¡Con lo fácil que era y no nos dimos cuenta!. Tuvimos que esperar a que nos lo dijeran alemanes y franceses para así solucionar nuestros problemas. O avivarlos. Porque no hay acción, por minúscula que parezca, que no desemboque con una reacción. Reacción por indignación, dirán los unos. Por crispación, dirán los otros. O ni lo uno ni lo otro, dirán los más. Y es que desde que los socialistas idearon desde el gobierno mismo el espíritu de ir contra todo lo que represente autoridad, uno ya no sabe si el enemigo está delante, detrás, afuera o dentro.
Y ahora la reforma constitucional da para mucho. Que si ya lo habían dicho mucho antes los populares, que si Zapatero es obligado o que éste mismo convence a Rubalcaba quien se oponía y ahora lo aplaude. Y es que según Rubalcaba, la reforma de la Constitución en cuanto al endeudamiento del Estado puede facilitar las políticas sociales. ¿Por qué no lo pusieron en práctica antes?. Supongo que será como la historia de la no existencia de la crisis… porque si no había crisis, no había motivo de actuar en políticas anticrisis, y mucho menos en una reforma constitucional con el temor y respeto que esto representa, por muchas leyes “iluminadas” que se aprueben y tanta despenalización que se practique.
Lo cierto es que si el problema estaba en hacer constar en la Constitución algo tan simple como sencillo –sin precisar topes ni techos- ¿por qué no arriesgarse más y colocar un artículo prohibiendo la crisis?. Ya no digo el de suprimir el Senado ni el de condenar la corrupción ni reformar el título octavo, simplemente añadir un artículo bis, un apartado c) o d), o aumentar una disposición de las finales o adicionales, con una redacción semejante a “Se declara fuera de la Constitución y de su ordenamiento jurídico cualquier tipo de crisis económica que pueda afectar a la política del estado de bienestar de la nación española” y si para ello es necesario un consenso más amplio con nacionalistas incluidos, podrían añadir “…y de las nacionalidades y naciones que la componen”. Y tan panchos. O menos, quien sabe.
Y si a pesar de ello, de la reforma y de los acuerdos de nacionalistas y nacionales, el virus de la crisis se atreve a entrar en nuestra piel de toro e islas adyacentes, y los alemanes y franceses intentan decirnos el qué y el qué no debemos hacer, declararemos los intentos de unos y de otros anticonstitucionales, y listo. Y es que lo que no existe, no se puede atender. Para ello, claro, necesitaremos un Tribunal Constitucional acorde con la tesina del Gobierno de turno. Y como no es factible que los miembros del Tribunal estén de acuerdo en todo –por lo de la independencia judicial, claro-, ni es factible que ni el Gobierno ni la oposición estén de acuerdo con el nombramiento de éstos, habría que cambiar la Constitución para hacer un Tribunal Bis, que sólo decidiera sobre el tema de la crisis. Y tras esto, la crisis habría fenecido sino por decreto si por ley orgánica. Y por la Constitución, claro. ¿Y puestos a prohibir, porqué no eliminar paro y demás?
¿Se imaginan que en vez del derecho al trabajo, en la Constitución se contemplara la prohibición del paro o del desempleo? Al ser el desempleo anticonstitucional ya no habría desempleo ni subsidio ni nada que se le pareciera. ¿Lo habrá pensado Rubalcaba para solucionar tal desaguisado? ¿O no se lo habrán comentado los alemanes, franceses y americanos?
Y es que Rubalcaba no tiene ningún problema en rectificar. Ya lo dice el refrán que el rectificar es de sabios. O de quienes se equivocan, dirán los otros. El problema es que cuando uno se equivoca en la esfera personal, allá cada cual con sus consecuencias. Cuando uno se equivoca en la esfera de poder, son los ciudadanos, los subordinados, los súbditos y lacayos quienes sufren las consecuencias, y de esto Rubalcaba ya tiene experiencia por sus años bajo las órdenes de Rodríguez, Zapatero para más señas.
Y con una Constitución clara, sin crisis ni paro constitucionales, los mercados irán cogiendo confianza y España volverá a ser la potencia que era.
Lo que no ha dicho Rubalcaba es que los mercados son internacionales y no están bajo el mandato de nuestra constitución. Tampoco ha dicho que el dinero no tiene nación. Ni tampoco nos ha dicho que Alemania y Francia intentan imponernos una política económica conforme a sus intereses.
¿Será demasiado el coste que deberemos pagar por un aplazamiento de sentencia?.
Y ahora la reforma constitucional da para mucho. Que si ya lo habían dicho mucho antes los populares, que si Zapatero es obligado o que éste mismo convence a Rubalcaba quien se oponía y ahora lo aplaude. Y es que según Rubalcaba, la reforma de la Constitución en cuanto al endeudamiento del Estado puede facilitar las políticas sociales. ¿Por qué no lo pusieron en práctica antes?. Supongo que será como la historia de la no existencia de la crisis… porque si no había crisis, no había motivo de actuar en políticas anticrisis, y mucho menos en una reforma constitucional con el temor y respeto que esto representa, por muchas leyes “iluminadas” que se aprueben y tanta despenalización que se practique.
Lo cierto es que si el problema estaba en hacer constar en la Constitución algo tan simple como sencillo –sin precisar topes ni techos- ¿por qué no arriesgarse más y colocar un artículo prohibiendo la crisis?. Ya no digo el de suprimir el Senado ni el de condenar la corrupción ni reformar el título octavo, simplemente añadir un artículo bis, un apartado c) o d), o aumentar una disposición de las finales o adicionales, con una redacción semejante a “Se declara fuera de la Constitución y de su ordenamiento jurídico cualquier tipo de crisis económica que pueda afectar a la política del estado de bienestar de la nación española” y si para ello es necesario un consenso más amplio con nacionalistas incluidos, podrían añadir “…y de las nacionalidades y naciones que la componen”. Y tan panchos. O menos, quien sabe.
Y si a pesar de ello, de la reforma y de los acuerdos de nacionalistas y nacionales, el virus de la crisis se atreve a entrar en nuestra piel de toro e islas adyacentes, y los alemanes y franceses intentan decirnos el qué y el qué no debemos hacer, declararemos los intentos de unos y de otros anticonstitucionales, y listo. Y es que lo que no existe, no se puede atender. Para ello, claro, necesitaremos un Tribunal Constitucional acorde con la tesina del Gobierno de turno. Y como no es factible que los miembros del Tribunal estén de acuerdo en todo –por lo de la independencia judicial, claro-, ni es factible que ni el Gobierno ni la oposición estén de acuerdo con el nombramiento de éstos, habría que cambiar la Constitución para hacer un Tribunal Bis, que sólo decidiera sobre el tema de la crisis. Y tras esto, la crisis habría fenecido sino por decreto si por ley orgánica. Y por la Constitución, claro. ¿Y puestos a prohibir, porqué no eliminar paro y demás?
¿Se imaginan que en vez del derecho al trabajo, en la Constitución se contemplara la prohibición del paro o del desempleo? Al ser el desempleo anticonstitucional ya no habría desempleo ni subsidio ni nada que se le pareciera. ¿Lo habrá pensado Rubalcaba para solucionar tal desaguisado? ¿O no se lo habrán comentado los alemanes, franceses y americanos?
Y es que Rubalcaba no tiene ningún problema en rectificar. Ya lo dice el refrán que el rectificar es de sabios. O de quienes se equivocan, dirán los otros. El problema es que cuando uno se equivoca en la esfera personal, allá cada cual con sus consecuencias. Cuando uno se equivoca en la esfera de poder, son los ciudadanos, los subordinados, los súbditos y lacayos quienes sufren las consecuencias, y de esto Rubalcaba ya tiene experiencia por sus años bajo las órdenes de Rodríguez, Zapatero para más señas.
Y con una Constitución clara, sin crisis ni paro constitucionales, los mercados irán cogiendo confianza y España volverá a ser la potencia que era.
Lo que no ha dicho Rubalcaba es que los mercados son internacionales y no están bajo el mandato de nuestra constitución. Tampoco ha dicho que el dinero no tiene nación. Ni tampoco nos ha dicho que Alemania y Francia intentan imponernos una política económica conforme a sus intereses.
¿Será demasiado el coste que deberemos pagar por un aplazamiento de sentencia?.
PUBLICADO EL 1 SEPTIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA