DIT I FET

Dicho y hecho. Así reza la campaña que ha lanzado el Govern de las Illes Balears en su página web. Me sorprende y no me sorprende, porque los contribuyentes y votantes de a pié, ya estamos de sobra acostumbrados de que los mecanismos propagandísticos de la administración están siempre al servicio del partido en el poder y de que las precampañas electorales son un claro ejemplo de que los presupuestos públicos están más al servicio de unos que de otros.

Y no es nuevo, no. Inauguraciones, fotos de familia y visitas de primeras, segundas o terceras piedras, suelen ser noticia cotidiana en los medios de comunicación. Cambios de imagen, firmas de convenios y ruedas de prensa serán armas de doble filo durante estos últimos meses. Por un lado, intensificarán el efecto de la propaganda subliminal, por el otro, rescatarán del baúl proyectos y peticiones que durmieron el sueño de los justos a la espera de que alguien, por el motivo que fuera, decidiera rescatarlo y ponerle el sello de salida.

Se nota a faltar una legislación que impida estos claros abusos por parte de los jerifajes de la administración, e impedir que pudieran aprovecharse de los medios técnicos y personales de la misma en beneficio propio o de su partido. Y hay muchas formas y modos. Incluso el uso de aviones militares para asistencia a mítines y encuentros con militantes. Incluso el uso de los billetes subvencionados como miembro del Congreso o del Senado para las mismas asistencias. Y no digamos los gastos de protocolo en los que se incluyen regalos, flores, dietas y estancias.

Y será difícil su erradicación. Como difícil es conseguir acuerdos sobre segundas vueltas o sobre el chantaje de los llamados partidos bisagras. Y será difícil, porque todos, por distinto credo que profesen, tienen un denominador común. Un gen común. Un virus, más bien. Un virus que los mantiene unidos en las causas comunes. ¿Acaso no se avinieron con el tema de sus pensiones?

Últimamente van apareciendo noticias sobre algunos personajes y personajillos que han vivido y hecho la transición española. Y observamos lo fácil que es que por un comentario, aquel idolatrado personajillo pueda caer del pedestal que muchos de sus allegados lo colocaran. Y así debería escribirse la historia. Una historia con treinta, cuarenta y más años de distancia, escrita desde allegados y alejados, desde profesionales y observadores de la misma. Escrita desde una lejanía que permita acercarnos aún a sus obras y desdichas, pero con la siempre segura no intervención o injerencia del poder establecido.

Encontraríamos gran cantidad de gira-camisados, incultos últimos eslabones de promociones, fracasados empresarios y quien sabe si algún que otro suplantador de títulos e identidades. También podríamos seguir los edictos y anuncios en los boletines oficiales con las deudas y exhortos hacia ellos dirigidos. Podríamos seguir con la recopilación, al más puro estilo, de las historias de la mili, y que decir si a todo ello, añadiéramos algún que otro estudio médico. Y nos sorprendería, y mucho.

Dicho y hecho, dit i fet, como reza la propaganda en la web del Govern. Llegamos a confundir el partido con la administración. Llegamos a confundir los despachos y los favores. Llegamos incluso a confundir al amigo, al votante y al administrado.

Es una confusión que por suerte o por desgracia, dura poco. Lo suficiente para que podamos decidirnos en cuestión de voto. Lo suficiente para que podamos obtener nuestra recompensa si sabemos manejar bien las cartas. Lo suficiente para que podamos hundirnos por cuatro años, si las acciones se depositan en bolsa equivocada.

PUBLICADO EL 22 FEBRERO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.