¡ADELGAZAMOS!

Adelgazar algunas veces es tarea difícil. En otras, por el contrario es señal de alarma. Cuando llega la primavera suelen ser muchos los cuerpos que se alían en la batalla de conseguir reducir algunos kilos de más y sobre todo, algunos centímetros de volumen corporal. Después, nos encaminamos hacia la Navidad y posponemos la cita con el gimnasio hasta la próxima primavera. Es un ciclo rutinario al que ya estamos acostumbrados.

También es verdad que de cada año, algunos gramos y más aún, algunos centímetros perseveran en conseguir que los adoptemos de por vida, y poco a poco vamos adquiriendo más volumen corporal de difícil erradicación. Y nos acostumbramos a ellos y con ellos vivimos. Nuestras fotos de antaño ya nada se parecen a las actuales. Si calvicie, si canas los que aún disfrutan de ellos, que si gafas, que si aquellas arrugas y aquellos centímetros, palmos dirán algunos, que se nos han ido acoplando por el camino.

Y cuando uno adelgaza, peligro. Es señal de que algo en nuestro metabolismo funciona de forma distinta a como lo venía haciendo hasta ahora. Algo hay en nuestro organismo que ha cambiado.

Y la señal me ha llegado precisamente ahora, en septiembre, cuando terminado el estío, finiquitados los estragos de playa, tumbona y sombrilla El Boletín aparece más delgado que de costumbre y eso a pesar de que estuvo todo el mes de agosto sin moverse de la tumbona, con el abuso de la comida, de los dulces, de la coca y chocolate y como no, de los refrescos gaseados.

Llego a la conclusión de que algo no marcha de igual forma en el metabolismo del Boletín. ¿Dónde habían quedado aquellos tres folios A-3, o aquellas doce caras de los otros meses? Repaso el camino andado y no los encuentro desperdigados por ningún sitio. Sin duda habrá sido una medida necesaria y recetada en la consulta del médico especialista. La receta electrónica suelen venir activadas para un tratamiento definido. Revisión anual o simplemente durante la expectativa de resultados. Dos pastillas en ayunas, otra antes de la comida y otra más antes de acostarnos. Y nos habituamos a que estamos enfermos y medicados.

Pero el medicamento también tiene un coste. Coste económico y coste en nuestro organismo con sus efectos colaterales o secundarios. Y el vino y demás alcohol alejado del mismo. Y el fumar. Y los estragos. Y….

Y los medicamentos genéricos y más baratos, también pueden –ahora ya deben- usarse. Su coste económico –de momento- lo justifican. Más económico es, en según que casos, una vida sana, una dieta pobre en sal, la tan cacareada referencia mediterránea y un poco - más bien, mucho - de sentido común. Y ejercicio, mucho ejercicio. Y del colesterol, ni acercarnos.

El número del mes de septiembre del Boletín me preocupó. Lo encontré como recién salido de la consulta del especialista médico. Con el susto metido en carnes y con la incertidumbre de si dirigirnos al notario a hacer testamento o simplemente tomarnos una parrillada por si esta fuera la última, o mejor aún, por si el diagnóstico fuera erróneo. ¡Que nos quiten lo bailado!.

Pero el diagnóstico, sin ser erróneo, a veces puede mejorar, reconducir, aminorar la tendencia. Una inyección de publicidad, por ejemplo, puede ayudar al engorde del mismo. Me imagino la implicación de entidades bancarias tan dedicadas a los temas de la Tercera Edad, de las agencias de viajes también implicadas en este importante sector de la sociedad, de tantas y tantas otras formas que de una forma u otra –monetario, folios, tóner, etc- pueden favorecer a dar un mejor semblante de este ya reconocido medio de comunicación.

Y el ánimo, el espíritu siempre joven y el ejercicio siempre presente, harán el resto.

Y de tanto en tanto, alguna sobrasada, algún butifarrón, alguna coca y chocolate. ¡Y que nos quiten lo bailado!
¡A engordar se ha dicho!


PUBLICADO en el número del mes de OCTUBRE de 2011, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca