estaba en condiciones de poder prometer, y de jurar, si fuera necesario. En verdad, se llamaba Celestino García Cebollero, pero tanto Federico como Mô entendieron que lo de “García” no vendía. Ya lo hizo el PSOE con el “Rodríguez” de Zapatero, y les dio buen resultado. ¡Y además rimaba con Zapatero!. ¡Qué suerte!.
Así las cosas, Celestino se quedó sin el apellido paterno y se quedó sólo con el materno: “Cebollero, for president”. Parecía incluso un poco de guasa y más si el slogan se pronunciaba con el típico acento americano, pero el marketing era el marketing……
Ya tenían el nombre con el que ganar, o por lo menos, presentarse a las elecciones. Ahora le faltaba el programa electoral con que entusiasmar a los votantes. Porque si no había votos, no había silla. Y sin silla, nada de nada. Esto también lo tenían muy claro. Y ¿cómo se hace un programa electoral?. Se informaron y se pusieron manos a la obra. Primeramente buscaron las encuestas y eligieron los temas que más preocupaban a los españoles. El paro, la inmigración, la vivienda y la seguridad ciudadana. Pero había más. Había que acotar tramos de edades y así, poder acercarse a más gente. A los jóvenes les preocupaban las libertades, el ocio, y los subsidios. A los padres, la educación, el trabajo y la inmigración. Y a los ancianos, la jubilación, las pensiones de viudedad y todo lo relacionado con temas sociales.
También sabían que había temas que mejor no tratarlos. Y así, tomar nota de las demás formaciones políticas. Comercio, energía, derechos y deberes, código penal, seguridad social y todo lo que pudiera representar un debate serio y comprometido, habría que “fomentar el diálogo y la reflexión entre todos, a fin de elaborar una salida consensuada”…-por ejemplo-. Así, temas como las pensiones mínimas, la educación, y el trabajo y sobre todo, la crisis económica, no eran tan importantes como el saber decir “no” al aborto, y otras de actual corrillo. Pero bueno, eran tiempos electorales y había que aceptar las reglas de juego si se quería sacar tajada en las elecciones.
Y aquí empezaron los quebraderos de cabeza. ¿Cómo hacer un programa electoral y no decir lo que uno piensa? ¿Qué decir de la energía nuclear si los técnicos mantienen la teoría que es la más barata y es la que compramos del exterior, y además no afectan al cambio climático?. ¿Por qué no poder usar las otras energías renovables, si los grupos llamados ecologistas, se oponen? Cómo evitar la entrada de inmigrantes ilegalmente si el Gobierno……… bueno, mejor callarse uno. Y el tema de los terroristas, también punto y aparte. Y de las ayudas sociales, y de la ley de la dependencia, y de …… Daba la sensación que el gobierno de turno, deja las cosas sin acabar para que el votante, se vea en la obligación de votarlos otra vez si de verdad quiere ver terminada alguna gestión. Es como el desvío de Ferreríes, por ejemplo. ¿Por qué no se intenta en Sant Climent?.
Y no tenían tiempo para programas….. , sacarían capítulos de unos, y capítulos de otros, y los juntarían. Así ninguna formación política podrá criticar su programa. ¡Faltaría más!. Pero estábamos en Menorca y debíamos cumplir. Celestino era un nombre que no prometía. Por lo menos en cuanto a las tendencias de los nacionalistas. Debería llamarse Celestí….. Celestí Cebollero. El apellido mejor no “menorquinizarlo” mientras Zapatero no haga lo propio, no sea que perdiera el encanto y con ello la rima.
Y ya está. Federico y Mô ya tenían el nombre. Ahora le faltaba la persona que encajara con él. Sí, porque Celestí Cebollero, no existía. Era un nombre, le faltaba ahora, la persona que se invistiera de él. Tampoco le dieron la más mínima importancia, ya que sabían de buena fuente que un hijo de un guardia civil, nacido en Aragón, y de apellido castellano, era quien mandaba más en Catalunya, y con otro apellido. Así las cosas ¿porqué no podría llamarse Celestí o Celestino Cebollero el próximo presidente del Gobierno español?.
Y del tema de porqué era un nombre de hombre y no de mujer, o neutro, pongamos por caso, también tenían la contestación bien asegurada. ¿Qué dirían de ello tanto el PP como el PSOE? ¿Quiénes son sus elegidos? Que le pregunten a Joana Barceló lo que le ocurrió con los mallorquines…. O a Ruiz Gallardón con Esperanza Aguirre…., bueno, a éste mejor no se lo pregunten………..de momento…..
Pero esta vez, habían aprendido. Y sobre todo, después del término de “política doméstica” que leyó y le entusiasmó en la entrevista publicada es este diario, que Joan Quetglas hizo a María Borrás. Federico & Mô , como agrupación de electores no se volverían a presentar a elección alguna, y mucho menos a las generales. Pero sí, querían participar en ellas. ¿Y cómo participar?. Pues, la mar de sencillo, buscando a un nombre, y lanzarlo a la esfera política. Y qué nombre?. Pues el que ellos mismos encontraron. Se llama, ni más ni menos, que Celestino Cebollero.
Y tenían plena confianza en este nombre. Era un nombre que prometía, o por lo menos, estaba en condiciones de poder prometer, y de jurar, si fuera necesario. En verdad, se llamaba Celestino García Cebollero, pero tanto Federico como Mô entendieron que lo de “García” no vendía. Ya lo hizo el PSOE con el “Rodríguez” de Zapatero, y les dio buen resultado. ¡Y además rimaba con Zapatero!. ¡Qué suerte!.
Así las cosas, Celestino se quedó sin el apellido paterno y se quedó sólo con el materno: “Cebollero, for president”. Parecía incluso un poco de guasa y más si el slogan se pronunciaba con el típico acento americano, pero el marketing era el marketing……
Ya tenían el nombre con el que ganar, o por lo menos, presentarse a las elecciones. Ahora le faltaba el programa electoral con que entusiasmar a los votantes. Porque si no había votos, no había silla. Y sin silla, nada de nada. Esto también lo tenían muy claro. Y ¿cómo se hace un programa electoral?. Se informaron y se pusieron manos a la obra. Primeramente buscaron las encuestas y eligieron los temas que más preocupaban a los españoles. El paro, la inmigración, la vivienda y la seguridad ciudadana. Pero había más. Había que acotar tramos de edades y así, poder acercarse a más gente. A los jóvenes les preocupaban las libertades, el ocio, y los subsidios. A los padres, la educación, el trabajo y la inmigración. Y a los ancianos, la jubilación, las pensiones de viudedad y todo lo relacionado con temas sociales.
También sabían que había temas que mejor no tratarlos. Y así, tomar nota de las demás formaciones políticas. Comercio, energía, derechos y deberes, código penal, seguridad social y todo lo que pudiera representar un debate serio y comprometido, habría que “fomentar el diálogo y la reflexión entre todos, a fin de elaborar una salida consensuada”…-por ejemplo-. Así, temas como las pensiones mínimas, la educación, y el trabajo y sobre todo, la crisis económica, no eran tan importantes como el saber decir “no” al aborto, y otras de actual corrillo. Pero bueno, eran tiempos electorales y había que aceptar las reglas de juego si se quería sacar tajada en las elecciones.
Y aquí empezaron los quebraderos de cabeza. ¿Cómo hacer un programa electoral y no decir lo que uno piensa? ¿Qué decir de la energía nuclear si los técnicos mantienen la teoría que es la más barata y es la que compramos del exterior, y además no afectan al cambio climático?. ¿Por qué no poder usar las otras energías renovables, si los grupos llamados ecologistas, se oponen? Cómo evitar la entrada de inmigrantes ilegalmente si el Gobierno……… bueno, mejor callarse uno. Y el tema de los terroristas, también punto y aparte. Y de las ayudas sociales, y de la ley de la dependencia, y de …… Daba la sensación que el gobierno de turno, deja las cosas sin acabar para que el votante, se vea en la obligación de votarlos otra vez si de verdad quiere ver terminada alguna gestión. Es como el desvío de Ferreríes, por ejemplo. ¿Por qué no se intenta en Sant Climent?.
Y no tenían tiempo para programas….. , sacarían capítulos de unos, y capítulos de otros, y los juntarían. Así ninguna formación política podrá criticar su programa. ¡Faltaría más!. Pero estábamos en Menorca y debíamos cumplir. Celestino era un nombre que no prometía. Por lo menos en cuanto a las tendencias de los nacionalistas. Debería llamarse Celestí….. Celestí Cebollero. El apellido mejor no “menorquinizarlo” mientras Zapatero no haga lo propio, no sea que perdiera el encanto y con ello la rima.
Y ya está. Federico y Mô ya tenían el nombre. Ahora le faltaba la persona que encajara con él. Sí, porque Celestí Cebollero, no existía. Era un nombre, le faltaba ahora, la persona que se invistiera de él. Tampoco le dieron la más mínima importancia, ya que sabían de buena fuente que un hijo de un guardia civil, nacido en Aragón, y de apellido castellano, era quien mandaba más en Catalunya, y con otro apellido. Así las cosas ¿porqué no podría llamarse Celestí o Celestino Cebollero el próximo presidente del Gobierno español?.
Y del tema de porqué era un nombre de hombre y no de mujer, o neutro, pongamos por caso, también tenían la contestación bien asegurada. ¿Qué dirían de ello tanto el PP como el PSOE? ¿Quiénes son sus elegidos? Que le pregunten a Joana Barceló lo que le ocurrió con los mallorquines…. O a Ruiz Gallardón con Esperanza Aguirre…., bueno, a éste mejor no se lo pregunten………..de momento…..
PUBLICADO EL 29 DE ENERO 2008 EN EL DIARIO MENORCA