ENTRE LOS CUATRO GRANDES


A veces las imágenes nos engañan.  Y de no hacerlo, somos nosotros quienes no creemos lo que ven nuestros ojos.  Y es que hay ocasiones en que el titular de la noticia parece más morbosidad que realidad.  Me refiero a la imagen que la pasada semana dio media vuelta al mundo. Digo media exagerando, claro.  Europa no llega si quiera a esta mitad, pero bueno es que al menos, algunos se lo crean.
Merkel, Hollande, Monti y Rajoy fotografiados juntos con un pie de foto que venía a decir que las cuatro grandes economías europeas se habían reunido para  establecer los mecanismos con los que reflotar la Zona Euro.  Y uno, aún inocente, buscaba al quinto en discordia y no.  No había quinto.  Los cuatro  eran todos los que eran y Rajoy estaba entre ellos.  ¿Y si hubieran sido tres? ¿Estaría España entre ellos?

Si en su día, cuando Zapatero se sentó entre los veinte más grandes del mundo, el descojono fue monumental   ¿qué decir ahora?.  ¿Cómo creerse uno que España, con los bancos rescatados, con el Estado bajo control de los organismos europeos, con el Gobierno bajo las directrices de la señora Merkel, seamos consultados junto con Italia, para reflotar la Zona Euro?.

Y si España de verdad estuviera entre los cuatro más grandes de Europa…. ¡como deben estar los demás europeos!.  Pero dinero, hay.  Flujo, movimiento, circulación del mismo, tal vez no, pero lo que es dinero, seguro que hay.  Al menos, en algunos bolsillos.  Y despilfarro también.  Ah, y no culpen de ello a los funcionarios. Culpen si acaso a sus señorías.

Cuando Esperanza Aguirre dijo aquello de quitar diputados autonómicos, del Senado incluso, y de reducir coches y demás, no agradó.  Tampoco agradó cuando el Parlamento Europeo en el mes de abril votó una enmienda para restringir los vuelos en primera clase de sus señorías.  Según los datos que  corren por Internet, sólo cuatro de sus señorías españolas votaron a favor de volar en  clase turista.  Del resto dos se abstuvieron y los restantes –mayoría, eso sí- votaron a favor de seguir gastando seiscientos cincuenta euros por trayecto, en vez de los setenta y cinco euros de haberlo hecho en turista.

Y sólo son números.  Pero aunque suene mal, son número en mayúscula.  Un trayecto de ida y vuelta en Bussines Class da para pagar un maestro de escuela durante casi un mes.  El sueldo de varios portamaletas y abre-puertas familiares de sus señorías, servirían para mantener abierto algún quirófano, y no digamos si juntáramos el sueldo, dietas y gastos de representación de sus señorías europeas.


Y eso que uno no se atreve a mencionar a los bancos y a sus señorías los banqueros.  Porque uno ya no sabe si de verdad hay cuatro poderes –por aquello del cuarto poder de la prensa- o si este supuesto cuarto poder es el quinto, o simplemente algún banquero es el cuarto.  Y digo “algún banquero” porque no creo que todos sean tan afortunados.  O al menos  no todos lo han conseguido.


Y los bancos lo tienen bien.  Demasiado bien.  Al menos, su rescate lo pagaremos entre todos con la subida del IVA,  con el recorte de los sueldos, con la supresión de las desgravaciones y con la subida de impuestos y abaratamiento del despido y de las prestaciones sociales.  Y aún así, querrán que los ciudadanos de a pié sigamos hipotecándonos, paguemos comisiones y mantengamos las jubilaciones de sus señorías intactas, aunque para ello tengamos que trabajar hasta los setenta y tantos años.
Y aquí es cuando entran en juego las reformas de cada viernes.  Y dado que se prevén muchas y duras, y antes que se les terminen las ideas, voy a proponer una que, muy por seguro, aún no se le ha ocurrido al funcionario de turno.  Y digo funcionario y no político, porque si Zapatero tenía  una legión de seiscientos asesores, seguro que el actual Gobierno, con tanta reforma, debe necesitar muchos más que los seiscientos de los antiguos sociatas.
Y la propuesta que le planteo es sencilla y eficaz.  Y sobre todo, gratuita.  Gratuita porque no pretendo gratificación alguna.  Además, aunque se la pidiera, seguro que legislarían para confiscármela, vamos, que antes que me la confisquen se la ofrezco yo mismo.   Eso sí, con una condición: que en la próxima reunión con la señora Merkel, sólo aparezcan en la fotografía de rigor Rajoy y Merkel.  Con el pie de la fotografía uno ya se siente satisfecho.  Y sin retención alguna en cuenta.


Ah!. Se me olvidaba la propuesta.  Es sencilla. Y real.  Le propongo  al funcionario  asesor de turno, que haga llegar la idea a su superior, de que para disfrazar la  eliminación de las pensiones, lo más fácil es dar un giro de ciento ochenta grados a la ley y punto pelota.  Me explico.  Al alcanzar la edad de los dieciocho años los españoles de a pié y los asimilados, empezarían a cobrar la pensión de jubilación, hasta una edad que ustedes elijan –al menos podrán decir que algo habrán decidido-, veinte, veinticinco, ect.  Después de los veintitantos o la edad que sus señorías elijan, pues a trabajar…  A trabajar toda la vida. 

Ah!.  ¡Y se ahorrarán las pensiones de viudedad!
Como ven, legislar es muy fácil. 
Y en tiempo de crisis, más aún..


PUBLICADO EL 1 JULIO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.