Don Federico de Mô
Cuando mis escritos me superan, recurro a Federico. Don Federico de antaño, Federico a secas, con
los nuevos tiempos. O con los
recortes. Aunque el que le
recortaran a uno el “don” sería lo de
menos. El problema empieza cuando este
“don” se da a diestro y siniestro, y algunos nombres “siniestros” por aquello
del dinero o de unas elecciones, avanzan de página en los medios de
comunicación.
Y esta semana ha sido una de éstas en que he tenido que recurrir a
Federico. Hacía tiempo, años tal vez,
que no llamaba a mi asesor-colaborador
en temas de opinión. Esta semana los
temas se me han desbordado. Por una
parte, el presunto anuncio de tranquilidad del ministro para con Bauzá con
respecto al IVA turístico y la zancadilla posterior de su aumento. Por otra la presencia del rey en el Consejo
de Ministros del viernes. Los recortes
anunciados en el Congreso. Y la
folklórica aparición de los recortes en la esfera municipal.
De los recortes a los funcionarios uno ya no comenta, porque ellos son
los culpables de los males habidos y por haber.
O al menos desde que Zapatero, presuntamente con la intervención de
algún asesor bancario, así lo decidieron.
Y como no, con la ratificación actual del PP.
Pero los recortes a los funcionarios son sólo una parte del iceberg. Una cortina de humo. En esto, tanto el PP como en el PSOE aúnan
esfuerzos, presuntamente claro. No es
que sobren funcionarios. Sobran eso sí,
los funcionarios. O al menos, aquel espécimen en vías de extinción, tal y como
se implantó en su día. Y eso es lo que
no se dice. Y eso es lo que nadie quiere
entender.
El funcionario por definición intrínseca, sería aquel trabajador que
sería el garante de que la administración actúa de una forma imparcial y además, actúa acorde a la
ley. De allí, la responsabilidad, tanto
administrativa como penal, de las actuaciones de los funcionarios. Pero ya se sabe, hecha la ley, hecha la
trampa. Y aquí entran en juego, los
políticos. Como el funcionario de turno
–o alguno de ello- no trabajaba a la carta, se inventaron las empresas públicas
y los asesores y demás puestos de confianza.
Éstos y no otros, fueron quienes desvirtúan o desvirtuaron el espíritu
de los funcionaros. Hasta aquí, lo
teórico.
La práctica en cambio nos presenta a una administración con algunos
funcionarios y empleados públicos a dedo y como no, las ansias de los actuales
gobernantes de mantener la potestad de seguir dictando a la carta. Y parece ser que para conjugar ambas
presencias, algún asesor habrá propuesto seguir con el desprestigio del
funcionario. Así, al funcionario, además
de servir como cortafuegos ante el resto de la sociedad trabajadora, se le aventura una carrera de sumisiones y de
lealtades de tiempos pretéritos. Ahora,
sólo faltará aplicar el término depuración, y el círculo se habrá cerrado.
Pero no. El miedo no está en el
miedo del funcionario depurado, sumiso o de exagerada lealtad. El miedo viene por cuanto el hermano del hermano, el amigo del amigo,
el cuñado o quien sabe quien, que hasta ahora aplaude a rabiar toda la envidia hacia
el funcionario, pretenda entrar en la administración. El miedo es que elección tras elección, no
tan sólo se renueven los cargos de confianza, sino la de todos los
funcionarios, desde el conserje hasta el profesorado de escuela.
Pero el tema del funcionario, no vende.
Al menos, para su favor. Lo que
sí vende, son las decisiones y los costes que repercuten en el ciudadano. Y el coste del funcionario es mínimo. Los bancos, esos sí se llevan las mejores
posiciones, los mejores y mayores agujeros.
El desempleo, el IVA, las desgravaciones, las pensiones…. Aquí sí que hay movimiento. Y aquí es la presente tajada. El presente
recorte. Mayor recaudación. Pero mal asesorada. Mayor recaudación, menos consumo. Menor consumo, menor recaudación. Al final, empate. Pero da igual. Lo que importa ahora, no es recuperar
posiciones –Europa nos ha dado otro año de plazo-. Lo que importa ahora, es
recaudar para las condiciones del aval bancario. Y en esta estamos.
El rey preside el Consejo de ministros. Es una forma galante de decir que
apoya las medidas. Que está con el
Gobierno. ¿Afectarán los recortes a los presupuestos de la Casa del Rey?, presuntamente
no.
Los favores se pagan, dirán
algunos. Y las cortinas también. Y las cortinas de humo, haylas. Y una
de dos, cuando Rajoy adelantó las medidas en el Congreso, o bien se dejó
algunas o las aparcó para cuando se presenten aún mayores recortes.
Habló de la reducción del número de concejales. No se habló aún del número de
ayuntamientos. Pero la guinda, hubiera
sido la reducción del número de parlamentarios autonómicos. Y la guinda de las guindas –vaya frase-
hubiera sido la eliminación del Senado.
¡Vaya si hubiera ganado enteros!.
Y dineros. Y las bolsas subiendo,
el IBEX por las nubes, manifestaciones a favor…., una orgía electoral. Pero no.
Rajoy no lo dijo. Sus ministros
tampoco. ¿Falta de coraje o simplemente no estaba en los planes?. Por no tener, ni tuvo coraje de eliminar la
paga extra de sus señorías.
Sólo fue una sugerencia. O una amenaza. Una
dosis del mismo jarabe. De un jarabe que
no cura, sino que letarga.
Decía al principio que esta semana había recurrido a Federico, pero he
mentido. Intención tenía. Necesidad más bien. Pero como aprendiz a político, he vuelto
sobre mis pasos. Al llegar a estas
líneas, ya no ha sido necesario. Con
tanta noticia no ha sido difícil. Al
menos, una versión de ella. Una posición en ella.
No obstante, recibo su llamada. Le
comento lo escrito. Me riñe. Me advierte, más bien. Me aconseja.
Nunca deberé admitir la mentira.
Nunca deberé retroceder sobre mis pasos.
Eso, si quiero ser político.
.-Y no dar la culpa a los bancos. – le respondo.
.-Vas aprendiendo.
.-¿Me contratarán de asesor?
.-Hay muchos aspirantes antes que tú.
No tienes padrinos, no tienes carnet, y tampoco te has definido
políticamente.
.-Pero si he dado siempre mi opinión.
Y la he cambiado muchas veces. Y
lo que he dicho blanco, luego he dicho negro.
He dicho si, y luego no.
.-A veces hay que decir, no. Y
luego decir si.
PUBLICADO EL 14 JULIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.