Crear alarma era lo que parecían querer evitar cuando, antes -eso sí- de las elecciones, el tándem Solbes-Rodríguez negaban y renegaban de la crisis. Ahora, asentadas sus posaderas en la poltrona y ante la evidencia mundial de que el papel está mojado y el susto es mayúsculo, no hay problema en cambiar el chip, y dar un giro de ciento ochenta grados. No ya cuarenta y cinco o noventa, no. La crisis nos amarga la existencia y el asunto es grave. Ahora sólo faltará que la influencia de sus primeras vacaciones menorquinas tras la subida al estrellato, le recuerden aquella frase de que “s’operació ha anat, bé, però madona és morta.”.
Pero mientras esta economía nuestra -y la de los demás- está en coma inducido y alzando votos para que esta coma no se indigeste ni se convierta en un punto y final, las semanas anteriores rozan la ironía en cuanto a los planteamientos que desde el poder se intenta transmitir al populacho.
Y digo populacho, porque es el término que más se debe asemejar a lo que el poder debe pensar de nosotros. Y siguiendo con los términos médicos, el gobierno, con su invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, investido para la ocasión de DUE, no encuentra otra solución, ya no para la crisis , sino para devolver la confianza a la plebe, de un inyectable de un cinco y muchos, muchísimos ceros. Lo peor del caso no es este cinco y estos muchos, muchísimos ceros; lo peor está en que justo una semana anterior, las noticias económicas daban resultados extraordinarios en cuanto a beneficios de las entidades financieras del país. ¿Cómo es posible que, en un estado de crisis como es el actual, anuncien a los cuatro vientos, los miles de millones de beneficios? ¿Acaso no pueden sufragar sus “presupuestadas” futuras pérdidas con el superávit presupuestario del periodo anterior?.
Y es que aquí está la base de la pirámide del problema. Estos miles de millones no son, evidentemente, para que los bancos se recuperen, y devuelvan la confianza al mercado, no. Estos miles de millones son, simple y llanamente para que esta plebe, encuentre la tan buscada confianza, y además, sobre todo además, nos dediquemos al gasto superfluo y exponencial y así, las empresas, el capitalismo del país, puedan aguantar el embolado. Los ricos más ricos, los pobres más pobres.
Y la alarma ya invade los domicilios. Lo que hace un tiempo no era más que un juego de palabras: que si desaceleración, que si canalización, que si resfriado económico, hasta llegar al ingreso actual en la UVI, con respiración asistida y monitorizado constantemente. Y es que el paciente está fastidiado, y aunque nadie espera un fatal desenlace, es bien cierto que espera algunas amputaciones y demás secuelas que, de una u otra forma, se manifestarán en un futuro inmediato.
Centenares y centenares de menorquines, asimilados y adoptivos, hacen cola en la oficina correspondiente. Centenares y centenares de menorquines, asimilados y adoptivos se manifiestan por la ciudad. ¡Sorpresa!. La alarma social sigue en pie. En ningún momento se manifiestan por la falta de trabajo, en ningún momento propugnan medidas que revitalicen la economía.
Eran cientos y cientos. Muchos más que aquellos ciento diecinueve que cada año, cada primero de mayo, se citan para pasear algunas banderas y pancartas solicitando empleo. Ahora, como frente común, como lema, están las sesenta y más horas.
Y uno se pregunta, ¿se manifiestan contra una imposición europea o contra un gobierno débil? ¿Acaso se manifiestan porque desconfían de que un gobierno socialista, sucumbirá a las órdenes de sus compañeros de aposento, y obligarán a trabajar más horas, cuando lo que sobra son horas?. Pues muy seguro que ni lo uno ni lo otro.
Pero al gobierno le va bien que unos cuantos salgan a la calle, lanzando los balones hacia el tejado europeo, buscando nuevos horizontes de lucha y nuevos enemigos potenciales. Amenazar con trabajar más, preocupa y mucho. Mucho más que quedarse uno aumentando las listas del desempleo. Y es que, en el primer caso, la repercusión económica es seria. Muchas jornadas actuales pasarían a denominarse “medias jornadas”, y las nóminas “medias nóminas”. En cambio el desempleo está subvencionado, y no digamos si eres inmigrante y estás dispuesto a volver a tu país de origen para montar un negocio y convertirte en empresario.
Y el desempleo no preocupa. Preocupa más la futura situación de las asistencias sociales, del futuro y distribución de las ayudas, del reparto equitativo o desigual de las mismas….. , y es que el menorquín y el asimilado, desconfían de tanto dinero público, desconfían de tanto noticiario de corruptelas, de cuentas amagadas y tanta ayuda desigual.
Pero el sistema no se inmuta. Siguen políticas de promoción a la construcción, al sistema inmobiliario y no digamos al aseguramiento de los beneficios bancarios, y uno tras otro, empiezan a preguntarse ¿Por qué no invertir en los servicios sociales? ¿Por qué no invertir en el tema de la Ley de Dependencia y hacer posible que se reciban las ayudas antes de ocupar un nicho en perpetuidad? ¿Acaso no creen que también así se crearía empleo?
Pero el empleo, no es lo que importa. Lo que importa es el movimiento del dinero. Dinero fácil y escurridizo. Tan fácil y escurridizo que se nos va de las manos a los pocos días de haberse ingresado en nómina…… Y eso sí que les importa al Gobierno, la movilidad - sostenible, claro- del dinero.
Pero mientras esta economía nuestra -y la de los demás- está en coma inducido y alzando votos para que esta coma no se indigeste ni se convierta en un punto y final, las semanas anteriores rozan la ironía en cuanto a los planteamientos que desde el poder se intenta transmitir al populacho.
Y digo populacho, porque es el término que más se debe asemejar a lo que el poder debe pensar de nosotros. Y siguiendo con los términos médicos, el gobierno, con su invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, investido para la ocasión de DUE, no encuentra otra solución, ya no para la crisis , sino para devolver la confianza a la plebe, de un inyectable de un cinco y muchos, muchísimos ceros. Lo peor del caso no es este cinco y estos muchos, muchísimos ceros; lo peor está en que justo una semana anterior, las noticias económicas daban resultados extraordinarios en cuanto a beneficios de las entidades financieras del país. ¿Cómo es posible que, en un estado de crisis como es el actual, anuncien a los cuatro vientos, los miles de millones de beneficios? ¿Acaso no pueden sufragar sus “presupuestadas” futuras pérdidas con el superávit presupuestario del periodo anterior?.
Y es que aquí está la base de la pirámide del problema. Estos miles de millones no son, evidentemente, para que los bancos se recuperen, y devuelvan la confianza al mercado, no. Estos miles de millones son, simple y llanamente para que esta plebe, encuentre la tan buscada confianza, y además, sobre todo además, nos dediquemos al gasto superfluo y exponencial y así, las empresas, el capitalismo del país, puedan aguantar el embolado. Los ricos más ricos, los pobres más pobres.
Y la alarma ya invade los domicilios. Lo que hace un tiempo no era más que un juego de palabras: que si desaceleración, que si canalización, que si resfriado económico, hasta llegar al ingreso actual en la UVI, con respiración asistida y monitorizado constantemente. Y es que el paciente está fastidiado, y aunque nadie espera un fatal desenlace, es bien cierto que espera algunas amputaciones y demás secuelas que, de una u otra forma, se manifestarán en un futuro inmediato.
Centenares y centenares de menorquines, asimilados y adoptivos, hacen cola en la oficina correspondiente. Centenares y centenares de menorquines, asimilados y adoptivos se manifiestan por la ciudad. ¡Sorpresa!. La alarma social sigue en pie. En ningún momento se manifiestan por la falta de trabajo, en ningún momento propugnan medidas que revitalicen la economía.
Eran cientos y cientos. Muchos más que aquellos ciento diecinueve que cada año, cada primero de mayo, se citan para pasear algunas banderas y pancartas solicitando empleo. Ahora, como frente común, como lema, están las sesenta y más horas.
Y uno se pregunta, ¿se manifiestan contra una imposición europea o contra un gobierno débil? ¿Acaso se manifiestan porque desconfían de que un gobierno socialista, sucumbirá a las órdenes de sus compañeros de aposento, y obligarán a trabajar más horas, cuando lo que sobra son horas?. Pues muy seguro que ni lo uno ni lo otro.
Pero al gobierno le va bien que unos cuantos salgan a la calle, lanzando los balones hacia el tejado europeo, buscando nuevos horizontes de lucha y nuevos enemigos potenciales. Amenazar con trabajar más, preocupa y mucho. Mucho más que quedarse uno aumentando las listas del desempleo. Y es que, en el primer caso, la repercusión económica es seria. Muchas jornadas actuales pasarían a denominarse “medias jornadas”, y las nóminas “medias nóminas”. En cambio el desempleo está subvencionado, y no digamos si eres inmigrante y estás dispuesto a volver a tu país de origen para montar un negocio y convertirte en empresario.
Y el desempleo no preocupa. Preocupa más la futura situación de las asistencias sociales, del futuro y distribución de las ayudas, del reparto equitativo o desigual de las mismas….. , y es que el menorquín y el asimilado, desconfían de tanto dinero público, desconfían de tanto noticiario de corruptelas, de cuentas amagadas y tanta ayuda desigual.
Pero el sistema no se inmuta. Siguen políticas de promoción a la construcción, al sistema inmobiliario y no digamos al aseguramiento de los beneficios bancarios, y uno tras otro, empiezan a preguntarse ¿Por qué no invertir en los servicios sociales? ¿Por qué no invertir en el tema de la Ley de Dependencia y hacer posible que se reciban las ayudas antes de ocupar un nicho en perpetuidad? ¿Acaso no creen que también así se crearía empleo?
Pero el empleo, no es lo que importa. Lo que importa es el movimiento del dinero. Dinero fácil y escurridizo. Tan fácil y escurridizo que se nos va de las manos a los pocos días de haberse ingresado en nómina…… Y eso sí que les importa al Gobierno, la movilidad - sostenible, claro- del dinero.
PUBLICADO EL 18 OCTUBRE 2008, EN EL DIARIO MENORCA.