Estos días cuando los países más avanzados de Europa – España no está entre ellos, por supuesto- anuncian que empiezan a recuperarse de la crisis, a España sólo se le ocurre subir el precio de los carburantes, por aquello de hacernos ver que la economía también se va recuperando en nuestras latitudes, pero a su vez, el gobierno de Rodríguez, nuestro “presi”, anuncia que unos trescientos mil parados que han terminado cualquier tipo de ayuda, se beneficiarán de una mísera ayuda de cuatrocientos y algo más de euros mensuales durante otros seis meses. Y se prevé que este plan durante más de seis meses, o sea, que tenemos crisis para todo el año y lo que quede del próximo.
Y para ello se habla ya de un fondo. Un fondo sin fondo o una multitud de fondos, vaya uno a saber. Pero el fondo no se crea por arte de magia sino por la imposición de dinero por parte de los trabajadores, de los empresarios, de los contribuyentes, de los asegurados…. Así hemos oído hablar de los fondos de pensiones, de las prestaciones para el desempleo, de la garantía de entidades financieras y como no, la del consorcio de seguros, del fondo de garantía social e incluso se ha llegado hablar para el pago de las manutenciones impagadas por parte de los conyugues.
El fondo más universal de todos, el del Consorcio de seguros, define claramente el espíritu de los demás fondos. Así, todos los vehículos asegurados en su recibo anual de la póliza pagan un porcentaje de este fondo. Si un vehículo, sin seguro, y además culpable del accidente , al que habrá que añadir la casi siempre declarada insolvencia de su conductor, colisiona contra el nuestro, mi aportación, la del vecino y muchos otros cuantos, aportarán el capital mínimo para poder arreglar –en parte- los desperfectos ocasionados.
Y sigue habiendo más fondos conocidos. Este es el caso que más me ha sorprendido cuando ha caído en mis manos una sentencia de un juzgado de lo social. Según se desprende de la lectura de la sentencia, una joven, y hace de ello un par de años, encontró trabajo de “canguro” por medio de una revista local. Cuando llevaba trabajando –sin estar asegurada ni nada- un mes y algo, encontró otro trabajo en el que la aseguraban, por lo que procedió a avisar a la madre del niño que cuidaba, de que al cabo de quince días dejaría de trabajar para ella. Y al principio todo muy bien.
Los problemas empezaron cuando tuvo que cobrar el mes y las correspondientes horas extras. Empezó a recibir largas de la susodicha madre, para terminar con el consabido de que era insolvente y que no pensaba pagarle la mensualidad. A la postre hay que añadir que la misma trabajaba en un negocio familiar, cobraba del paro ya que no estaba afiliada a la SS por su progenitor, y llevaba una vida de lo más progre, con sus salidas nocturnas y vehículo nuevo, aunque eso sí, seguía siendo insolvente.
Insolvente y desaparecida en combate. La misma no compareció ni a los requerimientos de conciliación ni a los del juzgado tantas veces como fue notificada. Y la sentencia se dictó en el sentido de condenar a la misma al pago del salario debido, extraordinarias incluidas y los intereses devengados, y las costas del juicio, claro. Aunque eso sí, sí compareció en la ejecución de la sentencia con la declaración de insolvencia. Ni coche a su nombre ni subsidio de desempleo ni mucho menos la paga del papá, figuraba en su declaración. Pero por suerte la estafada tampoco quedaba desprotegida. La ejecución de la sentencia dejaba opción a que la joven impagada pudiera presentarse ante el fondo de garantía social (FOGASA) para que este fondo se hiciera cargo de dicho pago. ¡Y suerte que la joven en cuestión también estaba en insolvencia y obtuvo el beneplácito de la justicia gratuita!. Que si no…..
Hasta aquí todo muy bien. Lo que ya no está tan bien, nada bien, es que entre todos tengamos que pagar este sueldo impagado y esta justicia gratuita, cuando el culpable, aquella madre irresponsable para con sus trabajadores, aquella persona que a pesar de cobrar el subsidio de desempleo estaba trabajando en el negocio familiar, aquella persona que a pesar de los pesares, necesitaba dejar a su hijo a cargo de una canguro para ella ir de juerga en horario nocturno, no satisfaga ningún fondo, ninguna contribución al estado de bienestar de la que ella se beneficia.
La declaración de insolvencia -en según que casos- llegará a ser patente de corso de difícil erradicación en una sociedad en la que de cada día más individuos se irán acogiendo, si alguien no tiene alguna brillante idea de ir acotando su ingreso en dicha sociedad.
Cada vez, puede que sean más los que se acojan a estas ayudas, los que eviten cotizar a la SS, los que eviten cotizar para el desempleo y para la jubilación. Mientras existan estos y otros fondos, mientras tengamos que pagar al conyugue del maltratador y éste se pasee por la calle; mientras tengamos que pagar la manutención de los críos del conyugue separado y deudor de la contribución alimentaria y éste se pasee con deportivo nuevo; mientras para cobrar de estos deudores tengamos que pagar dos veces la justicia –la de la víctima y la del delincuente-, España no irá bien. O lo que es lo mismo, perderá el tren.
Europa ya se recupera de la crisis. EEUU también. España, es más social, sí. O no. Vaya usted a saber. Cobramos menos que en Europa. Tenemos menos servicios que en Europa. Tenemos menos educación, menos medios, menos…. Aunque eso sí, según las noticias, tenemos más paro, más corrupción, más políticos imputados, en vías de estarlo, y muchos que se habrán librado por el momento dado el blindaje que imprime el no ser oposición.
Si hubiera tan sólo voluntad de que a estos declarados insolventes con coche y juerga incluida, se les tutelaran las pensiones, subsidios y haberes que obtuvieran, algo más equitativo sería la igualdad social en este país nuestro. Habría por tanto más garantía de que los sinvergüenzas, los estafadores de guante blanco, les resultaría más difícil beneficiarse de las aportaciones de quienes en definitiva vivimos más austeros que ellos mismos.
Y para ello se habla ya de un fondo. Un fondo sin fondo o una multitud de fondos, vaya uno a saber. Pero el fondo no se crea por arte de magia sino por la imposición de dinero por parte de los trabajadores, de los empresarios, de los contribuyentes, de los asegurados…. Así hemos oído hablar de los fondos de pensiones, de las prestaciones para el desempleo, de la garantía de entidades financieras y como no, la del consorcio de seguros, del fondo de garantía social e incluso se ha llegado hablar para el pago de las manutenciones impagadas por parte de los conyugues.
El fondo más universal de todos, el del Consorcio de seguros, define claramente el espíritu de los demás fondos. Así, todos los vehículos asegurados en su recibo anual de la póliza pagan un porcentaje de este fondo. Si un vehículo, sin seguro, y además culpable del accidente , al que habrá que añadir la casi siempre declarada insolvencia de su conductor, colisiona contra el nuestro, mi aportación, la del vecino y muchos otros cuantos, aportarán el capital mínimo para poder arreglar –en parte- los desperfectos ocasionados.
Y sigue habiendo más fondos conocidos. Este es el caso que más me ha sorprendido cuando ha caído en mis manos una sentencia de un juzgado de lo social. Según se desprende de la lectura de la sentencia, una joven, y hace de ello un par de años, encontró trabajo de “canguro” por medio de una revista local. Cuando llevaba trabajando –sin estar asegurada ni nada- un mes y algo, encontró otro trabajo en el que la aseguraban, por lo que procedió a avisar a la madre del niño que cuidaba, de que al cabo de quince días dejaría de trabajar para ella. Y al principio todo muy bien.
Los problemas empezaron cuando tuvo que cobrar el mes y las correspondientes horas extras. Empezó a recibir largas de la susodicha madre, para terminar con el consabido de que era insolvente y que no pensaba pagarle la mensualidad. A la postre hay que añadir que la misma trabajaba en un negocio familiar, cobraba del paro ya que no estaba afiliada a la SS por su progenitor, y llevaba una vida de lo más progre, con sus salidas nocturnas y vehículo nuevo, aunque eso sí, seguía siendo insolvente.
Insolvente y desaparecida en combate. La misma no compareció ni a los requerimientos de conciliación ni a los del juzgado tantas veces como fue notificada. Y la sentencia se dictó en el sentido de condenar a la misma al pago del salario debido, extraordinarias incluidas y los intereses devengados, y las costas del juicio, claro. Aunque eso sí, sí compareció en la ejecución de la sentencia con la declaración de insolvencia. Ni coche a su nombre ni subsidio de desempleo ni mucho menos la paga del papá, figuraba en su declaración. Pero por suerte la estafada tampoco quedaba desprotegida. La ejecución de la sentencia dejaba opción a que la joven impagada pudiera presentarse ante el fondo de garantía social (FOGASA) para que este fondo se hiciera cargo de dicho pago. ¡Y suerte que la joven en cuestión también estaba en insolvencia y obtuvo el beneplácito de la justicia gratuita!. Que si no…..
Hasta aquí todo muy bien. Lo que ya no está tan bien, nada bien, es que entre todos tengamos que pagar este sueldo impagado y esta justicia gratuita, cuando el culpable, aquella madre irresponsable para con sus trabajadores, aquella persona que a pesar de cobrar el subsidio de desempleo estaba trabajando en el negocio familiar, aquella persona que a pesar de los pesares, necesitaba dejar a su hijo a cargo de una canguro para ella ir de juerga en horario nocturno, no satisfaga ningún fondo, ninguna contribución al estado de bienestar de la que ella se beneficia.
La declaración de insolvencia -en según que casos- llegará a ser patente de corso de difícil erradicación en una sociedad en la que de cada día más individuos se irán acogiendo, si alguien no tiene alguna brillante idea de ir acotando su ingreso en dicha sociedad.
Cada vez, puede que sean más los que se acojan a estas ayudas, los que eviten cotizar a la SS, los que eviten cotizar para el desempleo y para la jubilación. Mientras existan estos y otros fondos, mientras tengamos que pagar al conyugue del maltratador y éste se pasee por la calle; mientras tengamos que pagar la manutención de los críos del conyugue separado y deudor de la contribución alimentaria y éste se pasee con deportivo nuevo; mientras para cobrar de estos deudores tengamos que pagar dos veces la justicia –la de la víctima y la del delincuente-, España no irá bien. O lo que es lo mismo, perderá el tren.
Europa ya se recupera de la crisis. EEUU también. España, es más social, sí. O no. Vaya usted a saber. Cobramos menos que en Europa. Tenemos menos servicios que en Europa. Tenemos menos educación, menos medios, menos…. Aunque eso sí, según las noticias, tenemos más paro, más corrupción, más políticos imputados, en vías de estarlo, y muchos que se habrán librado por el momento dado el blindaje que imprime el no ser oposición.
Si hubiera tan sólo voluntad de que a estos declarados insolventes con coche y juerga incluida, se les tutelaran las pensiones, subsidios y haberes que obtuvieran, algo más equitativo sería la igualdad social en este país nuestro. Habría por tanto más garantía de que los sinvergüenzas, los estafadores de guante blanco, les resultaría más difícil beneficiarse de las aportaciones de quienes en definitiva vivimos más austeros que ellos mismos.
Agosto 2009