La red está llena de
sorpresas. Casi todo lo que se escribe o
se cuelga, permanece inalterable en el tiempo.
Son muchos quienes nos alertan y muchos más quienes lo padecen. Internet ha sido como una herramienta –que no
juguete- puesta en manos de niños, sin medidas de seguridad añadidas.
Y a muchos, puestos
ante la red, les pasa eso, que son como niños.
Amparados algunas veces en el anonimato de unos apodos y en otras, en la
necesidad de que el comentario-opinión vertidos, sean respaldados por otros
votos también anónimos, lo más oscuro del pensamiento humano sale a la luz.
Y te sorprende. Lo comparas con el típico borracho que, una
vez los grados de alcohol empiezan a hacer efecto en su cuerpo, aparece ante ti
como una persona desconocida. Sincera,
eso sí, pero desconocida. Peligrosa a veces.
Es como si durante todo el tiempo de ejercicio como persona normal,
viviera en una represión constante, y en aquel preciso momento, con ayuda
etílica, naciera el verdadero “yo” de cada uno.
Y nos sorprende por
cuanto imaginamos la amargura reprimida tras aquella faz diaria, aquellos
modales reprimidos, aquellos represaliados actos de prepotencia y máximo
orgullo. Y por un momento agradecemos
aquella inyección del suero de la verdad en versión etílica, para descubrir los
verdaderos “yo” ajenos.
Y ello te da una
idea. Y la propones para el proceso de
selección de personal en cualquier empresa tanto del sector público como
privado. Por un momento se acabaron los
test psicotécnicos, las entrevistas ya preparadas y el negocio de tantos cursos
y charlas preparatorias. Se acabaron las
empresas dedicadas a la selección de personal y asesoramiento a los RRHH. Una bebida alcohólica servida en vaso
desechable y poco más.
Legalmente,
claro. En el punto justo, sin
sobrepasarse, con la tasa pactada previamente con los sindicatos y autorizada
por la autoridad laboral competente, el empresario empezará la entrevista
personal con el aspirante a la plaza o cargo.
De aquella entrevista saldrá un perfil inequívoco de las actitudes de la
persona estudiada. La relación
jefe-empleado dependerá de aquella entrevista.
La formación o la aptitud podrá valorarse después.
La hipocresía
actual, se mantendría pues alejada del
lugar de trabajo. Las dos- o más- caras
que muchos llevan a cuestas, servirían solamente para el entorno privado, para
las relaciones sociales o políticas, de amistad…, pero alejado del ambiente
laboral. ¿Quién querría una amistad hipócrita?
Sin duda, los necesitados….
Y eso ya es otra
droga. Otra crisis de valores. Otra
crisis ya no de ahora, sino de antaño.
El anonimato a veces
emborracha. La zona más negativa del
carácter humano, se exterioriza. Hace
pocas fechas, descubrí por la red un comentario que un anónimo escondido bajo
el seudónimo “the boss” hacía sobre mí en la versión digital de un periódico
local. Detrás del anonimato, utilizaba aquella herramienta que nos ofrece la
moderna tecnología para tildarme de “Centauro de la derecha”. ¿?. Y me sorprendió.
Y me sorprendió
porque la verdad, no me imaginaba con tanta cabellera con la que representan a
Centauro. Ni tampoco me veo tan robusto
como un caballo. Ni lo de defender o atacar con arcos y flechas posiciones de
unos ni de otros. Pero sí.
Y me sigue
sorprendiendo. Me sigue sorprendiendo
porque este mal llamado Centauro de la derecha, sigue en la misma línea de
antes y de después. En cambio, otros han
sido quienes han prosperado comicios tras comicios, con los unos y con los
otros.
Mi generación –más
bien mis genes- me han impedido presentarme como represaliado por Franco
durante la época socialista, y ahora,
también me han impedido presentarme como represaliado por los
socialistas ante el nuevo gobierno. Pero
de haberlos, haylos. Y no de represaliados, sino de quienes se presentan como
tales. Aunque estos ya no son Centauros,
son simplemente, “camaleones”.
Y supervivientes.
PUBLICADO EL 24 SEPTIEMBRE 2012, EN EL DIARIO MENORCA.