Cuando estos días pasados los medios de comunicación se hacían eco de las medidas que muchos ayuntamientos están ultimando para, mediante el ahorro energético, logar un ahorro económico, entendí que iba por buen camino. O al menos, que sintonizaba con esta corriente. No en vano, desde hace un par o tres de años, han sido varias las ocasiones en que en mis escritos he apostado por la vuelta a las llamadas “guías y horarias” en lo que concierne al alumbrado público.
Recordaba en algunos de aquellos escritos que la bonanza económica o el despilfarro de los impuestos –según sea el interpretador del término- y con la siempre presente excusa del medio ambiente, contaminación lumínica y demás, cuando aparecieron las bombillas de bajo consumo muchos ayuntamientos cambiaron las antiguas bombillas por las de nueva generación. No contentos con ello, cambiaron luminaria, farola y más hubiera por cambiar, y lo que tenía que escribirse como un ahorro empezó a facturarse como un déficit. Pero eran tiempos de bonanza –o lo otro- y la estética primaba sobre lo demás.
En aquellos tiempos no había crisis, no, pero estábamos poniendo las bases para crearla.
Dado que se ahorraba en el consumo, algún iluminado –nunca mejor dicho- debió pensar ¿para qué intercalar guías y horarias, si con todas encendidas incluso ahorraremos?. Y allí finiquitaron las guías y las horarias. Todas pasaron a formar parte de la plantilla de las guías. Y vaya si nos han guiado.
Ahora, con buen criterio, una de cada tres se apagará cuando la mayoría de nosotros también apaguemos las nuestras. O de cada dos. O dos de cada tres. Y las calefacciones. Y los aires acondicionados. Y…, pero la deuda es superior y los dineros no llegan ni vienen. Y aquí es donde viene el granito de arena. Que no todo tiene que ser criticar.
Que los recortes aparezcan en las subvenciones a los sindicatos es buena señal, aunque al mismo tiempo, el ministerio de Trabajo regale a un sindicato un edificio del ministerio lleno de empleados públicos. Y es que partidos, sindicatos, equipos deportivos y similares deberían sobrevivir con las aportaciones de los afiliados, socios, simpatizantes y espectadores. Y poco más. ¡Que las empresas viven de sus recursos! ¿Por qué subvencionar los pasajes a los deportistas y no a los enfermos en sus desplazamientos?
Pero hay más. Muchas administraciones funcionan con oficinas privadas que gestionan algunos recursos. Los más conocidos suelen ser la del suministro de agua corriente y las oficinas de recaudación. Si el agua tiene un coste cero ¿por qué no rentabilizar todo el beneficio a favor de las arcas municipales y no perder una parte de la ganancia para satisfacer a una empresa privada?. Y el servicio de recaudación otro tanto. Y no digamos con las subvenciones a pobres de aquí y pobres de allá. ¡Como si nosotros no fuéramos pobres!.
Y eso que no me he metido con los banqueros y sus jubilaciones vergonzosas con los dineros de nuestros impuestos. Y es que con los banqueros no se atreven. Otra cosa será el recortar sueldos y ayudas sociales a los trabajadores. Los socialistas ya allanaron el terreno, y los trabajadores están en el punto de mira. Cualquier decisión que se tomen contra ellos, tienen el aplauso ganado.
Ahora bien, todo es negociable. En vez de recortar ¿por qué no efectuar un ERE temporal?. Me explico. El Estado subvenciona a la administración local por realizar unas competencias que por ley no está obligado. Un 30 % aproximadamente. Un tercio del presupuesto. Ahora, el Estado no paga y la administración local sigue manteniendo los servicios no propios, entonces es cuando se produce un déficit. Y hay que recortar de donde sea. Nadie piensa en recortar prestaciones. Todos piensan en castigar al trabajador.
Y si se hace bien, todos ganan. Sólo Madrid, pierde. Si mandamos al paro por un máximo de tiempo al reconocido para el cobro del subsidio de desempleo, a un tanto por ciento de los trabajadores municipales, éstos seguirán cobrando sus emolumentos –ahora pagados por el Estado- y así el municipio se libra de pagar las nóminas. Y las cargas municipales adelgazarán durante este tiempo. El trabajador disfruta de uno o dos años sabáticos, pagados claro, y el municipio se ahorra cientos de sueldos. ¿Quién da más?
Y si al cabo del año o de dos, la crisis no se ha solventado –¡ni con veinte años arreglan este desaguisado!- se relevan en sitio y vuelta a empezar. Y todos contentos. También podríamos hablar de quitar las Comunidades Autónomas y recuperar las antiguas diputaciones, delegados provinciales de esto y aquello, y seguro que también ahorraríamos, aunque esto claro, va en contra de la Constitución. Y la Constitución mejor que no la toquemos. Y las poltronas tampoco. Que esto ya no sería un granito de arena sino un pedrusco en el zapato.
Recordaba en algunos de aquellos escritos que la bonanza económica o el despilfarro de los impuestos –según sea el interpretador del término- y con la siempre presente excusa del medio ambiente, contaminación lumínica y demás, cuando aparecieron las bombillas de bajo consumo muchos ayuntamientos cambiaron las antiguas bombillas por las de nueva generación. No contentos con ello, cambiaron luminaria, farola y más hubiera por cambiar, y lo que tenía que escribirse como un ahorro empezó a facturarse como un déficit. Pero eran tiempos de bonanza –o lo otro- y la estética primaba sobre lo demás.
En aquellos tiempos no había crisis, no, pero estábamos poniendo las bases para crearla.
Dado que se ahorraba en el consumo, algún iluminado –nunca mejor dicho- debió pensar ¿para qué intercalar guías y horarias, si con todas encendidas incluso ahorraremos?. Y allí finiquitaron las guías y las horarias. Todas pasaron a formar parte de la plantilla de las guías. Y vaya si nos han guiado.
Ahora, con buen criterio, una de cada tres se apagará cuando la mayoría de nosotros también apaguemos las nuestras. O de cada dos. O dos de cada tres. Y las calefacciones. Y los aires acondicionados. Y…, pero la deuda es superior y los dineros no llegan ni vienen. Y aquí es donde viene el granito de arena. Que no todo tiene que ser criticar.
Que los recortes aparezcan en las subvenciones a los sindicatos es buena señal, aunque al mismo tiempo, el ministerio de Trabajo regale a un sindicato un edificio del ministerio lleno de empleados públicos. Y es que partidos, sindicatos, equipos deportivos y similares deberían sobrevivir con las aportaciones de los afiliados, socios, simpatizantes y espectadores. Y poco más. ¡Que las empresas viven de sus recursos! ¿Por qué subvencionar los pasajes a los deportistas y no a los enfermos en sus desplazamientos?
Pero hay más. Muchas administraciones funcionan con oficinas privadas que gestionan algunos recursos. Los más conocidos suelen ser la del suministro de agua corriente y las oficinas de recaudación. Si el agua tiene un coste cero ¿por qué no rentabilizar todo el beneficio a favor de las arcas municipales y no perder una parte de la ganancia para satisfacer a una empresa privada?. Y el servicio de recaudación otro tanto. Y no digamos con las subvenciones a pobres de aquí y pobres de allá. ¡Como si nosotros no fuéramos pobres!.
Y eso que no me he metido con los banqueros y sus jubilaciones vergonzosas con los dineros de nuestros impuestos. Y es que con los banqueros no se atreven. Otra cosa será el recortar sueldos y ayudas sociales a los trabajadores. Los socialistas ya allanaron el terreno, y los trabajadores están en el punto de mira. Cualquier decisión que se tomen contra ellos, tienen el aplauso ganado.
Ahora bien, todo es negociable. En vez de recortar ¿por qué no efectuar un ERE temporal?. Me explico. El Estado subvenciona a la administración local por realizar unas competencias que por ley no está obligado. Un 30 % aproximadamente. Un tercio del presupuesto. Ahora, el Estado no paga y la administración local sigue manteniendo los servicios no propios, entonces es cuando se produce un déficit. Y hay que recortar de donde sea. Nadie piensa en recortar prestaciones. Todos piensan en castigar al trabajador.
Y si se hace bien, todos ganan. Sólo Madrid, pierde. Si mandamos al paro por un máximo de tiempo al reconocido para el cobro del subsidio de desempleo, a un tanto por ciento de los trabajadores municipales, éstos seguirán cobrando sus emolumentos –ahora pagados por el Estado- y así el municipio se libra de pagar las nóminas. Y las cargas municipales adelgazarán durante este tiempo. El trabajador disfruta de uno o dos años sabáticos, pagados claro, y el municipio se ahorra cientos de sueldos. ¿Quién da más?
Y si al cabo del año o de dos, la crisis no se ha solventado –¡ni con veinte años arreglan este desaguisado!- se relevan en sitio y vuelta a empezar. Y todos contentos. También podríamos hablar de quitar las Comunidades Autónomas y recuperar las antiguas diputaciones, delegados provinciales de esto y aquello, y seguro que también ahorraríamos, aunque esto claro, va en contra de la Constitución. Y la Constitución mejor que no la toquemos. Y las poltronas tampoco. Que esto ya no sería un granito de arena sino un pedrusco en el zapato.
PUBLICADO EL 31 OCTUBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.