Pasado jueves por la tarde. Carretera Maó dirigiéndose uno hacia Es Mercadal. Hace pocos días que Obama ya es presidente de los EEUU. También hace pocos días que Wall Street dio la primera gran bofetada al tan esperado presidente estadounidense. Y es que eran muchos quienes esperaban que tras la jura de Obama aquello de la crisis estaría ya arreglado… y no. Muchos noes por el camino. El dinero, representado por los grandes bancos y los grandes empresarios, dijo que no se fiaba de una política que ante todo, promete reconducir los excesos. Y es que los excesos son, han sido, muchos.
Y aquí la clave. La desaceleración, o la “aceleración inversa”, o la “aceleración negativa”, según conveniencia. Aquel término de desaceleración del que tanto gustaba hablar nuestro invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, era la clave de todo el entramado de la crisis. Y por analogía, lo que ocurría en aquel tramo de carretera. No importaba llegar a Es Mercadal. Sólo en el tramo de Maó –Alaior, ya fue bastante. No había uno llegado a Mitjan Lloc, cuando un ciclomotor, mejor aún, su conductor, parecía querer entablar una competición de velocidad. Rebasaba con creces una velocidad de ochenta kilómetros por hora circulando por el amplio arcén, ¿dónde estaba la cordura de aquel niñato motorizado?, te preguntas con el pensamiento dirigido hacia unos presuntos padres ajenos a las aventuras y desventuras de sus hijos…
Pero el tema no tendría la edad como ejemplo, no. Altura de Alaior, pasado el desvío de Son Bou, sólo queda un carril de incorporación por parte de quienes abandonan Alaior dirección a Es Mercadal. Un Ford Ka, color marrón tirando a rojizo, persona presuntamente adulta –al menos, la edad- intuye que aquel carril de incorporación es un carril de aceleración. Al menos, así lo habrá visto en las películas. Y la película puede escribirse sencillamente porque este uno, el que aporrea el teclado ante el monitor, desaceleró. El otro, el Ford Ka, marrón tirando a rojizo, ni se inmutó, ni desaceleró, ni se dio cuenta de su no cesión de paso, ni que el destino podría haber sido otro. Y siguió con aquella prisa de llegar donde nada llega. O donde todos, algún día llegaremos. Siguió carretera con la misma velocidad. Una incógnita, dos mejor, quedaron en la curiosidad de quien esto escribe. ¿Desaceleró a la entrada de Es Mercadal, ante la siempre presencia coercitiva del presunto radar? ¿De no hacerlo, quedó fotografiado o simplemente quedó con la presunción coercitiva?. Y aquí la solución de muchas cosas. Aquel niñato, aquel conductor o conductora, tenían la solución que aportaría ZP en sus intervenciones publicitarias.
La crisis, esta siempre supuesta y presunta crisis, tiene su origen en la aceleración. La desaceleración no sería otra cosa que la solución preventiva. Ahora, infectado y monitorizado, ya no hay desaceleración que valga. Ahora, fotografiado por aquel radar, hospitalizados por aquel tráfico, detenidos por aquel control, sólo resta una detención a punto cero. A esta velocidad de punto de inflexión, donde las coordenadas del gráfico marcan valor cero, debemos situarnos. Y mentalizarnos.
Y EE.UU. muy por seguro que lo conseguirá. Ellos fueron los primeros en provocar la situación, y ellos, eso sí, con el cambio de presidente, con el desafío, el pulso, que los grandes dineros brindaron al máximo mandatario, tienen las vías abiertas para su solución. Sudor y lágrimas. Eso sí, por la nación, por la nación, y por la nación.
España es diferente. Nuestros mandatarios, los actuales y sin posibilidad de relevo, también. Y los aspirantes al relevo…. entretenidos en el relevo entre ellos mismos. Y así las cosas, nadie es capaz de coger al toro –y eso que aquí hay muchos- por los cuernos –aquí me reservo el comentario-. Y es que aquí, a España, me refiero, - y a Menorca, también-, todos nos conocemos, y entre todos nos debemos favores…, muchos favores…. Y todos tenemos familia….. y familiares… ¿Cómo llegar a velocidad cero sin que alguno de estos que han hecho carrera con los políticos, pierdan? ¿Cómo llegar a velocidad cero sin que estos que han hecho carrera política, pierdan?
Porque hay que diferenciar. Los tres estamentos de la sociedad ya no son los mismos que estudiamos en nuestros días de estudiantes. Ni la escuela, tampoco. Los tres estamentos de la sociedad en la España democrática son, a saber: quienes han hecho carrera con los políticos, quienes han hecho carrera política y por aquello de la democracia, los otros. Y la mayoría, somos nosotros, o sea los otros. ¿Cómo lograr que los dos primeros no se vean privados de sus prebendas, y que sólo los otros, o sea, nosotros, seamos los paganos de esta crisis?. Y en ésta, estamos.
La desaceleración de haberla hecho en su momento, o sea, que el pobre fuera pobre y el rico menos rico, hubiera evitado llegar a este punto. Pero la desaceleración hubiera significado que los pisos valdrían la mitad, que los alquileres costarían la mitad, que las hipotecas costarían la mitad, y no se lo pierdan….., el Estado, tendría el doble. Pero no. Los sabios ministros de economía, los grandes hombres de negocio mundiales, dijeron que no. Y ahora, estamos en que los ricos, siguen siendo ricos. Los pobres, más pobres, y el Estado, ni la mitad. Y la inversión es correcta, eso sí, según que punto de vista. Ahora, cuando la velocidad es cero, cuando el coche se ha quedado sin gasolina, cuando el conductor se ha quedado sin carnet tras la fotografía del radar y dé gracias si no se ha empotrado contra el muro, hay que armar de nuevo el vehículo, llegar hasta la gasolinera, pagar el combustible, adentrarnos en el tráfico, y empezar a sumar números en el velocímetro….., y en el cuentakilómetros. Empezar de cero, lo que se dibuja en el horizonte es la duda de quien pilotará aquel nuevo vehículo o al menos, aquel nuevo trayecto. Si el mismo conductor o diferente. Si el mismo trayecto, o distinto. Y saber, como no, quien abonará el coste de la gasolina.
Y con lo fácil que era desacelerar en su momento. Aquel niñato, aquel Ford Ka marrón rojizo, no lo hicieron. Y el pasado jueves, tuvieron suerte. Las constructoras, durante un tiempo, también. ¡Con lo fácil que es no pisar el acelerador!.
Y como suele pasar en la vida cotidiana, muchas veces, la culpa de otro, se lleva a otras vidas por delante. Aquella aceleración de los noventa, se llevará muchas esperanzas, muchas ilusiones, de quienes ni comieron ni bebieron de aquellos manjares. Y es que cuando se lo enseñaron a Zapatero, ya era demasiado tarde.
Y aquí la clave. La desaceleración, o la “aceleración inversa”, o la “aceleración negativa”, según conveniencia. Aquel término de desaceleración del que tanto gustaba hablar nuestro invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, era la clave de todo el entramado de la crisis. Y por analogía, lo que ocurría en aquel tramo de carretera. No importaba llegar a Es Mercadal. Sólo en el tramo de Maó –Alaior, ya fue bastante. No había uno llegado a Mitjan Lloc, cuando un ciclomotor, mejor aún, su conductor, parecía querer entablar una competición de velocidad. Rebasaba con creces una velocidad de ochenta kilómetros por hora circulando por el amplio arcén, ¿dónde estaba la cordura de aquel niñato motorizado?, te preguntas con el pensamiento dirigido hacia unos presuntos padres ajenos a las aventuras y desventuras de sus hijos…
Pero el tema no tendría la edad como ejemplo, no. Altura de Alaior, pasado el desvío de Son Bou, sólo queda un carril de incorporación por parte de quienes abandonan Alaior dirección a Es Mercadal. Un Ford Ka, color marrón tirando a rojizo, persona presuntamente adulta –al menos, la edad- intuye que aquel carril de incorporación es un carril de aceleración. Al menos, así lo habrá visto en las películas. Y la película puede escribirse sencillamente porque este uno, el que aporrea el teclado ante el monitor, desaceleró. El otro, el Ford Ka, marrón tirando a rojizo, ni se inmutó, ni desaceleró, ni se dio cuenta de su no cesión de paso, ni que el destino podría haber sido otro. Y siguió con aquella prisa de llegar donde nada llega. O donde todos, algún día llegaremos. Siguió carretera con la misma velocidad. Una incógnita, dos mejor, quedaron en la curiosidad de quien esto escribe. ¿Desaceleró a la entrada de Es Mercadal, ante la siempre presencia coercitiva del presunto radar? ¿De no hacerlo, quedó fotografiado o simplemente quedó con la presunción coercitiva?. Y aquí la solución de muchas cosas. Aquel niñato, aquel conductor o conductora, tenían la solución que aportaría ZP en sus intervenciones publicitarias.
La crisis, esta siempre supuesta y presunta crisis, tiene su origen en la aceleración. La desaceleración no sería otra cosa que la solución preventiva. Ahora, infectado y monitorizado, ya no hay desaceleración que valga. Ahora, fotografiado por aquel radar, hospitalizados por aquel tráfico, detenidos por aquel control, sólo resta una detención a punto cero. A esta velocidad de punto de inflexión, donde las coordenadas del gráfico marcan valor cero, debemos situarnos. Y mentalizarnos.
Y EE.UU. muy por seguro que lo conseguirá. Ellos fueron los primeros en provocar la situación, y ellos, eso sí, con el cambio de presidente, con el desafío, el pulso, que los grandes dineros brindaron al máximo mandatario, tienen las vías abiertas para su solución. Sudor y lágrimas. Eso sí, por la nación, por la nación, y por la nación.
España es diferente. Nuestros mandatarios, los actuales y sin posibilidad de relevo, también. Y los aspirantes al relevo…. entretenidos en el relevo entre ellos mismos. Y así las cosas, nadie es capaz de coger al toro –y eso que aquí hay muchos- por los cuernos –aquí me reservo el comentario-. Y es que aquí, a España, me refiero, - y a Menorca, también-, todos nos conocemos, y entre todos nos debemos favores…, muchos favores…. Y todos tenemos familia….. y familiares… ¿Cómo llegar a velocidad cero sin que alguno de estos que han hecho carrera con los políticos, pierdan? ¿Cómo llegar a velocidad cero sin que estos que han hecho carrera política, pierdan?
Porque hay que diferenciar. Los tres estamentos de la sociedad ya no son los mismos que estudiamos en nuestros días de estudiantes. Ni la escuela, tampoco. Los tres estamentos de la sociedad en la España democrática son, a saber: quienes han hecho carrera con los políticos, quienes han hecho carrera política y por aquello de la democracia, los otros. Y la mayoría, somos nosotros, o sea los otros. ¿Cómo lograr que los dos primeros no se vean privados de sus prebendas, y que sólo los otros, o sea, nosotros, seamos los paganos de esta crisis?. Y en ésta, estamos.
La desaceleración de haberla hecho en su momento, o sea, que el pobre fuera pobre y el rico menos rico, hubiera evitado llegar a este punto. Pero la desaceleración hubiera significado que los pisos valdrían la mitad, que los alquileres costarían la mitad, que las hipotecas costarían la mitad, y no se lo pierdan….., el Estado, tendría el doble. Pero no. Los sabios ministros de economía, los grandes hombres de negocio mundiales, dijeron que no. Y ahora, estamos en que los ricos, siguen siendo ricos. Los pobres, más pobres, y el Estado, ni la mitad. Y la inversión es correcta, eso sí, según que punto de vista. Ahora, cuando la velocidad es cero, cuando el coche se ha quedado sin gasolina, cuando el conductor se ha quedado sin carnet tras la fotografía del radar y dé gracias si no se ha empotrado contra el muro, hay que armar de nuevo el vehículo, llegar hasta la gasolinera, pagar el combustible, adentrarnos en el tráfico, y empezar a sumar números en el velocímetro….., y en el cuentakilómetros. Empezar de cero, lo que se dibuja en el horizonte es la duda de quien pilotará aquel nuevo vehículo o al menos, aquel nuevo trayecto. Si el mismo conductor o diferente. Si el mismo trayecto, o distinto. Y saber, como no, quien abonará el coste de la gasolina.
Y con lo fácil que era desacelerar en su momento. Aquel niñato, aquel Ford Ka marrón rojizo, no lo hicieron. Y el pasado jueves, tuvieron suerte. Las constructoras, durante un tiempo, también. ¡Con lo fácil que es no pisar el acelerador!.
Y como suele pasar en la vida cotidiana, muchas veces, la culpa de otro, se lleva a otras vidas por delante. Aquella aceleración de los noventa, se llevará muchas esperanzas, muchas ilusiones, de quienes ni comieron ni bebieron de aquellos manjares. Y es que cuando se lo enseñaron a Zapatero, ya era demasiado tarde.
PUBLICADO EL 25 ENERO 2009, EN EL DIARIO MENORCA.