Las dos con faltas de ortografía, claro está, pero con diferencias. La una, es de suponer que involuntaria, sin la conciencia de su autora de que estaba mal escrita. La segunda, manipulada por sujetos ajenos al autor. La sensación en ambas, la misma, un fuerte golpe que te deslumbra y te ciega.
La primera, con camisetas de “rallas” preparaba todo un espectáculo de piratas. Sólo faltaba saber qué tipo de corrector debía corregir aquel escrito. Pero el sitio ya estaba gafado. Poco más de un mes después, en el mismo colegio, y a los pocos días de la inauguración del curso escolar por Su Majestad el Rey, la placa conmemorativa tuvo que ser retirada. La incógnita ahora es si esta placa, o su sucesora rectificada, retornará o quedará en el recuerdo de la hemeroteca.
En la segunda, entran en juego varios vectores. Al autor se le supone, como en la mili el valor, su correcta interpretación y ejecución de las normas ortográficas. No así, su conocimiento de las normas que deben acompañar a la advertencia intrínseca del aviso. “Se avisa a grúa” ¿y qué?, se pregunta uno. ¿Para que va a avisar a la grúa, si no hay placa de vado que autorice su utilización ni su reserva de aparcamiento?.
Y analizando el aviso, aparecen otros dos sujetos en la oración. Uno de ellos, coloca la “h”, aquella muda que nada ya vale y por la que muchos lucharán años y años. Al mismo tiempo, intercala una “y” por aquello de incordiar, diría uno. El otro, el más colaborador de los dos, asiste al aviso y añade que además se va a llamar al “gruero”, no sea que aparezca el coche fantástico retirando vehículos y a alguno le de algún soponcio.
Pero estos avisos son temporales, sus faltas, también. Lo que ya no es tan temporal, lo que va ganando adeptos en la sociedad serán estos mensajes sms, estos telegramas a quince céntimos. Y estos mensajes o similares, ocultan un sinfín de faltas de conocimientos ortográficos. Ocultan, y a la larga provocarán mayores desconocimientos en sus usuarios. Y cuando el traductor simultáneo, cuando el chip memorístico intentará traducir el texto en un documento Word o similar, provocará un cortocircuito que ni el “cortar y pegar” de los primeros auxilios actuales, enmendará tal desaguisado.
Pero puestos a elegir, me quedo con la segunda, con la del aviso al gruero y a la grúa. ¿Motivo?, simplemente porque tiene su gracia, e incluso las faltas se pusieron a sabiendas, enmascarando la imagen, provocando fugaz rechazo a la lectura, pero con conocimiento de causa. La primera, peligrosa por la imitación que pueda conllevar en un centro de enseñanza. La placa, con el comentario de Su Majestad, fue suficiente. La fiesta de los piratas, tuvo que esperar que el tiempo lo despegara…..
La primera, con camisetas de “rallas” preparaba todo un espectáculo de piratas. Sólo faltaba saber qué tipo de corrector debía corregir aquel escrito. Pero el sitio ya estaba gafado. Poco más de un mes después, en el mismo colegio, y a los pocos días de la inauguración del curso escolar por Su Majestad el Rey, la placa conmemorativa tuvo que ser retirada. La incógnita ahora es si esta placa, o su sucesora rectificada, retornará o quedará en el recuerdo de la hemeroteca.
En la segunda, entran en juego varios vectores. Al autor se le supone, como en la mili el valor, su correcta interpretación y ejecución de las normas ortográficas. No así, su conocimiento de las normas que deben acompañar a la advertencia intrínseca del aviso. “Se avisa a grúa” ¿y qué?, se pregunta uno. ¿Para que va a avisar a la grúa, si no hay placa de vado que autorice su utilización ni su reserva de aparcamiento?.
Y analizando el aviso, aparecen otros dos sujetos en la oración. Uno de ellos, coloca la “h”, aquella muda que nada ya vale y por la que muchos lucharán años y años. Al mismo tiempo, intercala una “y” por aquello de incordiar, diría uno. El otro, el más colaborador de los dos, asiste al aviso y añade que además se va a llamar al “gruero”, no sea que aparezca el coche fantástico retirando vehículos y a alguno le de algún soponcio.
Pero estos avisos son temporales, sus faltas, también. Lo que ya no es tan temporal, lo que va ganando adeptos en la sociedad serán estos mensajes sms, estos telegramas a quince céntimos. Y estos mensajes o similares, ocultan un sinfín de faltas de conocimientos ortográficos. Ocultan, y a la larga provocarán mayores desconocimientos en sus usuarios. Y cuando el traductor simultáneo, cuando el chip memorístico intentará traducir el texto en un documento Word o similar, provocará un cortocircuito que ni el “cortar y pegar” de los primeros auxilios actuales, enmendará tal desaguisado.
Pero puestos a elegir, me quedo con la segunda, con la del aviso al gruero y a la grúa. ¿Motivo?, simplemente porque tiene su gracia, e incluso las faltas se pusieron a sabiendas, enmascarando la imagen, provocando fugaz rechazo a la lectura, pero con conocimiento de causa. La primera, peligrosa por la imitación que pueda conllevar en un centro de enseñanza. La placa, con el comentario de Su Majestad, fue suficiente. La fiesta de los piratas, tuvo que esperar que el tiempo lo despegara…..
PUBLICADO EL 16 OCTUBRE 2008, EN EL DIARIO MENORCA