MOTIVOS PERSONALES U OTROS.


¿Por qué los llamamos personales cuando los motivos son otros?  Tras la supuesta dimisión de la consellera de Sanidad “por motivos personales” se me activa el gusanillo de matizar la frase elegantemente utilizada por muchos titulares de la clase política, tanto actuales como pretéritos.


Muchas veces –y la de la ex – consellera Casto tiene todos los números de ser una de ellas-, una dimisión viene a ser la salida elegante al cese.  O te vas, o te echo, parece que le viene a decir su jefe.  Más aún cuando  en la toma de posesión de su sustituto, el discurso viene a ser la antípoda de lo actuado hasta ahora.  Diálogo le encargó el jefe del ejecutivo al nuevo conseller Mesquida.   Eficiencia antes que recortes, proclamó el nuevo conseller.


Pero el caso balear es  uno más.  Otros calificativos pueden acompañar las dimisiones.  Una “dimisión irrevocable” será sinónimo de que la dimisión ha sido decisión –esta vez, sí- propia del titular de la cartera.  Incluso, este calificativo de “irrevocable” sería aviso hacia su jefe de que no insista, que está todo decidido.


Una “dimisión por asuntos familiares” también viene a ser una decisión tomada por el propio titular de la cartera en el que otros intereses –esta vez familiares- han pesado más en la balanza de los intereses.  Los “motivos de salud” también entrarán a formar parte de estas verdaderas decisiones personales propiamente dichas.
Pero la mayoría de dimisiones no suelen ser por voluntad propia.  Simplemente porque  a nadie –a no ser que las circunstancias les obliguen a uno-  le debe apetecer abandonar una ocupación te tanta responsabilidad, por decir algo.

Lo que más me ha extrañado en esta última dimisión ha sido que no ha habido titulares de la misma.  Lo lógico hubiera sido titulares tales como “El conflicto médico provoca su primera víctima”, “médicos 1, consellera 0”, “Crisis en el Consolat de la Mar”.  “Bauzá rectifica y sacrifica a Castro”, etc.  Pero no, la información ha sido insípida, como si un pacto entre Govern-médicos-medios de comunicación dejara el titular a expensas de lo publicado en el BOCAIB.


Y en este caso habría bastante que analizar.  Primeramente, que la decisión de un Consell de Govern no es de una consellera sino, o bien del colectivo o de su presidente, que es quien marca el paso y la dirección del gobierno.  Así, lo más lógico es que, vista la presión del colectivo médico, se decidiera cambiar de táctica, y por no ser elegante el rectificar públicamente, se sacrifica al titular de la cartera y tan felices.  Así aparecen las medallas al mérito y sacrificio en el desempeño de responsabilidades políticas.

Segundo.  Que por las mismas razones que cuando hay que cambiar de rumbo se sacrifica al copiloto, de haber no estado de acuerdo este último con las decisiones de su jefe, también habría desaparecido del mapa político con anterioridad, lo que da la imagen de que los ministros-consejeros son meros instrumentos a quienes sacrificar a las primeras de cambio.

Tercero. Y no menos importante, es la presión que puede efectuar un colectivo cuando sus funciones no son fácilmente suplantadas por una bolsa de trabajo.  Si el conflicto lo hubieran efectuado enfermeros o mejor aún, auxiliares de enfermería, el ejecutivo no hubiera cedido.  Y no hubiera cedido porque en las listas del paro hubiera encontrado a centenares que hubieran acudido rápido a suplantar a aquellos huelguistas.  En el caso de los facultativos, la cosa cambia.


Igual pasó con las últimas oposiciones a IBSALUT, por cuanto a las auxiliares de enfermería se les obligó estar en posesión del certificado de catalán, mientras a las enfermeras se les dio una prórroga de varios años, y a los médicos se les eximió de él. Y es que la pirámide siempre se sustenta por una base amplia, pero cuando ésta se invierte, toda ella fracasa.  Y esto lo podríamos transpolar a cualquier otro sector de la sociedad. Como en realidad se viene haciendo.

Cuarto y no menos anecdótico, es que cuando se utiliza a un miembro del colectivo para dirigir al mismo, muchas son las ocasiones en que la operación es abortada.  Da la sensación como si el elegido vendiera al colectivo para bien posicionarse.  O al menos, las soluciones esgrimidas parecen salidas desde fuera del mismo.  Una incógnita.  Pero no una, sino muchas.


Quinta y última, da la sensación de que hay un uso y abuso de los titulares de las carteras.  De un usar y tirar. De un clínex, vamos.  De unas meras marionetas, que sólo se mantienen quienes más saben nadar y guardar la ropa.  O quienes menos decisiones toman.

PUBLICADO EL 10 JULIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.