PUNTOS SOBRE LAS ÍES.

El fallo estaba a punto de hacerse público. Así al menos corría la voz hace meses, años también. Esta vez parecía cierto, al menos así lo anunciaban fuentes cercanas a los medios judiciales. Corría en los mentideros interesados de que alguno de los magistrados estaría a punto de ceder ante las presiones mudas de todo el entramado exterior. Aún no se había delatado el sentido del voto conquistado. Además, no dejaba de ser pura especulación.

Y la deliberación se creía secreta. O al menos con sigilo profesional. Pero últimamente ello parece desconocido en dichos círculos. Como muestra, un botón. Y no muy lejano. De prohibir los teléfonos móviles a los abogados, se pasó a poder visionar las declaraciones de Matas durante su interrogatorio ante el juez instructor. Igual ocurrió con el auto del mismo. La publicidad ante todo. El morbo, dirán otros. El estrellato, los más osados.

Y la fianza. ¿Acaso pagando, no puede uno influenciar ante otros testimonios, evadir la comparecencia e incluso manipular pruebas? ¿Acaso no es ésta la razón para fijar tanta fianza?. ¿Desaparece el riesgo de fuga pagando? ¿Desaparece el riesgo de destrucción u ocultación de fuentes de prueba relevantes para la investigación?

La resolución, sea cual sea, cojeará. O al menos, no será completa, por mucho que venga de un órgano judicial. Es como si en un juicio penal, se condenara a un siempre presunto delincuente en un cincuenta y uno por ciento. Y se le absuelva en el cuarenta y tantos restante. O al revés.

Pero la noticia del confidente venía ornamentada. La culpa esta vez pudiera no ser del político que aprobó el Estatut, sino de quien no retocó la Constitución. ¿Por qué no hacer una Constitución acorde con el Estatut?. Porque la Constitución, que fue modelo en su momento –y única que hacía posible el consenso de aquellos tiempos- ha quedado anticuado. Y mucho, si tenemos en cuenta todo el espectáculo habido y por haber en el seno del Tribunal Constitucional. Al menos allí se planteaba la reforma. Y en muchos otros sitios también.

La ambigüedad de finales de los setenta, necesitaba ahora ponerse los puntos sobre las íes. Y no bastará, no. Al menos podremos jugar con unas reglas de juego prediseñadas, sin necesidad de buscar la interpretación del jurista o político de turno. Ni de su superior jerárquico. Ni de la fianza ni confianza.

Y no tan sólo el Tribunal Constitucional necesitará ser retocado. La justicia en pleno. Y al hablar del término “justicia” me refiero a todo el entramado que ella la componen: jueces, abogados, fiscales y el procedimiento mismo. Hay que cambiar el chip actual de que si el fiscal no acusa, no hay causa. Hay que cambiar el chip de que un juez pueda dictar una resolución totalmente distinta a otro. Hay que cambiar el chip de tanto aforado. Hay que cambiar…., renovar, revolucionar como dirían los progresistas de antaño. ¿Dónde está el espíritu de cambio tan esgrimido en otros tiempos?

Y de la independencia también hay que hablar. A la de la justicia y sus órganos me refiero. ¿Cómo puede ser que hablemos de la independencia judicial si son elegidos por los políticos? ¿Cómo puede ser que hablemos de la independencia judicial si se encasillan en corrientes, si los encasillamos en idearios conservadores o progresistas?

¿Acaso un ladrón, un conductor borracho o un asesino, serán juzgados de forma distinta si lo juzga un juez encasillado como conservador o como progresista? ¿Por qué la interpretación del Estatut sí tiene que ser vista de forma diferente?

¿Lo que hoy es justo, con la misma ley, puede ser injusto mañana?

Estamos a punto de tocar fondo, en cuanto al judicial me refiero. En el otro, hace tiempo que ya vamos perforando.
PUBLICADO EL 26 ABRIL 2010 EN EL DIARIO MENORCA.

DIÁLOGO Y REFLEXIÓN

El empecinamiento en posiciones ideológicas no ayuda en nada a la convivencia. Las verdades de uno, pueden muy bien convivir con las verdades de los otros. La afirmación y/o negación de un hecho, viene condicionada muchas veces por el lenguaje interno, aquel que no queda registrado pero es quien, de una forma u otra, ha motivado, impulsado, creado, redactado, aquella y no otra verdad.

Treinta años atrás los “rojos” eran los demonios culpables de tanta matanza. Desde hace treinta años, los “nacionales” fueron los únicos responsables de tan horrenda historia que aún intentamos mantener viva. Hubo tiempos en que las campañas electorales recordaban la guerra civil, la represión y el peligro de votar a unos y a otros. Hoy día, incluso estrellatos personales usan y abusan de muertos y desaparecidos para su siempre presunto interés propio.

También es verdad que puestos al detalle, no podemos hablar de muertos y encarcelados de la represión franquista sin olvidarnos de los muertos de aquellos primeros días. Tampoco podemos identificar a la II República como culpable de los desmanes de uno de los bandos. Hay que recordar que la II República convivió con conservadores y progresistas tal como lo entendemos hoy en día. Fue el Frente Popular, o las masas obreras inspiradas en el comunismo ruso, quienes gobernaban en aquellas fechas. Y aquí tenemos uno de los bandos. El otro, sin duda las fuerzas conservadoras, los católicos y como no, demócratas moderados.
Tenía y tengo mi propia versión de lo ocurrido. Tengo y tenía mi propia percepción de los hechos vistos desde quien no ha vivido la represión ni tampoco ha padecido –ni en su familia próxima- aquellas sacas nocturnas. Y comprendo y entiendo a unos y a otros, más cuando muchos han sido artistas obligados en aquel teatro que unos pocos fueron creando.

Y me he alegrado con la emisión del documental “Menorca, el vent d’una guerra” por la Televisió Menorquina. Y me he alegrado porque la narración ha sido relato de lo acontecido. Con nombres y apellidos se ha ido identificando actitudes reprochables de unos y otros. Actitudes que tienen más a ver con decisiones personales que de actitudes institucionales. Hablar de fulanito o menganito, en vez de hablar de nacionales o de la República, tal vez ayudaría a reconciliar posiciones, y más ahora, setenta y tantos años después.

Y tal vez también, aquí fallaron en la transición. Podía haber, necesitaba haber amnistía, más cuando el mismísimo conductor de la misma fuera el Secretario General del Movimiento, Adolfo Suárez González. Y también porque había casi o más de media España que ni afirmaban ni desmentían. Pero unas formas, otras formas, sí pudiera haber habido. Necesitaban haber habido.

El reconocimiento de atrocidades por ambos bandos; la revocación de algunas sentencias, la exhumación de cadáveres, no tendrían porqué haberse hecho esperar. Y cuanto antes, mejor. Ahora, parece más una revancha que una reconciliación. Un estrellato que una justicia.

Y hablar de la revocación de sentencias no tiene porqué ser universal. Ni la condena a quienes trabajaron en y por el franquismo, tampoco. Si lo que se pretende es hacer justicia, no hay que hacerla a la ligera. Ni por profanos. Ni por fanáticos.

Tampoco vale jugar a adivinanzas. ¿Qué hubiera sido de la II República si Franco no hubiera tomado el poder?. Pues nadie lo sabe. Podríamos también haber preguntado qué hubiera sido de la II República si los militares no se hubieran rebelado, y tampoco tendríamos una solución tan fácil. ¿Acaso hubiéramos sido un satélite de Rusia y habríamos permanecido fieles al dominio comunista como la Alemania del Este o incluso la actual Cuba? ¿Qué hubiera pasado si Franco una vez terminada la guerra hubiera entregado el poder al gobierno de la II República? ¿O al propio Juan de Borbón, como pretendía?

Tal vez, si Franco hubiera cedido el poder a unos o a otros, conoceríamos en la historia oficial una interpretación de la historia muy diferente. Tal vez, los demonios serían otros. Pero la historia está escrita del pasado y de hechos, y no de suposiciones.

Las percepciones de quienes la han escrita y de quienes la dictan, también tienen parte importante que ver. Pero falta la versión de quienes la padecen. Y en este documental, hablan parte y herencia de quienes la padecieron. Ellos son los únicos que pueden hablar de diálogo y de reflexión.

Y seguro que siempre habrá más entendimiento entre ellos, que entre ajenos. Al menos sus intereses coincidirán.
PUBLICADO EL 19 ABRIL 2010, EN EL DIARIO MENORCA.

LA NECESIDAD DE VOLVER AL PASADO, PARA OLVIDAR EL PRESENTE.

Los agentes sociales por fin hicieron su aparición. Uno ya les echaba de menos. Pero no fue para defender a los obreros, no. De repente aparecen y defienden a Garzón. O critican al Supremo, vaya usted a saber. Y no estaban solos. Había representantes del mundo jurídico que también criticaban y defendían. Y se reunían en la universidad, como en tiempos del franquismo. Era un caldo de cultivo propicio para estar arropados. No en vano, la universidad puede representar tanto la inconformidad como la tolerancia. Y en esta ocasión, la inconformidad fue la protagonista.

Como lo es en todo lo que se desvirtúa de la realidad. Los agentes sociales parecen sordos ante las encuestas del CIS. El paro, la crisis, la jubilación, poco o nada quedan representados en estas inconformidades. O tal vez, somos nosotros quienes no estamos atentos a las verdaderas preocupaciones del pueblo llano. ¿Qué me importa a mí que procesen o investiguen a un juez? ¿Qué puede temer un juez de las decisiones que tome un tribunal? ¿Acaso no creemos en la competencia, la sabiduría, el buen hacer de todos y cada uno de los jueces?

¿Acaso creen, piensan, intentan, estos agentes sociales, estos representantes del mundo jurídico, que pueden, que están en condiciones, de influenciar en las decisiones de un órgano independiente? Igual ocurre con la tan esperada sentencia del Constitucional con respecto al Estatut catalán. Y es que el patio está crispado.

Y la crispación es alentada, propiciada por unos y no evitada por otros. Y la solución no es otra que tomar el toro por los cuernos, por mucho que se opongan estos activistas antitaurinos. Y es que hemos llegado al punto en que todo es cuestionable y opinable. Mi verdad es la verdad y todo lo demás es mentira.

Pero estas verdades están fabricando muchos dioses en minúsculas y esto es más perjudicial que beneficioso. Cuestionar una resolución judicial es saludable, como lo es cuestionar una decisión política. Pero la sensatez también hay que trabajarla. Si cuestionamos una resolución judicial, debemos ejercitar nuestro derecho a opinar sobre todas ellas, no sólo sobre la que más nos interese. Si cuestionamos una decisión política, debemos razonar todas las opiniones políticas. Si condenamos la corrupción, debemos condenar todas las corrupciones, vengan éstas de donde vengan. Si hablamos de la Constitución debemos validarla o cambiarla, no negarla.

Y aquí está la solución. Aquí está el problema. La Constitución fue elaborada ambigua a propósito. Eran momentos difíciles y la inteligencia y la tolerancia hicieron posible un entendimiento. Ahora, treinta y tantos años más tarde, las nuevas mentes no entienden o no quieren entender de tolerancia. Ahora, treinta y tantos años más tarde, con una crisis galopante, con una serie de políticos corruptos, con millones y millones de españoles y asimilados en el paro, en la más pura miseria, necesitan una excusa para desviar toda mira. Ahora, treinta y tantos años más tarde, necesitamos aún del franquismo para echar las culpas o al menos, para que no se las echen a ellos mismos.

Y allí estamos nosotros, defendiendo a mediocres protagonistas de la prensa rosa, roja o azul, mientras los verdaderos fantasmas sobrevuelan los hogares de millones de españoles.

Y esta Constitución, esta ambigua ley de leyes, si hay que cambiarla, renovarla o hacerla de nuevo, se hace, y punto. No valen excusas de miedo en cuanto a monarquía o república. No valen excusas de miedo en cuanto a estado federal u otro. No valen excusas en cuanto al derecho a la vida o a la condena perpetua. Lo que faltan son ideales.

Ideales, valores y sentido de Estado. ¿Qué piensan, qué opinan los políticos de la república? ¿Qué piensan, qué opinan los políticos de la idea del Estado? ¿Qué piensan, qué opinan de la ley electoral, de la elección e independencia de los jueces?. No saben , no contestan.

No saben, no contestan porque no tienen ideas, ni creencias. Van a toque de designación de la cúpula. Van a toque de negociación. Tanto les daría apoyar una u otra opción. Y esto no es serio. Como tampoco lo es que en España no haya una oposición seria, con opción a gobernar.

La renovación de la especie –política- no se da en España. Ni se dará mientras elefantes del pasado reciente se aferren a un cargo. España necesita caras nuevas, muchas caras nuevas, aunque para ello se tengan que sacrificar los apegados a cargos y demás prebendas. Y si es necesario sacrificar partidos, se sacrifican. Y se crean de nuevos. ¿Quién será capaz de votar a un Rajoy que no ha sabido poner orden en su partido? ¿Con qué ilusión se pueden presentar nuevas caras en un Partido Popular intoxicado de tanta corrupción? ¿Por qué no extinguir el partido y crear uno nuevo con nuevos líderes que trajeran nuevos aires de renovación y seriedad? ¿Por qué no renovar tanto político socialista y elevar nuevas caras que traigan ilusión a los gobernados? ¿Por qué no poner a tanto partido bisagra en su sitio y dejar gobernar a quienes han obtenido la confianza del pueblo?

Necesitamos una renovación en la especie política. Una renovación en los ideales. Pero para ello, necesitamos tener ideales, necesitamos trabajar nuestra cultura política, nuestra inteligencia social. Y mientras sigamos intoxicados en mediocridades mediáticas, adictos al juego político que se nos impone, seguiremos siendo robots, máquinas de hacer votos, y capaces de justificar cualquier evento enjuiciable.

P.D. El montante institucional, por no llamarlo de chantaje, de Sant Lluis, es prueba palpable de que lo justo y lo político juegan en diferentes estadios. Y eso que son partidos afines. O al menos, no enemigos declarados.
abril 2010

HERMANO MAYOR

O hermana mayor, que no se nos enfade la ministra del ramo. ¿Qué es un herman@ mayor –y no precisamente en un cofradía-? Pues cada uno sacará su propia definición según experiencia, empatía o demás métodos de percepción. ¿Y si el herman@ mayor, además es rico?. ¿Y si ….?.

Bueno, primeramente diferenciar el hermano mayor del Gran Hermano televisivo. Diferenciados éstos por cada uno de los simples mortales, diré que el título de hoy lo atribuyo a la comparación con Mallorca, nuestra isla hermana, mayor, o vaya usted a saber. O la isla rica, al menos a tenor de lo presuntamente investigado en los juzgados y fianzas prestadas.

Y las ventajas son muchas, a su favor, claro. Al pequeño –o sea, nosotros- condenados a perpetuidad a serlo, sólo nos crecerán los enanos y seguiremos yendo a la cola en cuanto a la primogenitura.

Aterrizas un día cualquiera y el trato ya es diferenciado. O al menos, el porcentaje de positivos da a entender una mejor selección en cuanto a los profesionales que viven atentos al público. La diversidad de productos, de modelos, la cantidad de elección, duplicará ofertas y ahorro. Es el momento en que desmonta uno la excusa de la insularidad. El sobre coste que padecemos en la menor no lo entiendes, a no ser que se esgrima la siempre excusa de la doble insularidad. ¿Acaso tienen que recalar en la mayor y de allí, cruzar el charco?
Puedes coger el autobús, como medio económico, rápido y eficaz, pero tienes prisa y gustas de coger el taxi y contemplar la lentitud del taxímetro. Y si además el conductor es un zalamero andaluz, no les cuento. Pagas e incluso dejas propina. Y allí te encuentras con la filosofía del pueblo. Ésta que no sale en los tratados pero es real como la vida misma. Mientras uno echa de menos en su tierra menor unas verdaderas grandes superficies, unos centros comerciales al estilo europeo, el zalamero conductor, echa de menos la tranquilidad de los años sesenta. Y ambos queremos cambiar épocas y destinos. Él, retornar a la “tranquilidad” que aún se disfruta en Menorca, y uno, desconocedor de aquella libertad aparente, compaginarlo con aquellas ventajas económicas que vas palpando.

Te gusta ir a las grandes superficies y encontrar variedad de modelos, variedad de precios, la atención que se te presta. Eres un cliente y no una tarjeta de crédito. Encuentras menús a pocos euros sin que te “enchufen” el chupito de marras. Adaptas un sentimiento de libertad. Libertad de elección, de decisión. ¿Cómo sentirse libre si no tienes capacidad de elección?

El zalamero te lo pone difícil. Te brinda la opción de trasladarte unos cuantos “pìcs” al año a la mayor, o a la península, y preservar la menor, tanto o más como lo estamos haciendo. Le comentas pero, el problema del transporte, otro que tal. El coste, más bien, del transporte. Que si el efecto ratonera, que si la segunda maleta, que si días azules o con meses de antelación….. Le sigues hablando del estancamiento de la economía, del turismo, de los míseros salarios…

Se extraña cuando le hablas de la falta de iniciativa turística. Se extraña cuando le comentas que los puntos de información turística brillan por su ausencia. Se extraña cuando le comentas de la poca variedad ofertada por aquello del proteccionismo en demasíe. Te lo imaginas leyendo la noticia del Lazareto y su sorpresa contundente. No me lo dice, pero le leo el pensamiento. Nos falta visión, interés, ganas de trabajar el turismo. Pensamos antes en rendimientos que en servicio. Hay que cambiar el chip.

¿Y cómo lo cambiamos?. Habrá que cambiar chip, lector e inyector. Habrá sin duda que efectuar un estudio de pros y contras. Antes habremos que crear un presupuesto destinado para ello. Luego un director, gerente o alguien de confianza quien pueda convocar una rueda de prensa para dar a conocer tal o cual proyecto. En fin, seguimos siendo hermanos menores.

Pasamos por el palacio de Marivent. Nos explica el zalamero taxista que el palacio se lo regalaron al monarca los empresarios mallorquines, para que indirectamente se hiciera promoción de la isla. ¡Y sin estudios previos, presupuestos ni director que hiciera su presentación pública!.

¡Seguiremos siendo los hermanos menores!... ¡Y pobres!.
PUBLICADO EL 12 ABRIL 2010 EN EL DIARIO MENORCA.

EL CONDUCTOR MAMADO

¿Verdad que no es habitual escuchar o leer en los medios de comunicación ninguna noticia en la que aparezca el término mamado? Y en cambio éste término también aparece en el diccionario de la Real Academia, y es también usado en el lenguaje coloquial. El término “mamado” es adjetivo vulgar, poco proclive a las hemerotecas y no digamos a la ausencia de éste en el ámbito jurídico.

¿Se imaginan un atestado policial, una denuncia de tráfico, una sentencia judicial, en la que se denunciara o condenara a un conductor por “conducir mamado”? Las alarmas se dispararían de inmediato. Y con razón. Los términos jurídicos y administrativos lo tipifican bien claro. Conducir con tasas superiores de alcohol a las permitidas, o en los casos más graves, bajo los efectos de la ingesta de alcohol, y no más.

Y no aparecería el término “mamado” por varias razones, la principal, por la profesionalidad del funcionario de turno. Y si ésta por algún motivo se quebrara, la supervisión del mando inmediato superior frenaría tal despropósito. Y si a pesar de ello, el vocablo aludido llegara a instancias judiciales, el rapapolvo que recibiría el autor del atrevimiento disuadiría al mismo y a su entorno por varias generaciones. Y es que las normas –y las formas- no deben perderse nunca. Y más aún si éstas se aplican con el dinero público. El enseñamiento, el escarnio, y sobre todo, las malas prácticas, no deben ser monedas de cambio, ni mucho menos excusas, para justificar una falta de profesionalidad.

Y en este caso no se esperaría a que hubiera denuncia de parte para reprender al osado de tal atrevimiento. Y ello, porque la administración también puede, debe o al menos, debería corregir de oficio todo desaguisado de la que tuviera conocimiento, sea éste propio o ajeno, voluntario o involuntario.

Es inimaginable un titular con el siguiente texto: “Conductor mamado arrolla a un peatón cortándole una pierna en mil pedazos”. Como también sería inimaginable una diligencia policial con el consiguiente texto: “Y el susodicho tipejo, mamado hasta la calva, con desprecio total a toda norma de convivencia, en un estado lamentable, sucio de no haberse lavado en los últimos diez días, conducía un vehículo destartalado….” Y no digamos de una sentencia condenatoria al mismo, del tenor siguiente : “Y probado que el ignorante conductor, pasando olímpicamente de las normas establecidas en el código de circulación y pasándoselas por el forro, decide en la tarde del día de autos, coger el ídem en singular, y tras beberse una tras otra, varias botellas de vino con denominación de origen desconocido, cogió tal cogorza que provocó que el dios Baco quedara pequeño ante su presencia. Mamado como iba, atropelló al peatón que….”

Y si este razonamiento parece de lo más normal, de lo más lógico, uno se pregunta por qué en los últimos días ha sido titular, más aún, ha aparecido en un auto judicial, términos que parecen más dignos del lenguaje vulgar, coloquial, o del llamado populacho, de esos que tocan y tocamos con los pies en la tierra. Hay términos que en vez de instruir parece que sentencian, incluso alguno pensará que se ensañan.

Y las formas deben ser las formas. Y más si vienen de dineros públicos, por mucho que, presunta, supuesta y casi por seguro, otros dineros públicos desaparecieran por infracciones que ahora se intentan descubrir.

Cuanta mayor sea la corrección en las formas, más creíbles serán los fallos condenatorios. Cuanta mayor sea la imparcialidad demostrada, mayor será la credibilidad en la cosa juzgada.

Y esto, de oficio debería, tendría, que poderse corregir. De lo contrario, podríamos llegar a crear pequeños dioses.
PUBLICADO EL 6 ABRIL 2010, EN EL DIARIO MENORCA.

VERGÜENZA AJENA

O propia…., que uno sigue siendo contribuyente. Atrás quedan los años en que el orgullo pagaba su impuesto. Al menos, aunque a uno le tiranizaran, aunque a uno le birlaran derechos, le despreciaran en público o el escarnio fuera moneda corriente, siempre quedaba aquel vestigio de que el orgullo de ser español, menorquín, ideología o creencia, bien valía el pago de aquella tasa inherente al cargo.

Ahora, el impuesto -y elevado al cubo- sigue presente. Tampoco es que haya desaparecido ni la tiranía, ni el escarnio. Éstas también se han elevado hasta llegar a cotas inesperadas. Lo que sí nos han rebajado, cuando no aniquilado, es el orgullo. ¿Orgullo de qué? ¿De decir que se es español? ¿De decir que se es balear?. Si decirse uno español o balear es compararlo a uno con Zapatero o Matas, ¿qué orgullo puede haber?

La siempre presunta incapacidad de Zapatero para sacarnos de la crisis, y las presuntas irregularidades económicas –por no llamarlas de otra manera- de Matas, deben ser el hazmerreír de todos los comentarios extranjeros. Y ya no digamos si el tema de la piscina de Sant Lluis siguiera el proceso judicial. Cuatro y pocos más.

Cuatro y pocos más son quienes dirigen nuestras vidas sociales. Ell@s deciden cuando trabajamos, qué cobramos, cuando nos jubilamos y qué debemos gastar en comida, en educación, en sanidad e incluso en nuestro ocio. Son nuestro gran hermano en mayúsculas. Bien camuflados, eso sí, en unas urnas transparentes donde cada cierto tiempo volvemos a introducir sus nombres para, por mandato nuestro, seguir fabricando nuestro futuro.

Nuestro futuro y nuestro pasado. Y el futuro de nuestros hijos. Y de nuestros mayores. Son, se creen, dioses. Dioses terrenales y con pies de barro. De lodo. De estiércol, incluso alguno. Pero allí están, idolatrados por unos, odiados por otros. Fifty-fifty y ya les sobra. Y se bastan.

No necesitan estudios ni conocimientos. Improvisan, aceleran y ralentizan. Ellos hacen y deshacen. Mienten y desmienten. Pactan, negocian , deciden e intentan escurrir el bulto bajo la firma de un subordinado, un informe bien pagado o un cargo de confianza. Muchos de ellos estudiaron derecho, otros se quedaron a medio camino. Poco a poco son noticia. Empiezan a pisar juzgados, sin toga y con manillas. También pagan fianza por haber perdido en las urnas, la confianza en el partido.

Y la que ellos no tienen, de vergüenza propia y ajena, se nos traslada a nosotros, por negada solvencia. Propios electores y ajenos, con y sin empatía, se rasgan las vestiduras. Del hilo salió la arena, que no el ovillo. Del hilo también los millones, los televisores y demás gastos sin contemplar.

Es tiempo de vergüenza, de duelo en comicios. Es tiempo de ganar cordura, de negar tanta locura, de limpiar retretes y sacar la basura. Es tiempo de cerrar candado, asegurar la puerta, y tirar la llave. De tirar la cadena, de limpiar el inodoro, y de olvidarnos de tanto moño……
abril 2010

YA ES PRIMAVERA

Dicen que hemos adelantado, pero a uno le da la sensación que ocurre lo contrario. Es verdad que adelantamos la hora y que a las dos pusimos las tres, pero a las siete de la mañana sigue siendo tan oscuro como antes las seis. Bueno, no tanto, pero menos de lo que podría ser. Así pues, atrasamos nuestras vidas, ralentizamos una hora nuestro devenir. Pero es una sensación errónea. A las siete de la tarde, aún será temprano. ¿Qué ha ocurrido? ¿Nos han alargado la vida? ¿Nos van avalando una hora, para resetearla más adelante?

Es abril, la primavera ya es nuestra. Nos referimos a la primavera, como un periodo en que el mundo vuelve a arrancar movimientos. Coincidirá este año en que la Pascua de Resurrección también dará su llamada a la nueva Luz. Luz, nacimiento de una esperanza, arranque y demás. Pero claro, aquí ya nos metemos en creencias y especulaciones. Y tampoco es tiempo de especulaciones.

Es época de resurgimiento. Época de preparar viajes, época de preparar la “caseta” para empezar a ir los fines de semana, como un preludio al verano que se avecina. Al verano que está a la vuelta de la esquina, de la manzana, del…

Los largos atardeceres, la bonanza del tiempo, incluso el matutino despertar, serán señales de que la vida despierta, de que las flores se engalanan de los árboles y éstos se preparan para dar sus frutos. Es tiempo del aviso de que todo está en la línea de salida.

Y nosotros, como caracoles tras las húmedas mañanas, empezamos nuestro caminar. No queremos desperdiciar tiempo alguno. De cada vez más, nos damos cuenta de que el tiempo es oro o platino. Vamos con prisas como no habíamos ido años antes. No queremos dejar ocasión sin disfrutarla.

Y a eso le llamamos vida. Vivir es simplemente disfrutar de las horas, de los minutos, de cada uno de los segundos. Y la vida necesita felicidad. Y la felicidad no es ninguna quimera. Es fácil si sabemos autofinanciarnos de ella.

La felicidad la podemos encontrar en cada rincón, en cada gesto ajeno, en cada instante nuestro o de los demás. Sólo hace falta captarla, identificarla, asumirla. La felicidad la encontraremos tras cada resultado positivo obtenido tras un trabajo continuo. La felicidad la identificaremos tras cada cresta alcanzada a la salida de cada bache. Incluso podemos ser capaces de encontrárnosla en cada superación de los males humores de los demás. Porque la felicidad está allí, sólo falta darle entrada a nuestra vida.

Es primavera. ¡Ya es primavera! Volvemos a poner nuestro motor en revoluciones, nuestras mentes empiezan a hacer cábalas, los antihistamínicos invaden las farmacias en busca de víctimas de todo un tratado en alergología y este cóctel también puede ser explosivo. Son épocas en que las necesidades se acrecientan. La comunicativas, claro.

Y de comunicación, de relacionaros con otros iguales, no vais necesitados. Sois ejemplo de ello. Pero a veces, la vida nos juega malas pasadas. Y si en el otoño con el ejemplo de la hojarasca, también nuestras ramas se despueblan y quedan desnudas a la intemperie de una incipiente oscuridad, ahora, cuando el día nace, cuando la noche se esfuma, cuando el astro Sol aparece con ansias de estar presente en nuestro cotidiano quehacer, acompañándonos en nuestros recorridos mentales, es el momento de pasar factura al pasado, romper debes y haberes, romper moldes y prepararnos para una nueva prórroga.

He empezado el escrito con el adelanto, o la sustracción, vaya uno a saber. El préstamo más bien, ahora que todo el mundo se retrae. Pero ¿qué pasaría si no hiciéramos caso de las imposiciones? ¿Qué pasaría si no hubiéramos adelantado el reloj?

Seguiríamos levantándonos a la misma hora, con la misma luz, y poco a poco –o rápido más bien-, iríamos adentrándonos en aquella prórroga diaria. Ahora, nos obligan a unos cambios en nuestros hábitos que más que ayudarnos, nos trastornan. Y nos mueve, nos devuelve las alas y nos rejuvenece. Y no es la hora de más, o la de menos, no. Es la primavera. Es la primavera que ya está aquí.

El otoño, dirán por el sur.

Siempre hay una salida digna, una válvula de escape. Es bueno que así sea. Sólo falta adaptarse al lugar. Y adaptándose, será feliz.

PUBLICADO en el número del mes de ABRIL de 2010, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca