Cada vez que veo a Rubalcaba sentado sobre una mesa y rodeado de decenas de discípulos no puedo alejar la imagen de aquel maestro de antaño que trasmitía sabiduría con sus palabras. Y esa puede que sea la intención de sus asesores de imagen, la de parecerlo próximo a la juventud y con la sabiduría que dan la experiencia de los años.
Lástima que sus años de currículum no logren alejarlo de la nefasta gestión de Gobierno del que sólo salió para presentarse a candidato. Pero en su bagaje hay más méritos que valorar. Uno de los últimos me dejó dubitativo. El camarada Rubalcaba criticaba al ahorro y por supuesto, a los ahorradores. Y uno ya no sabe a quienes debían ir dirigidas aquellas palabras utópicas, cuando queda demostrado que ni sus señorías son capaces de ahorrar con los sueldos que ganan. O al menos así lo dicen sus declaraciones registradas en las Cámaras.
Y tampoco estoy en condiciones de decir que algunas de sus señorías faltan a la verdad en tales declaraciones, no sea que también emprendan acciones “civiles y penales” contra mi, por el inocente comentario, tal como parece que ocurrirá con quienes manifestaron una presunta ilegalidad del ministro Blanco. Y es que con Blanco el camarada Rubalcaba lo tiene muy claro. Y lo manifiesta públicamente. Blanco dice la verdad. ¿Se imaginan el revuelo que se armaría si el camarada Rubalcaba hubiera públicamente dudado de su compañero de filas?.
Pero dejemos a Blanco fuera de los disparos que para esto está el secreto sumarial, los fiscales y como no, la independencia judicial, la lentitud de los procedimientos, las diferentes y las diferencias en las interpretaciones y todo lo que configura nuestro ordenamiento judicial, y volvamos a las otras señorías.
Y es que creerse que algún diputado, senador o miembro del Gobierno sólo tenga cuatro mil euros en su cuenta corriente, una casita de aperos y un utilitario de segunda mano, tiene poca o nula credibilidad. Pero claro, a esto también se le llama predicar con el ejemplo. ¿Acaso no se ha fijado la mayoría de nosotros en las abultadas cuentas de alguna ministra y en cambio hemos pasado por alto las irrisorias economías de algunos otros? ¿Por qué nuestra mentalidad no es capaz de detectar lo inverosímil y en cambio atacamos la sinceridad? ¿Acaso preferimos tener un gobernante presuntamente opaco antes que tenerlo transparente?
Pero volvamos al ahorro. Rubalcaba –camarada y señor- tiene toda la razón. Y lo han predicado con creces desde su Gobierno cuando se inventaron los planes E, F,G,H y demás letras del alfabeto, con sus paneles de a dos mil euros de obligada publicidad. Y nos lo recordaron cada vez que subían la gasolina, electricidad y butano. Y los libros de textos. Y las prestaciones sanitarias. Y los alimentos, los impuestos y el agua corriente. Lo que no dice el camarada Rubalcaba es que después del gasto vienen los recortes. Lo que no dice el camarada Rubalcaba es que el obrero no tiene donde usar la tijera.
Mas, en Cataluña da ejemplo y se quedarán sin paga navideña, sin turrón ni cava. También es cierto que algunos otros se quedarán sin prestaciones sanitarias. Como también es tan cierto que a las televisiones y canales de la Generalitat no se les recorta ni la antena ni el micro, no sea que la publicidad no llegue al potencial votante catalán.
Antich preparaba un recorte mayúsculo en la Sanidad y en la Educación. Por suerte nuestra, ha tenido que ser Bauzá quien haya hecho tales recortes. Las filtraciones nos avanzan que el plan del anterior gobierno era superior al emprendido por los populares. La movilización pero, sigue en marcha. Uno ya no sabe si contra el de Madrid o contra el de Palma. Para unos, la culpa de toda la crisis es de Bauzá. Para otros de Zapatero y sus correligionarios. Para alguno más de Rajoy, y porqué no, de Aznar. En realidad, la culpa fue de Franco.
La culpa fue de Franco le faltaba añadir al dúo Zapatero-Rubalcaba, pero como la enseñanza actual no enseña la historia de España, pocos son las nuevas generaciones que coincidan con este análisis. Sólo Zapatero y sus correligionarios son capaces de sacar provecho aún de una guerra civil, tan nefasta y tan cruel. La culpa fue de Franco, de Francia y de Alemania. Y de toda Europa. Y de América. Y de todos quienes circularon en sentido contrario al nuestro en la andadura hacia la crisis. Y ahora nos ayuda el FMI.
Europa volverá a resentirse el próximo año. Menos España, le faltaba añadir. Y es que España está que no para. Que no para de caerse, vamos. Si no que se lo pregunten a los banqueros salvados de la quiebra con nuestros impuestos. Que se lo pregunten a estos banqueros que se embolsan unas jubilaciones doradas con nuestros impuestos. Y luego va Rubalcaba y se molesta porque Rajoy pide que todos los parados tengan cobertura.
¿Habrá pensado que se refería a la telefonía móvil?
Habría que preguntárselo antes del 20-N.
Después tal vez ya no tenga sentido.
PUBLICADO EL 11 OCTUBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.