Y no lo digo yo, sino el mismísimo Solbes, vicepresidente de la cosa esta de la crisis. Y digo vicepresidente de la crisis, porque parece que era él quien nos había de salvar de ella, y según sus últimas declaraciones –y las anteriores- parece que ni se había enterado de que la crisis estaba al acecho. Y es que cuando hay que mentir, por el bien del país, o del partido, según se mire, se miente, y mucho. Pero bueno, a lo hecho pecho, y a la crisis, cinturón.
Cinturón sí, pero no de castidad. O por lo menos eso es lo que parece indicar el Gobierno con tantas ayudas a la natalidad. Hay que fomentar el consumo, a la vez que hay que abrir las arcas públicas para que unos pocos, puedan seguir manteniendo el estatus comercial. Así, en vez de reducir beneficios que sería lo más lógico, se apuesta por obviar la crisis, aplazarla –o al menos, aminorarla- durante un ejercicio o dos, vaciar el superávit del presupuesto de este mal llamado estado del bienestar, mediante ayudas a este mismo consumo y practicar la política del avestruz.
Los bancos publican sus beneficios y a pesar de esta desaceleración, se muestran optimistas en cuanto, al menos, a la memoria del año pasado. Y tienen motivos para estar contentos. Unos beneficios que rondan el treinta por ciento, son muy pocos quienes pueden esgrimirlos. Aunque eso sí, tendrán que empezar a practicar políticas sociales, o sea, ampliar los plazos de las hipotecas y/o abaratar las mensualidades. Ello, si quieren algún momento cobrar, porque de lo contario, se convertirán en el mayor mercado inmobiliario del estado, y esto de momento no les interesa.
Pero nos espera otra sorpresa para los que dependemos de unas subidas salariales irrisorias, de unos elevados gastos en los comercios –ellos sí que pueden elevar ganancias- . Aunque la primera sorpresa -el de la crisis- no nos cogió por idem, por mucho que repitieran por activa y pasiva los señores Solbes y Rodríguez, Zapatero para más señas, esta segunda nos obligará a cambiar el chip, a los nativos de esta Menorca nuestra.
Estamos pocos acostumbrados a gente pidiendo en la calle. Y cuando lo observamos, son incluso los comercios que presionan para que esta visión no estorbe la vista a sus comercios. Pero ahora el tema es más serio. Si hasta ahora, la asistencia social se encargaba de solucionar los problemas de los verdaderos necesitados, y los que estaban en la calle eran los “profesionales” del sector, por denominarlos de alguna forma, llegará el momento –más pronto, que tarde-, que nos encontraremos con ambos sectores en la calle.
La asistencia social de cada municipio, la estatal y la autonómica, se verán imposibilitados para dar abasto a tanta gente que invadirá y hará suya la calle, una por verdadera necesidad, otros por que su “profesionalidad” les indicará que se da la coyuntura precisa para que sus “beneficios” aumenten al estilo de la banca.
Los menorquines, que no estamos acostumbrados a ello, tendremos que cambiar el chip. Aquella visión de las Ramblas de Barcelona, ya no se nos hará extraña. Deberemos vivir constantemente con ella, a no ser que el sr. Solbes tenga alguna inspiración para solucionar el problema. Y nos encontraremos dos tipos, o más. A saber: el profesional con aires de artista, el profesional de la cosa, el vago, el necesitado y como no, el delincuente o extorsionador.
Estos cinco elementos tipo, competirán en la calle y en los domicilios particulares para hacerse con el sobrante de la crisis particular de cada uno. El profesional con aires de artista, lo tenemos de sobra conocido. Es el típico bohemio que sin cotizar en la sociedad, quiere beneficiarse de sus productos, y a cambio hace unos trabajos como tocar el violín, guitarra, recortar siluetas, hacer trenzas, etc……
El profesional de la cosa, es quien también quiere beneficiarse de la sociedad sin cotizar en ella, pero sin ofrecer ningún arte a cambio. Es el típico que encontraremos actualmente en los centros de salud, repartiendo unas tarjetas para recoger la solidaridad de los demás usuarios del servicio. No trabaja, pero no intimida.
El vago, es quien espera, busca y se las imagina para vivir de la excusa de la crisis, sin necesidad siquiera de mover las posaderas. Espera que la lástima de la sociedad remueva los corazones y se abran los bolsillos. De éstos, ha habido siempre.
El necesitado es quien tiene todos mis respetos. Por causas muy diversas, unas más justificadas que otras, la vida no le ha sonreído o no han sabido elegir el camino de esta sonrisa y se encuentra en una situación límite. Aquí, es donde actúan las asistencias sociales. Y aquí es donde deberán seguir actuando. Es una forma de hacer justicia social.
Y ahora viene el último eslabón, que englobará a un sin fin de posibilidades. Encontraremos en él al delincuente, al extorsionador, al timo bien planificado. Y de esto también hay muchos. Y de cada día en aumento. Invadirán calles y domicilios. Intentarán vaciarnos los bolsillos con palabrerías, y en caso contrario, nos amenazarán, nos insultarán….. Y cuando menos, intentarán engañarnos con trabajos de arreglos o inspecciones. Y allí está nuestro potencial futuro.
Y habrá que cambiar chips, muchos chips. Nos tendremos que acostumbrar a diferenciar al nuevo mobiliario urbano. Saber dar a quien de verdad lo necesita, sabiendo decir “no, gracias”, cuando hay otras opciones más reales. Si Barcelona, Madrid, y las demás grandes poblaciones se han acostumbrado a ello, y lo han sabido compaginar con la vida diaria, también lo alcanzaremos nosotros.
Y habrá que moderar el miedo, aumentar las precauciones, acostumbrarnos que Menorca ya no será la que era hace un par de años, y que las cosas cambian. Y sobre todo, tener la mente clara y no dejarnos embaucar por otros intereses. Y un consejo, los profesionales de la cosa, los profesionales de la mendicidad, no tienen porqué venir de fuera. Y de momento, no lo vienen. Son gente con documentación española, y por eso mismo, más astutos y precavidos, más vivos y con más argucias para conocer las lagunas legales de su actividad.
Así que, ya lo saben. La que se nos viene encima….. Consejo número uno, cambiar el chip. Consejo número dos, esperar que Solbes, de con la solución. Consejo número tres, sólo hacer caso al primer consejo.
Cinturón sí, pero no de castidad. O por lo menos eso es lo que parece indicar el Gobierno con tantas ayudas a la natalidad. Hay que fomentar el consumo, a la vez que hay que abrir las arcas públicas para que unos pocos, puedan seguir manteniendo el estatus comercial. Así, en vez de reducir beneficios que sería lo más lógico, se apuesta por obviar la crisis, aplazarla –o al menos, aminorarla- durante un ejercicio o dos, vaciar el superávit del presupuesto de este mal llamado estado del bienestar, mediante ayudas a este mismo consumo y practicar la política del avestruz.
Los bancos publican sus beneficios y a pesar de esta desaceleración, se muestran optimistas en cuanto, al menos, a la memoria del año pasado. Y tienen motivos para estar contentos. Unos beneficios que rondan el treinta por ciento, son muy pocos quienes pueden esgrimirlos. Aunque eso sí, tendrán que empezar a practicar políticas sociales, o sea, ampliar los plazos de las hipotecas y/o abaratar las mensualidades. Ello, si quieren algún momento cobrar, porque de lo contario, se convertirán en el mayor mercado inmobiliario del estado, y esto de momento no les interesa.
Pero nos espera otra sorpresa para los que dependemos de unas subidas salariales irrisorias, de unos elevados gastos en los comercios –ellos sí que pueden elevar ganancias- . Aunque la primera sorpresa -el de la crisis- no nos cogió por idem, por mucho que repitieran por activa y pasiva los señores Solbes y Rodríguez, Zapatero para más señas, esta segunda nos obligará a cambiar el chip, a los nativos de esta Menorca nuestra.
Estamos pocos acostumbrados a gente pidiendo en la calle. Y cuando lo observamos, son incluso los comercios que presionan para que esta visión no estorbe la vista a sus comercios. Pero ahora el tema es más serio. Si hasta ahora, la asistencia social se encargaba de solucionar los problemas de los verdaderos necesitados, y los que estaban en la calle eran los “profesionales” del sector, por denominarlos de alguna forma, llegará el momento –más pronto, que tarde-, que nos encontraremos con ambos sectores en la calle.
La asistencia social de cada municipio, la estatal y la autonómica, se verán imposibilitados para dar abasto a tanta gente que invadirá y hará suya la calle, una por verdadera necesidad, otros por que su “profesionalidad” les indicará que se da la coyuntura precisa para que sus “beneficios” aumenten al estilo de la banca.
Los menorquines, que no estamos acostumbrados a ello, tendremos que cambiar el chip. Aquella visión de las Ramblas de Barcelona, ya no se nos hará extraña. Deberemos vivir constantemente con ella, a no ser que el sr. Solbes tenga alguna inspiración para solucionar el problema. Y nos encontraremos dos tipos, o más. A saber: el profesional con aires de artista, el profesional de la cosa, el vago, el necesitado y como no, el delincuente o extorsionador.
Estos cinco elementos tipo, competirán en la calle y en los domicilios particulares para hacerse con el sobrante de la crisis particular de cada uno. El profesional con aires de artista, lo tenemos de sobra conocido. Es el típico bohemio que sin cotizar en la sociedad, quiere beneficiarse de sus productos, y a cambio hace unos trabajos como tocar el violín, guitarra, recortar siluetas, hacer trenzas, etc……
El profesional de la cosa, es quien también quiere beneficiarse de la sociedad sin cotizar en ella, pero sin ofrecer ningún arte a cambio. Es el típico que encontraremos actualmente en los centros de salud, repartiendo unas tarjetas para recoger la solidaridad de los demás usuarios del servicio. No trabaja, pero no intimida.
El vago, es quien espera, busca y se las imagina para vivir de la excusa de la crisis, sin necesidad siquiera de mover las posaderas. Espera que la lástima de la sociedad remueva los corazones y se abran los bolsillos. De éstos, ha habido siempre.
El necesitado es quien tiene todos mis respetos. Por causas muy diversas, unas más justificadas que otras, la vida no le ha sonreído o no han sabido elegir el camino de esta sonrisa y se encuentra en una situación límite. Aquí, es donde actúan las asistencias sociales. Y aquí es donde deberán seguir actuando. Es una forma de hacer justicia social.
Y ahora viene el último eslabón, que englobará a un sin fin de posibilidades. Encontraremos en él al delincuente, al extorsionador, al timo bien planificado. Y de esto también hay muchos. Y de cada día en aumento. Invadirán calles y domicilios. Intentarán vaciarnos los bolsillos con palabrerías, y en caso contrario, nos amenazarán, nos insultarán….. Y cuando menos, intentarán engañarnos con trabajos de arreglos o inspecciones. Y allí está nuestro potencial futuro.
Y habrá que cambiar chips, muchos chips. Nos tendremos que acostumbrar a diferenciar al nuevo mobiliario urbano. Saber dar a quien de verdad lo necesita, sabiendo decir “no, gracias”, cuando hay otras opciones más reales. Si Barcelona, Madrid, y las demás grandes poblaciones se han acostumbrado a ello, y lo han sabido compaginar con la vida diaria, también lo alcanzaremos nosotros.
Y habrá que moderar el miedo, aumentar las precauciones, acostumbrarnos que Menorca ya no será la que era hace un par de años, y que las cosas cambian. Y sobre todo, tener la mente clara y no dejarnos embaucar por otros intereses. Y un consejo, los profesionales de la cosa, los profesionales de la mendicidad, no tienen porqué venir de fuera. Y de momento, no lo vienen. Son gente con documentación española, y por eso mismo, más astutos y precavidos, más vivos y con más argucias para conocer las lagunas legales de su actividad.
Así que, ya lo saben. La que se nos viene encima….. Consejo número uno, cambiar el chip. Consejo número dos, esperar que Solbes, de con la solución. Consejo número tres, sólo hacer caso al primer consejo.
PUBLICADO EL 3 JUNIO 2008, EN EL DIARIO MENORCA