RESCATANDO LA MEMORIA HISTÓRICA

Que nuestro suelo es rico en historias nadie lo duda. Historias que se escribirán en singular y otras en plural, tanto en mayúsculas como en minúsculas. Una y otras variadas. Nuestra historia, al fin y al cabo. La historia de las futuras generaciones. Y la de quienes nos precedieron. O su presente.

La historia de hoy viene ya de algunas fechas. Y de bastantes pocos años. En Mahón, y tras unas recientes obras de rehabilitación en la calle de San Jorge, resurgió de sus orígenes una textura años olvidada.

Eran, son, unas franjas transversales con los colores de la enseña nacional. Las franjas cruzan a ambos lados de las aceras, tanto al inicio como al final de dicha calle, como delimitando el tramo de la misma, pero no. No delimitan, sino que guían. Sí.

La memoria, la poca memoria histórica que me queda, me hizo remontar a aquellos jóvenes años de la mili, de a primeros de los ochenta. Allí, en el Cuartel de Santiago, del entonces Regimiento de Infantería Mahón 46, coincidí con un soldado de origen gallego, el cual me comentó una vez -y de eso ya hace una treintena de años- que su abuelo, un alto funcionario del antiguo Ministerio de Obras Públicas a finales de los años cuarenta o principios de los cincuenta, por aquel entonces había viajado en varias ocasiones a nuestra isla para visitar a su hijo –tío del compi de mili-, a quien el destino también trasladó a cumplir sus deberes patrios en suelo menorquín.

Y aunque la historia del tío pudiera ser más interesante para los localistas, ya que conoció a una chica de familia mahonesa, se casó, se reenganchó en el ejército y a mediados de los años cincuenta pidió destino hacia la península en donde formó una extensa familia, lo importante para la historia lo desarrolló su abuelo. O al menos, para la historia de hoy.

Aquellos años cincuenta eran tiempos difíciles. También eran tiempos de esperanza. Entre lo uno y lo otro, no era de extrañar que se dieran situaciones de exaltaciones al régimen. Lo que vendría a ser el actual “quien no llora no mama” o el de “quien no corre, vuela”. O lo del carné del partido, vamos. Y el abuelo del soldado Torrado, en eso, debía prometer.

Y tanto que debía prometer, que aquí quedaron sus huellas de identidad. Treinta años son muchos años, si, pero a veces los caminos vuelven a reencontrarse. Su nieto, el soldado Torrado del llamamiento 5º/80 siguió también con su historia personal. Y con la de los demás.

El destino lo llevó a opositar a la administración central y en su momento logró plaza en el Ministerio de Fomento. Varios destinos y varios ascensos en el escalafón de la administración han hecho posible que desde hace unos años esté trabajando en el negociado de archivos en la Subdirección General de Estudios y Proyectos, dependiente de la Dirección General de Carreteras. Y ha sido precisamente allí, donde las barreras de la memoria se le abrieron más rápidamente.

Indagando entre bocadillo y café, localizó no hace mucho un polvoriento legajo en el que se encontraban las causas perdidas de aquellos años cincuenta. Cual no fue su sorpresa que archivado con el epígrafe 1949-52-MOP/3257 encontró el proyecto ideado por su abuelo. Allí, en poco más de cuatro folios mecanografiados a una cara y con el típico color azulado de aquellas letras copiadas en papel calco, se dejaba constancia de la exaltación del espíritu nacional, así como las pruebas realizadas en la calle de San Jorge en la ciudad y plaza de Mahón.

Y el desaguisado es fácil. El abuelo del soldado-funcionario Torrado había diseñado que la señalización horizontal de los pasos de peatones fueran con los colores de la enseña nacional, el rojo y el gualda. Pero no contento, para que perduraran en el tiempo y ninguna inclemencia pudiera deteriorarlos, diseñó que se hicieran con material de obra. Coincidió que en la ciudad y plaza de Mahón, por aquellos tiempos estaban con las tareas de replanteamiento de la calzada de la de San Jorge –acababan de renovar el pavimento con hormigón en la calle de San José- y se aprovechó la coyuntura para realizar la textura.

Las primeras impresiones fueron satisfactorias. Prueba de ello es que durante años ha permanecido impoluto. Pero no siempre las cuentas salen como uno desea. El resultado no trascendió a la península debido a que este tipo de material necesitaba de la presencia de un sustrato colateral hormigonado. El auge del diseño urbano había introducido el riego asfáltico como elemento más rápido y más económico de los empleados hasta el momento.

Y así fue como aquella exaltación del espíritu nacional quedó perpetuada en la calle de San Jorge de la ciudad y plaza de Mahón, y en un legajo polvoriento en el archivo de una dirección general del Ministerio de Fomento.

La duda, ahora que comparte señalización horizontal homologada, es saber si se mantendrá perpetua en el tiempo, o por el contrario, si la memoria histórica le pasará factura.

PUBLICADO EL 1 ABRIL 2012, EN EL DIARIO MENORCA.




*El día 1 de abril, Menorca, dado sus antecedentes británicos, mantiene vigente aún la tradición del día d'enganyar, lo que vendría a ser el día de los santos inocentes español. Este escrito viene a dar testimonio de ello, y así, sólo decir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.