LAS EPIDEMIAS DEL SIGLO XXI

Cuando el año pasado nos alarmaron con la pandemia de la gripe A (virus H1N1) lo único que consiguieron los artífices locales de tal alarma ciudadana, fue que la población –incluido parte de la médica- cuestionara la alarma y los motivos de la misma.

Al final, fue una gripe en términos estadísticos más benévola que las anteriores cepas de gripe y lo único que se consiguió -a nivel mundial- fue sacar al mercado una gran parte o la totalidad de la partida de un medicamento próximo a su caducidad.

La OMS también apareció en la lista de los cuestionados, así como también hubo alguna sospecha, presunta siempre, sobre las conexiones y presiones de algunas industrias farmacéuticas con la misma y con algunos gobiernos nacionales.

Se vivieron ejemplos cotidianos de diagnósticos de dicha enfermedad sin realización de análisis identificativos alguno, a la vez que no se procedió con el protocolo de aislar a todo el núcleo o entorno familiar que hubiera estado en contacto con el “diagnosticado” de haber sido un diagnóstico positivo. Así, de esta forma y no de otra, se iba transmitiendo la pandemia. Por un lado, las cifras estadísticas iban en aumento, la mayoría de procesos fueron leves, muchos pasaron desapercibidos, y la mortalidad en números estadísticos era baja.

Y la pandemia, en el caso español significó varias cosas: Por una parte, la crisis pasó a segundo término. Por otra, la política gubernamental en cuanto a la prevención y el protocolo de profilaxis decretado por activa y pasiva dieron sus frutos y las medallas se impusieron de palabra, pensamiento y obra. Y no digamos del negocio de las industrias farmacéuticas y de la industria colateral. Y por último, las directrices externas fueron cumplidas.

La única buena inversión fue, además de la que tuvo la industria farmacéutica y colateral, el aplazamiento durante de un año más de la alarma sobre la aparición –ahora sí- de la crisis económica. A la vez que iban cayendo en cama nuevos portadores del virus, iban cayendo de sus empleos más trabajadores de la construcción, de la industria y del sector hotelero.

Nada más se habló de la pandemia de la gripe A. Entró pero con fuerza la realidad de la crisis económica que, amparada con la cita electoral de mayo, se difumina con la siempre presencia de las dos Españas que nadie interesa unir, so pena de perder crédito, prestigio y excusa bananera. Nuestro inconsciente se deja avasallar por unos estúpidos slogans dictados en la época de Alfonso Guerra y sus camaradas mitineros.

A pesar de las elecciones, de las pensiones y todo lo inventado y por inventar, lo que si es una realidad es que este año es diferente. Este año, sin psicosis, sin alarmas, y sin nada que incite a ello, la gente va cayendo como moscas y sólo con observar la cantidad de usuarios de los servicios de urgencias de los centros de salud y las dispensaciones farmacéuticas de antitérmicos, antibióticos y jarabes, está todo dicho.
Pero este año, la pandemia no vende. Ni la pandemia, ni la epidemia, ni hay stock de medicamento de próxima caducidad. Y por eso no se habla. O porque no se quiere alarmar. O porque simplemente las directrices externas son otras.

La pandemia ahora está en el Norte de África. Es una pandemia benigna. O al menos no se alarma ni se vacuna en Occidente. O simplemente no hay vacuna que la inmunice, vaya uno a saber. Y la pandemia se le llama de muchos nombres: democracia, libertad, reformismo….

Y Occidente está al tanto. Si, pero no. No, pero si. El dilema es claro. Prefieren a una dictadura a la que poder maniobrar, que a un parlamento a los que no puedan doblegar. ¿Qué hay tras este efecto dominó? ¿Qué hay tras esta pandemia que en pocas fechas ha traspasado las fronteras a la velocidad de un bólido temerario?

¿Acaso la subida de los precios puede provocar un cambio de sistema político? ¿Cuántas veces no habríamos cambiado de sistema político de haber estado infectados por el virus de la pandemia 2011?... Electricidad, sueldos, gasolina, pensiones, IRPF,….Se ve que estamos hechos de otra pasta, de otro molde…., de otras ignorancias.
PUBLICADO EL 8 FEBRERO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.