1 MINUTO 40 SEGUNDOS

Esténse ustedes tranquilos que el l título de hoy no se las trae. El tiempo al que hace referencia el mismo, no se refiere a ninguna carrera de fondo en el que el atleta haya dejado constancia de marca alguna –como por ejemplo la del camarada Alfredo- ni tampoco es la del aguante en el desenfreno de los sentidos –vaya parrafada para los de mente desenfrenada-. Sencillamente es el tiempo cronometrado en el que el flamante presidente del Gobierno español dedicó en anunciar la composición de su Gobierno.

Un minuto y cuarenta segundos sirvieron para enumerar uno por uno los trece ministerios y la vicepresidencia. Y punto. Ni uno más ni uno menos. Y de preguntas, pues gracias. El mensaje, claro. Clarísimo. Venimos a trabajar y a eso vamos.

Mariano Rajoy nos irá sorprendiendo poco a poco y a pasos agigantados. La composición del nuevo ejecutivo ya lo dice todo: pesos pesados del partido de probada capacidad y técnicos-políticos o políticos-técnicos que ya han estado en ministerios en etapas anteriores. Y un proyecto común, sacarnos de la crisis. Y otro proyecto, crear confianza. Y otro proyecto, crear seguridad jurídica. Y otro proyecto, arreglar los desaguisados. Y otro….

Separar el ministerio de Hacienda del de Economía ya tiene su significado. El ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas va a recaudar los impuestos y velará por el buen uso de los fondos, a la vez que mirará con lupa los gastos que salen de la caja pública. De esta forma no tendría porqué haber fricciones entre quien recauda y quien hasta ahora necesitaba gastar para aparentar lo que no se era y para satisfacer demandas no transparentes. Y la Economía asumida en el concepto de la Competitividad, todo un reto para lanzar el producto a la calle. Pero esto no basta, a no ser que el destino sea Europa, las Américas o África. También como no, faltará el consumo propio, y para esto hace falta mucha inyección y mucha confianza.

Un minuto y cuarenta segundos puede parecer poco. O mucho. En el caso que nos atañe, indiferente. De todos modos, Rajoy va marcando estilo. Lo hizo en su contestación a los representantes de las minorías vascas en el debate de investidura. Llamó cada cosa por su nombre. Dejó claro unos principios que todos –al menos, muchos- tenemos en nuestra mente. En una sola frase, dio un giro de ciento ochenta grados al concepto que hasta ahora teníamos de lo “políticamente correcto”.

A partir de ahora, decir las cosas por su nombre, empezará a ser también “políticamente correcto”. Tal vez fuera una señal de aviso. Una señal del nuevo talante. El destierro de la hipocresía del lenguaje político puede ser una señal de avance en cuanto a la ganancia de seguridad jurídica y de compromiso en cuanto a un nuevo concepto de Estado.

Y habrá muchos temas abiertos. Empleo, educación, derechos sociales, seguridad social, prestigio internacional, modelo autonómico y municipal, y un largo etcétera que se deberá reinventar y rediseñar con la participación de cuanta mayor parte de la sociedad quiera y pretenda participar.

Un minuto y cuarenta segundos siguen siendo pocos. ¿Cuántas horas se pierden en intervenciones inútiles y estériles, sin llegar a resultado alguno? . Y lo que nos debe importar no es el tiempo invertido sino el resultado obtenido. Y el mensaje.

Ya lo dice el refrán, “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Bon Nadal y Feliç Any 2012.


PUBLICADO EL 23 DICIEMBRE 2011, EN EL DIARIO MENORCA.