Cuando me dispuse a escribir la carta a los Reyes Magos, al Papa Noel, y como no, al futuro presidente del Gobierno español, lo hice como suele decirse, en plenas facultades mentales, o al menos declarar estar con las mismas que me han acompañado en mis días. Que tampoco es que me haya equivocado de calendario ni que algún gracioso me haya tomado el pelo –el poco que aún me queda-. Pues no.
Todo empezó cuando hace unos días empecé a allanar el terreno para cuando las Navidades, sobre todo a preparar a mis hijos en el tema de los Reyes y del Papa Noel. Desde siempre ambos han visitado nuestro hogar, pero este año su ausencia será motivo de intriga, preguntas y quien sabe si de algún disgusto. Por eso era necesario empezar a trabajar la imaginación y que la cruda realidad se hiciera ya presente.
La asignatura de la Educación para la Ciudadanía debería de contemplar algunos capítulos a sobrevivir en tiempos de crisis, a saber elegir en la compra del supermercado y como no, en no caer en la tentación de la publicidad que entra en nuestros domicilios por medio de la llamada publicidad subliminal o simplemente directa, agresiva y dañina para el bolsillo paterno. Pero eso no le preocupa al gobierno de turno, sino todo lo contrario. Rubalcaba –camarada para unos, señor para los demás- lo dejó bien claro al criticar el ahorro.
Pero no comulgo con las directrices del señor Rubalcaba. Y ya no es por lo del ahorro, sino por el del no gasto. Bienaventurados los pobres que pueden ahorrar. Bienaventurados los pobres que pueden dejar de gastar. Y es que el mejor ahorro es el que no se gasta. Y aquí viene la consigna que nos imponen los señores banqueros, políticos y aventureros: este año no hay ni Reyes Magos, ni Papa Noeles que valgan. Este año se terminará la inocencia de muchos niños que aún creen en la magia de aquellas fechas, y promete una maduración acelerada. Los psicólogos infantiles pueden empezar a realizar masters sobre las frustraciones infantiles por el efecto navidades, porque los traumas infantiles serán la nueva plaga del siglo XXI.
¿Y por qué escribir la carta en octubre? Sencillamente porque dadas las ventajas que nos ofrece las nuevas técnicas de comunicación, y por el ahorro del sello y sobre –y no digamos por el llamado efecto postal- los mensajes se realizan vía e-mail. Y muy por seguro que llegado diciembre, el servicio del ADSL será suprimido en mi domicilio. Los recortes empiezan por uno mismo.
¿Por qué escribir un e-mail ahora si de todos modos no van a recibir regalo alguno? , también se preguntarán. Sencillamente porque los productos de primera necesidad también serán bien recibidos. Comida, calzado y ropa encabezan la lista que estos días he mandado bajo confirmación de lectura. Las tallas sobradas, los números comprobados y las marcas ignoradas. Así de sencillas se presentarán estas Navidades. De los años sesenta, vamos.
De la infancia de los cincuentenarios actuales. ¡Que lujo!. ¡Qué lujo retroceder cincuenta años de golpe y recuperar aquella austeridad de nuestros padres, quienes aún trabajando, sus sueldos no alcanzaban para darnos muchos caprichos…! ¡Y pensar que en pocos años unos cuantos dirigentes y unos cuantos banqueros nos han hundido el invento!. ¡Y el síndrome de Estocolmo sigue actuando!
El PP propone eliminar cincuenta diputados. No se arriesga a más, por aquello de la reforma constitucional. Ni se atreve con el Senado. Como tampoco se propondrá hacerlo dentro de la legislatura si la ganan. ¿Esperaremos cuatro años para ver los recortes en los políticos? ¿Y qué dirá ahora el señor camarada Rubalcaba sobre quitar diputados y senadores?
Y el PP me ha inspirado. Escribiré el e-mail a los Reyes Magos, al Papa Noel y a quien haga falta, para que estas navidades nos regalen contención en el gasto político. Que eliminen la compra de ordenadores y móviles para sus señorías y que este ahorro lo inviertan en Educación y en Sanidad. Escribiré para que nos regalen las dietas de sus señorías, que eliminen también muchos – o todos- eurodiputados, al fin y al cabo Francia y Alemania son quienes nos gobiernan al antojo de sus intereses. Escribiré un e-mail para que la cordura vuelva nuestros gobernantes y que las entidades bancarias se nacionalicen y los beneficios sirvan para engrosar los presupuestos públicos. Y que…
Escribiré y reescribiré e-mails en los que pediré que los españoles no tengan que salir de nuevo hacia Alemania para ganar el sustento de sus familias. Escribiré para que los fraudes al fisco, a la seguridad social, y a nosotros mismos, desaparezcan gracias a la voluntad del gobierno de turno en hacer realidad la justicia y la igualdad. Escribiré para que la justicia sea independiente y para que los jueces sean justos, inteligentes e imparciales. Escribiré para que los fiscales no sean meros trabajadores a cargo del gobierno de turno. Escribiré para que la ilusión aparezca tras el 20-N.
Y sobre todo, escribiré para que el día después, toda esta mala praxis actual desaparezca –por activa y por pasiva- de todo diccionario, de toda noticia, de toda conciencia. Y muchas más cosas que escribiré en el e-mail.
Este año, se los he puesto difícil, lo confieso. Este año, o se ganan la credibilidad perpetua, o perderán muchos de sus adeptos. Y todo ello, por obra y gracia de Mister Bean. ¡Quien lo diría!.
Todo empezó cuando hace unos días empecé a allanar el terreno para cuando las Navidades, sobre todo a preparar a mis hijos en el tema de los Reyes y del Papa Noel. Desde siempre ambos han visitado nuestro hogar, pero este año su ausencia será motivo de intriga, preguntas y quien sabe si de algún disgusto. Por eso era necesario empezar a trabajar la imaginación y que la cruda realidad se hiciera ya presente.
La asignatura de la Educación para la Ciudadanía debería de contemplar algunos capítulos a sobrevivir en tiempos de crisis, a saber elegir en la compra del supermercado y como no, en no caer en la tentación de la publicidad que entra en nuestros domicilios por medio de la llamada publicidad subliminal o simplemente directa, agresiva y dañina para el bolsillo paterno. Pero eso no le preocupa al gobierno de turno, sino todo lo contrario. Rubalcaba –camarada para unos, señor para los demás- lo dejó bien claro al criticar el ahorro.
Pero no comulgo con las directrices del señor Rubalcaba. Y ya no es por lo del ahorro, sino por el del no gasto. Bienaventurados los pobres que pueden ahorrar. Bienaventurados los pobres que pueden dejar de gastar. Y es que el mejor ahorro es el que no se gasta. Y aquí viene la consigna que nos imponen los señores banqueros, políticos y aventureros: este año no hay ni Reyes Magos, ni Papa Noeles que valgan. Este año se terminará la inocencia de muchos niños que aún creen en la magia de aquellas fechas, y promete una maduración acelerada. Los psicólogos infantiles pueden empezar a realizar masters sobre las frustraciones infantiles por el efecto navidades, porque los traumas infantiles serán la nueva plaga del siglo XXI.
¿Y por qué escribir la carta en octubre? Sencillamente porque dadas las ventajas que nos ofrece las nuevas técnicas de comunicación, y por el ahorro del sello y sobre –y no digamos por el llamado efecto postal- los mensajes se realizan vía e-mail. Y muy por seguro que llegado diciembre, el servicio del ADSL será suprimido en mi domicilio. Los recortes empiezan por uno mismo.
¿Por qué escribir un e-mail ahora si de todos modos no van a recibir regalo alguno? , también se preguntarán. Sencillamente porque los productos de primera necesidad también serán bien recibidos. Comida, calzado y ropa encabezan la lista que estos días he mandado bajo confirmación de lectura. Las tallas sobradas, los números comprobados y las marcas ignoradas. Así de sencillas se presentarán estas Navidades. De los años sesenta, vamos.
De la infancia de los cincuentenarios actuales. ¡Que lujo!. ¡Qué lujo retroceder cincuenta años de golpe y recuperar aquella austeridad de nuestros padres, quienes aún trabajando, sus sueldos no alcanzaban para darnos muchos caprichos…! ¡Y pensar que en pocos años unos cuantos dirigentes y unos cuantos banqueros nos han hundido el invento!. ¡Y el síndrome de Estocolmo sigue actuando!
El PP propone eliminar cincuenta diputados. No se arriesga a más, por aquello de la reforma constitucional. Ni se atreve con el Senado. Como tampoco se propondrá hacerlo dentro de la legislatura si la ganan. ¿Esperaremos cuatro años para ver los recortes en los políticos? ¿Y qué dirá ahora el señor camarada Rubalcaba sobre quitar diputados y senadores?
Y el PP me ha inspirado. Escribiré el e-mail a los Reyes Magos, al Papa Noel y a quien haga falta, para que estas navidades nos regalen contención en el gasto político. Que eliminen la compra de ordenadores y móviles para sus señorías y que este ahorro lo inviertan en Educación y en Sanidad. Escribiré para que nos regalen las dietas de sus señorías, que eliminen también muchos – o todos- eurodiputados, al fin y al cabo Francia y Alemania son quienes nos gobiernan al antojo de sus intereses. Escribiré un e-mail para que la cordura vuelva nuestros gobernantes y que las entidades bancarias se nacionalicen y los beneficios sirvan para engrosar los presupuestos públicos. Y que…
Escribiré y reescribiré e-mails en los que pediré que los españoles no tengan que salir de nuevo hacia Alemania para ganar el sustento de sus familias. Escribiré para que los fraudes al fisco, a la seguridad social, y a nosotros mismos, desaparezcan gracias a la voluntad del gobierno de turno en hacer realidad la justicia y la igualdad. Escribiré para que la justicia sea independiente y para que los jueces sean justos, inteligentes e imparciales. Escribiré para que los fiscales no sean meros trabajadores a cargo del gobierno de turno. Escribiré para que la ilusión aparezca tras el 20-N.
Y sobre todo, escribiré para que el día después, toda esta mala praxis actual desaparezca –por activa y por pasiva- de todo diccionario, de toda noticia, de toda conciencia. Y muchas más cosas que escribiré en el e-mail.
Este año, se los he puesto difícil, lo confieso. Este año, o se ganan la credibilidad perpetua, o perderán muchos de sus adeptos. Y todo ello, por obra y gracia de Mister Bean. ¡Quien lo diría!.
PUBLICADO EL 18 OCTUBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.